Meningitis, enfermedad de las encías y hasta parásitos estomacales: las infecciones que pueden transmitirse con un beso
ENFERMEDADES
Un gesto tan cotidiano como besar puede abrir la puerta a virus, bacterias e incluso parásitos si no tomas precauciones
12 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Un beso puede ser un gesto de cariño, de pasión o una simple muestra de afecto cotidiano. Pero también, aunque cueste imaginarlo, puede ser una vía de entrada para diversos virus, bacterias, parásitos y hasta infecciones de transmisión sexual. Más allá del herpes o la mononucleosis infecciosa —popularmente conocida como la «enfermedad del beso»—, existen múltiples agentes patógenos que pueden aprovechar ese breve contacto para instalarse en nuestro organismo.
La vía oral, a menudo infravalorada como posible ruta de transmisión, puede ser más relevante de lo que se piensa. Las hepatitis, el citomegalovirus, los enterovirus que provocan diarreas, virus respiratorios como el de la gripe o el COVID-19, e incluso bacterias como el Streptococcus pyogenes —causante de faringitis— pueden transmitirse a través de la saliva. «Y todo esto depende también de las existencias de heridas en la boca o lesiones, porque eso facilita la transmisión», explica Pilar Vázquez, especialista del servicio de Medicina Interna del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac).
El caso es el mismo para la meningitis. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las bacterias que causan esta enfermedad, como el meningococo y el neumococo, se alojan en la nariz y la garganta de los portadores, y se transmiten a través de gotículas respiratorias o secreciones de la garganta, lo que hace que el contacto cercano, como besar, sea una forma potencial de propagación.
Entre las infecciones también se encuentra la gingivitis, una inflamación de las encías causada por la acumulación de bacterias que puede transmitirse mediante el intercambio de saliva. Aunque es reversible en sus fases iniciales, si no se trata puede derivar en periodontitis y provocar la pérdida de piezas dentales. Encías rojas, inflamadas o con sangrado son sus señales más comunes.
Además, Vázquez enfatiza en la posibilidad de contraer Infecciones de Transmisión Sexual a través de esta vía: «Ahora en la consulta estamos viendo muchas infecciones que, dependiendo de las prácticas sexuales, es decir, a través del sexo oral, se pueden transmitir, como la gonorrea, sífilis, hepatitis, o incluso el VIH», relata la doctora.
Aunque suene improbable, los parásitos también pueden aprovechar un beso para cambiar de huésped. «Y no solo se pueden transmitir por besos, también por compartir utensilios, o comida anteriormente masticada, es decir, alimentos que contengan secreciones orales, aunque la viabilidad de los gérmenes disminuye rápidamente fuera del contacto directo con mucosas o secreciones recientes», comenta Vázquez. La clave está siempre en el intercambio de fluidos.
Cómo aumenta o disminuye el peligro de contagio en un beso
El estado de la mucosa bucal es, de hecho, un factor clave. Vázquez subraya que «si tú tienes una boca limpia y cuidada, tienes menos posibilidades de infectarte y de transmitir la infección a otras personas. La higiene es fundamental». En contextos donde esta es deficiente —por ejemplo, en países en vías de desarrollo—, la prevalencia de algunas infecciones como el virus de Epstein-Barr o el herpes es significativamente mayor. Además, el tabaquismo puede ser un factor que predisponga a la transmisión de infecciones, posiblemente porque provoca sequedad en las mucosas, entre otros motivos.
Además, el tipo de beso también influye: «La transmisión depende de la cantidad de gérmenes que tenga la persona y de la cantidad de saliva con la que se entre en contacto», explica Vázquez. A esto se suma otros factores difíciles de medir: la susceptibilidad individual, determinada por la genética, el estado inmunológico y otras variables personales.
Una de las realidades más inquietantes es que muchas de estas infecciones pueden ser asintomáticas: «Las detectamos en cribados, de personas asintomáticas y sin lesiones en la cavidad oral, lo que encontramos son sobre todo gérmenes causantes de infecciones de transmisión sexual. Por lo tanto, estas infecciones pueden cursar sin síntomas ni lesiones aparentes en la boca», señala la internista. Cuando sí las hay, pueden actuar como señales de alerta para consultar, pero en muchos casos el patógeno puede permanecer sin dar señales. «El problema es que esas infecciones quedan ahí larvadas; en ocasiones el sistema inmune las elimina, pero en otras no y eso puede dar lugar a problemas futuros», agrega Vázquez.
Como explica la experta, resulta difícil comparar el riesgo de contagio entre diferentes vías, porque depende de varios factores, como la cantidad de virus o bacterias presentes, la existencia de lesiones en la otra persona y la susceptibilidad individual. Además, señala que los factores genéticos también intervienen en este proceso, lo que hace que predecir el resultado sea imposible.
Recomendaciones para reducir riesgos
Como en casi todas las enfermedades transmisibles, la responsabilidad individual y la prevención juegan un papel clave. «Si una persona sabe que está infectada, no debería tener contacto estrecho con otras personas mientras dure la infección», recomienda Vázquez. En el caso del sexo oral, recuerda que existen métodos de protección poco conocidos y menos utilizados, como las láminas de látex o poliuretano, que actúan como barrera.
También destaca la importancia del uso de mascarilla en contextos sanitarios o si se presentan síntomas de infecciones respiratorias. Porque, como ella misma señala, «si tú no sabes que estás infectado, no vas a poder implementar ninguna medida preventiva».
En síntesis, para reducir las posibilidades de contagiarse de otra persona por vía boca a boca, es fundamental mantener una buena higiene bucal y prestar atención al estado de la mucosa: si la otra persona presenta heridas, aftas, fiebre o síntomas respiratorios, lo más prudente es evitar los besos. También conviene ser cuidadoso al compartir vasos, cubiertos o botellas, y, en el ámbito sexual, utilizar métodos de barrera como láminas de látex o poliuretano durante el sexo oral.
Aunque no hay que caer en alarmismos, conocer los riesgos asociados puede marcar la diferencia entre un gesto de afecto y una puerta de entrada para infecciones inesperadas.