«¿Cómo sé si tengo depresión?»: guía para entender los síntomas de este trastorno mental
SALUD MENTAL
En el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión explicamos cómo detectar este problema y tratarlo a tiempo
18 ene 2023 . Actualizado a las 14:05 h.La depresión es uno de los trastornos de salud mental más frecuentes en todo el mundo. Casi todos conocemos a alguien que la sufre o en algún momento la ha sufrido. De hecho, puede que tú mismo te hayas preguntado en alguna ocasión: «¿Estoy deprimido?». Porque la depresión no es una sola. Los síntomas pueden variar ampliamente de persona a persona, e incluso de episodio a episodio, y eso puede obstaculizar, muchas veces, el diagnóstico: probablemente, si no identificas un problema de salud subyacente a lo que te pasa, no acudirás a un profesional. Por eso, en el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, que se celebra el 13 de enero, nos proponemos despejar dudas e intentamos, con la ayuda de expertos, responder a ese complejo interrogante: ¿cómo puedo saber si lo que tengo es depresión?
Qué es la depresión
La depresión es un conjunto de síntomas descrito en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), elaborado por la American Psychological Association (APA). Este documento es el que recoge y describe las patologías reconocidas en salud mental. El criterio que establece este manual indica que una persona está deprimida si presenta, durante un período mínimo de dos semanas, al menos cinco de los siguientes síntomas:
- Estado de ánimo triste la mayor parte del día.
- Anhedonia o marcada disminución del interés o placer en casi todas las actividades.
- Pérdida de peso clínicamente significativa o aumento o disminución en el apetito.
- Insomnio o hipersomnia.
- Agitación o retardo psicomotor.
- Fatiga o pérdida de energía.
- Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados.
- Capacidad disminuida para pensar o concentrarse, o indecisión.
- Pensamientos recurrentes de muerte o ideación suicida.
«Para diagnosticar la depresión se utilizan criterios operativos del DSM-5. Hay dos esenciales que se exigen: uno es la tristeza y otro es la anhedonia. Se exige que, por lo menos, uno de estos síntomas aparezca de forma continuada, como mínimo, dos semanas. Aparte de esto hay otros síntomas de depresión: las ideas de muerte, el insomnio, la pérdida de peso. Lo que realmente es importante es que haya una continuidad de los síntomas y que causen una discapacidad significativa», explica Víctor Pérez Sola, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental.
Factores de riesgo para desarrollar depresión
Según el Sistema Nacional de Salud (SNS), los factores que influyen en las probabilidades de tener una depresión se pueden clasificar en:
- Factores sociales y personales. Ser mujer, tener enfermedades crónicas, o una personalidad neurótica son algunos de ellos, así como estar pasando por eventos y situaciones negativas como el desempleo o una separación amorosa.
- Factores cognitivos. Esquemas de pensamientos negativos automáticos, distorsiones cognitivas, creencias disfuncionales, pensamientos rumiantes y sesgos cognitivos pueden predisponer a la persona a este trastorno.
- Factores familiares y genéticos. Tener familiares de primer grado con trastorno depresivo mayor duplica las probabilidades de desarrollarla.
¿Depresión o tristeza?
La tristeza es una emoción desagradable a la que, por distintos motivos, nos podemos enfrentar a lo largo de la vida. Es fácil darnos cuenta de que la sentimos; lo que no siempre es tan sencillo es discernir si esta tristeza ha pasado de cierto límite y se ha convertido en algo patológico. Cuando la línea entre una tristeza y una depresión no es clara, la clave para diferenciarlas será entender qué causas hay detrás de la angustia.
«Hay que distinguir una tristeza normal de lo que es una depresión. Una cosa es un sentimiento habitual, adaptativo ante una pérdida. Hay tristezas que son especialmente prolongadas, pero que tienen una justificación clara, como la muerte de un ser querido, que implica un duelo y eso suele durar varias semanas e incluso meses. Luego está la enfermedad depresiva, con esa serie de síntomas que causan una disfunción y un malestar importante. Habitualmente, en los pacientes deprimidos hay una ruptura biográfica clara y un momento a partir del cual la persona disminuye su rendimiento y su capacidad adaptativa y es entonces cuando hablamos de depresión», aclara Pérez Sola.
Más allá de la tristeza, si sospechamos que podemos estar deprimidos, hay que prestar atención a cómo estamos a un nivel más general para constatarlo. «La depresión se puede confundir con tristeza, pero no es solo tristeza. Es una tristeza patológica, especialmente intensa y grave. Además, se asocia a un montón de otros síntomas. Por ejemplo, problemas cognitivos: el paciente no se concentra, tiene problemas de memoria, tiene problemas para fijar la atención. También puede tener falta de sueño, falta de apetito y de deseo sexual. Aparecen ideas que están fuera de la realidad, distorsionadas: un pesimismo especialmente negativo, pensar mucho en la muerte, desear la muerte. Es normal que los pacientes digan que no pueden tirar de su cuerpo, que el cuerpo les duele, que no tienen ganas de hacer cosas. Este es un punto importante», señala en este sentido el psiquiatra Luis Gutiérrez Rojas, vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM).
