Repunte de casos de TCA: «Estamos teniendo una media de tres consultas de valoración por semana, algo desorbitado»
SALUD MENTAL
Te explicamos cuáles son los posibles síntomas de los trastornos de la conducta alimentaria, los principales factores de riesgo y cómo se pueden tratar
13 dic 2022 . Actualizado a las 20:40 h.«A la hora de definir un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) es importante indicar lo que no es: no es un capricho, ni un estilo de vida, ni menos una elección, sino que se trata de un sufrimiento indescriptible», empieza relatando Alba Martínez, terapeuta de la Asociación de Bulimia y Anorexia de A Coruña (ABAC). Así, los TCA son trastornos psicológicos graves que conllevan a alteraciones de la conducta alimentaria. La persona afectada muestra una fuerte preocupación por su peso, su imagen corporal y la alimentación, entre otros.
Cuando hablamos de un TCA se nos viene a la mente la anorexia o la bulimia, pero existen otras categorías. «Por ejemplo, el trastorno por atracón consiste en la ingesta diaria de grandes cantidades de comida en un corto período de tiempo; la vigorexia, la necesidad de ganar grasa magra junto con una distorsión de la imagen corporal; la ortorexia conlleva a una obsesión por la comida sana...», explica Martínez.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-5), los trastornos de conducta alimentaria se clasifican en anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracón, TCANE (Trastorno de Conducta Alimentaria No Especificado), pica, trastornos por rumiación, trastorno por evitación o restricción de alimentos. Además, se empiezan a incluir nuevos diagnósticos como la vigorexia, la ortorexia, diabulimia —omisión de la insulina para bajar de peso—, adicción a la comida, y la obesidad.
Síntomas de un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA)
«Dependiendo de la categoría diagnóstica, pueden darse unos síntomas u otros. Hoy en día la categoría no es tan importante, ya que se trabaja a nivel transdiagnóstico. Es decir, centrándonos en lo que tienen en común: una regulación de sus conflictos internos a través de la comida y una insatisfacción con su imagen corporal», apunta la terapeuta. «Algunas personas comen en exceso para premiarse o para castigarse. Otras necesitan desesperadamente medir todo lo que ingieren y así controlar algún aspecto de vida. Otras quieren llenar un vacío, y hay quien necesita rituales y dietas rígidas para verse bien y ser vistos», amplía.
En cualquier caso, Martínez considera que el síntoma es aquello que todos podemos apreciar: una mala alimentación y una mala relación con su cuerpo, pero necesitamos comprender cuál es el malestar subyacente para que la persona actúe de esa manera.
Según la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta Alimentaria, las manifestaciones clínicas de los TCA incluyen:
— El rechazo al peso normal y distorsión de la imagen corporal.
— Pérdida de control sobre la conducta alimentaria (con posible presencia de mecanismos compensatorios como provocarse vómito después de un atracón).
— Alteraciones psicopatológicas, como humor depresivo, apatía, dificultad para concentrarse, ansiedad, irritabilidad, aislamiento social, pérdida de libido, rumiaciones y/o rituales obsesivos alrededor de la comida.
— Alteraciones hormonales y metabólicas.
— Amenorrea primaria o secundaria (alteraciones en el ciclo menstrual).
— Hiperactividad física.
¿Existirían unas causas de los TCA? ¿Cuáles son los principales factores de riesgo?
Son muchos los factores que intervienen en su aparición, por lo que son trastornos de origen multifactorial. En ellos se englobarían los de tipo genético, psicológico, familiar, sociocultural y personal.
«Esto es como hacer un caldo, se necesitan varios ingredientes. Hay factores de riesgo de tipo genético, factores de personalidad como una autoestima negativa, elevada autoexigencia y perfeccionismo o estilos cognitivos muy rígidos. A nivel familiar, las estructuras familiares poco tolerantes a los cambios también pueden influir en el desarrollo de un TCA, así como los límites difusos y la baja comunicación emocional», apunta Martínez.
No cabe duda de que el contexto social también influye, sobre todo si tenemos en cuenta el «bombardeo» que existe, y más en estas épocas del año, acerca de cómo deben ser nuestros cuerpos. De hecho, la terapeuta comenta que «en consulta vemos cómo los pacientes, especialmente los más jóvenes, tienen un sentido de su 'yo-ideal' completamente irreal».
¿A qué edad se suelen manifestar los TCA?
«Aunque los adolescentes son la principal población de riesgo, también se destaca una creciente incidencia pediátrica, promovido en gran parte por la exposición cada vez más temprana a las nuevas tecnologías y redes sociales. Donde se promueven cuerpos enfermos, editados y con filtros, que distan mucho de la realidad», alerta la terapeuta.
«En España, se calcula que cerca de 400.000 personas lo padecen, habiendo aumentado dicha cifra de manera considerable tras el confinamiento. En la población gallega, las cifras también están repuntando. Desde comienzos de 2021, estamos teniendo una media de tres consultas de valoración por semana, algo completamente desorbitado. Acuden pacientes de las cuatro provincias gallegas, e incluso, hemos tenido casos en los que se desplazaban desde Asturias o León», indica Martínez.
Según apuntan desde la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia de Cataluña (ACAB), la presión social por adelgazar, las redes sociales, la necesidad de ser aceptado y la preocupación por un ideal estético delgado asociado al éxito social, familiar y profesional podrían ser factores que podrían explicar el hecho de desarrollar un TCA.
¿Cómo se puede tratar un TCA? ¿Se puede curar del todo?
«A pesar de que todas las intervenciones se realizan desde una perspectiva multidisciplinar, incluyendo médicos, psicólogos y nutricionistas, existen diferentes dispositivos y modalidades dependiendo de la gravedad del cuadro, desde centros de día hasta ingresos hospitalarios», asegura Martínez. Añade que en ABAC, además de las consultas con dichos profesionales, cuentan con un comedor terapéutico para poder trabajar miedos y dificultades gracias al apoyo profesional que reciben allí las personas que padecen un TCA.
¿Es un trastorno que se puede curar del todo? «El proceso de recuperación es un camino largo y, sin duda, duro, pero que merece la pena recorrer. A veces este proceso se vuelve muy complejo, ya que la falta de conciencia de enfermedad y de gravedad es algo habitual. Muchos pacientes llegan 'obligados' por terceros, mientras que otras veces, nos encontramos con diagnósticos tardíos que se han complicado con mucha patología física asociada», confiesa Martínez. «En cualquiera de los casos, con un tratamiento adecuado y una buena red de apoyo, se puede conseguir la recuperación total en un elevado porcentaje de pacientes, y con ello me refiero a la funcionalidad en todas las esferas de su vida, no solo en términos arcaicos de índice de masa corporal (IMC)», añade.
De esta forma, los objetivos del tratamiento de los TCA son, entre otros, conseguir y educar sobre una alimentación saludable; tratar las complicaciones físicas derivadas de una alimentación inapropiada, mejorar el estado psicológico de los personas que sufren este trastorno; proporcionar asesoramiento y apoyo para favorecer el apoyo familiar, y prevenir recaídas.
Falsos mitos sobre los TCA:
- Si se estabiliza el peso, ¿la persona ya está curada? No. La normalización del peso a través de unos hábitos alimentarios saludables es imprescindible, pero por si solo, insuficiente. Debe acompañarse de la mejora psicológica y social de la persona.
- ¿Es un trastorno que solo padecen mujeres delgadas? «Hoy en día los TCA no entienden de género, edad, etnia o clase social. No discriminan entre constituciones delgadas, normopeso u obesidad», aclara Martínez.
- ¿Son los atracones exclusivos de la bulimia? No. «Es muy común encontrarnos diagnósticos de TCA no especificados, que presentan síntomas de varios diagnósticos».
- ¿El trastorno por atracón es un problema de fuerza de voluntad? «Muchas personas todavía creen que esto es un problema de motivación y ganas, de intentarlo y ya. Lo cierto es que para muchos pacientes el hecho de comportarse así con la comida, es la única herramienta de la que disponen para sentirse bien».
Cómo ayudar a una persona querida que sufre un TCA
La falta de conciencia de la enfermedad es un rasgo típico de los TCA. Se da en muchos casos, sobre todo al inicio de la enfermedad. Esto puede acarrear que la persona afectada, a pesar de sentirse mal, no sea capaz de reconocer la eficacia del tratamiento sobre la enfermedad. Sobre todo en estos casos, la familia tiene un papel destacado para ayudar a la persona afectada a tomar conciencia del trastorno y aceptar la ayuda profesional. Además, el tratamiento psicológico de los trastornos de la conducta alimentaria incluye cada vez más, y en la medida que resulte posible, la implicación de familia y seres queridos en el proceso terapéutico teniendo en cuenta los buenos resultados que presentan.
«Lo principal es ayudar a esa persona a tomar la decisión de recibir ayuda profesional, pues esto no es algo pasajero que pueda desaparecer en el tiempo sin más», considera Martínez. La terapeuta advierte que en estos pacientes, la comida ocupa un gran volumen mental, por lo que resulta de gran ayuda desvincularlos de ella: «No es recomendable hacerles comentarios sobre la alimentación o aspecto físico».
«Las familias o acompañantes deben estar muy mentalizados para recibir recciones negativas, ya que son respuestas normales en una persona que está sufriendo. Por eso, no debemos llevarlo al terreno personal. Tenemos que seguir acompañando a la persona, hacerla reír, pero con límites claros, sin caer en dinámicas de pactos con la alimentación. Lo cierto es que para hacerse cargo de un familiar que padece un TCA es muy importante cuidar la propia calidad de vida y no desgastarse en el largo camino», asegura.
La recuperación total es posible. De hecho, un 70 % de los afectados por TCA se recuperan siguiendo un tratamiento correcto. Eso sí, hay que tener en cuenta que, al igual que sucede con otros trastornos mentales, la duración de los trastornos de la conducta alimentaria es larga, y a veces, cambiante y fluctuante en función de diferentes factores ambientales y/o situaciones estresantes.