Además, «esto tiene que tener una duración determinada. Muchas veces estamos tristes, porque hemos tenido una discusión matrimonial, o porque nuestro equipo de fútbol ha perdido, o porque tenemos un problema laboral, o estamos mal con nuestros hijos. Pero esa es una tristeza puntual, adaptativa, que desaparece con el tiempo. Aquí estamos hablando de que tiene que durar como mínimo quince días en los cuales la persona está muy mal. Puede parecernos poco tiempo, pero es bastante», apunta Gutiérrez Rojas.
Hay que entender que la depresión puede aparecer de manera espontánea o endógena, pero en otros casos puede tener causas externas. «Normalmente, las personas reaccionan de una forma triste ante la situación de un palo que nos ha dado la vida. Por ejemplo, una ruptura matrimonial, o la muerte de un ser querido, o una mala noticia como el diagnóstico de una enfermedad grave. Para que eso se convierta en una depresión de causa exógena, es decir, externa, lo que tiene que pasar es que dure mucho en el tiempo. Normalmente, cuando nos dan una mala noticia, con el paso de los días nos recuperamos, pasamos el duelo. Pero hay gente que no lo pasa y aparecen los síntomas de una depresión», explica Gutiérrez Rojas.
Depresión y cansancio
La fatiga es un síntoma clásico de la depresión, pero en la actualidad, el ritmo de vida acelerado y simplemente el estrés del día a día también pueden llevar a que nos encontremos demasiado cansados. ¿Cómo saber si el cansancio que sentimos se debe a un trastorno de salud mental? Gutiérrez lo explica: «Todos estamos cansados cuando hemos pasado un día duro o una mala noche, o hemos practicado mucho deporte. Aquí es un cansancio diario, generalizado, que dura más de 15 días y que no se debe a ninguna otra causa. Y es una sensación de no poder tirar del cuerpo, de falta de energía. No es solamente la sensación de cansancio, hay una desmotivación. Hay un síntoma muy común que es la clinofilia, que significa estar todo el día tumbado, acostado en la cama. No poder salir de la cama».
¿Todavía dudas? Pregúntale a tu familia
En ocasiones, los pacientes pueden no darse cuenta de que tienen una depresión, mientras que para su entorno cercano es evidente. «Los primeros en darse cuenta son la familia y los que viven con la persona. Sobre todo, ven que hay una ruptura, que la persona antes estaba alegre, con ilusiones y con ganas de hacer cosas, y de golpe empieza a aislarse, a no comunicarse, no expresar las emociones, a pasarse el día en la cama y a hablar de lo triste que está y lo culpable que se siente por estar así», describe Pérez Sola.
Incluso puede que lo noten tus compañeros de trabajo. «El curso de las enfermedades mentales es insidioso y normalmente solo lo detectamos cuando, en algunos casos, trae algunas consecuencias para la salud, y eso sucede con la depresión. No es un estado de ánimo. La depresión es un fenómeno mucho más complejo que va a afectar a distintas esferas de la vida, a nivel personal, familiar, laboral. A nivel organizacional, el trabajador debería contactar directamente con el delegado de prevención en salud y trasladar cuál es su estado psicológico», indica el psicólogo Carlos Montes, del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia.
En estas personas, «fundamentalmente, vemos un cambio de comportamiento. Esta persona ya no sonríe, tiene la mirada perdida, solo verbaliza ideas negativas, ya no quiere quedar conmigo, ya no quiere hacer las cosas que hacía, está aislado, encerrado. Si es algo que se mantiene en el tiempo y la persona no es capaz de salir de ahí y tampoco quiere hablar de ese tema, normalmente son señales de alarma para pensar que tenemos que intentar que la atienda un profesional», explica Gutiérrez.
Si tienes dudas acerca de tu estado, pregúntale a una persona de confianza con quien hables a diario si te nota cambiado, si percibe ciertos comportamientos que antes no tenías o conductas que puedan pasarte desapercibidas.
¿Qué hago si creo que puedo tener depresión?
Lo primero que hay que hacer es acudir a atención primaria para una consulta. Como hemos visto, solo dos semanas de una tristeza excesiva y un estado de ánimo alterado bastan para diagnosticar la depresión, por lo que podemos dejar de lado las dudas acerca de si la consulta está justificada: los expertos coinciden en que, si nos estamos planteando esa duda, probablemente lo esté.
De hecho, como observa Pérez Sola, «todos los enfermos que vienen a consultar por esto tienen sus dudas, se preguntan si lo que les pasa es normal. Muchas veces, la gente con depresión se siente tremendamente culpable por tener depresión. Además de pasarlo mal, tienen la sensación de que no están haciendo todo lo que tendrían que hacer por salir de esa depresión, cuando en realidad no depende de ellos en muchos casos».
Estos sentimientos de culpa y la confusión que pueden generar los síntomas hacen que el diagnóstico se demore en muchos casos. «Los enfermos depresivos, de media, tardan seis meses en consultar por el primer episodio depresivo. Y muchas veces, detrás de esto, hay una dificultad para reconocer los síntomas. Todos, cuando nos encontramos mal, intentamos encontrar una explicación. Eso hace que muchas veces tarden meses en consultar», explica Pérez Sola.
Por esta razón, es importante acudir a consulta para que puedan evaluarnos. Y, al igual que en todas las patologías, la atención primaria es la puerta de entrada. «La recomendación es que si alguien cree que tiene un cuadro depresivo, acuda a los médicos de cabecera, que son los que llevan el 80 % de las depresiones y están muy preparados para hacer el diagnóstico de una depresión», asegura Pérez Sola. Cuando el trastorno ya no es leve, el caso se debe derivar a un psiquiatra, que cuenta con una formación especializada para hacer un abordaje específico de la enfermedad.
Diagnóstico y tratamiento
Has pedido cita en tu centro de salud y le has contado a un profesional lo que te sucede. ¿Qué ocurrirá a partir de este momento? «Lo que hacemos para evaluar a los pacientes es ver si hay una ruptura biográfica. Si es una persona que previamente estaba bien, hacía una vida normal, y empieza con estos síntomas, puede ser una depresión», explica Pérez Sola.
«Se suele hacer una analítica de sangre, una exploración física y un análisis para ver si el paciente tiene otra enfermedad que justifique esa sensación de cansancio. Luego, hay una serie de escalas y tests para confirmarla, aparte de la historia clínica, que es la herramienta principal de exploración. Con eso, se decidirá si el cuadro precisa una aproximación psicoterapéutica, o si necesita algún tipo de abordaje farmacológico. Tenemos antidepresivos muy utilizados, que se suelen tolerar bien, con una respuesta muy aceptable», señala Gutiérrez Rojas.
En este proceso, puede que requieras una derivación a psiquiatría. Con esto, comenzará un tratamiento adecuado y un seguimiento. Si es necesario, podrán valorarse otras intervenciones. Lo importante es que ya se ha dado el primer paso, algo que es difícil de hacer en estos casos.
Debemos tener en cuenta que al iniciar el tratamiento, la mejoría no será inmediata. «Aproximadamente dos tercios de los pacientes mejoran con los fármacos, y un tercio llegan a recuperarse completamente ante un primer tratamiento. Para eso, tenemos que utilizarlo durante el tiempo adecuado: como mínimo seis semanas. Efectivamente, los síntomas tras ese tiempo pueden desaparecer y el paciente se recupera. Lo que dicen las guías es que mantengamos ese tratamiento al menos nueve meses o un año, y después podríamos ir quitándolo paulatinamente», explica Gutiérrez Rojas.
Aunque los psicofármacos suelen estar indicados, el tratamiento de la depresión no necesariamente implica su uso. «En los casos en los que la depresión sea leve y que la hayamos cogido muy a tiempo, quizás podamos solucionarlo sin psicofármacos», dice Gutiérrez Rojas. En estos casos, un tratamiento psicoterapéutico es una gran opción.
Recaídas
Los cuadros depresivos pueden ocurrir más de una vez a lo largo de la vida. «Hay gente que tiene una gran capacidad de resiliencia, de afrontamiento del estrés y del conflicto y otros que no, que son más vulnerables. Eso explica por qué hay personas que tienen episodios depresivos de repetición y otros que la tienen una vez y se curan. También puede deberse a la falta de un buen abordaje psicoterapéutico para que el paciente tenga más herramientas de afrontamiento del estrés y de los problemas», explica Gutiérrez Rojas.
En este sentido, si hemos tenido una depresión en algún momento, tenemos que estar atentos a las señales que pueden indicar que se aproxima una recaída. Y es importante señalar que dos episodios depresivos, incluso en la misma persona, pueden dar síntomas diferentes, por lo que la enfermedad no necesariamente se va a volver a presentar como lo ha hecho anteriormente.
¿Cuándo tenemos más riesgo de volver a sufrir una depresión? «Hay momentos críticos en la vida. Uno es la adolescencia, donde la persona descubre su propia sensibilidad y su personalidad. También se habla mucho de la crisis de los 40. Quizás en los hombres aparece antes y en las mujeres un poquito más tarde, por la crisis que viene con la menopausia. Esta crisis de los 40 también tiene que ver con ese paso del ecuador: darte cuenta de que ya has pasado la mitad de la vida y quizás muchos de tus proyectos o expectativas no se cumplan. Y luego, hay personas a las que les afectan más ciertas épocas del año. Son muy típicas las depresiones estacionales relacionadas con el otoño y el invierno. A la gente le suele deprimir la falta de luz. Es un factor clarísimo. Y, por supuesto, puede haber crisis ante el fallecimiento de personas queridas», apunta Gutiérrez Rojas.
Ante la duda, pregunta
Es importante evitar autodiagnosticarnos o llegar a conclusiones por nuestros propios medios. Por más que uno mismo sea quien más se conoce, es verdad que en estos casos hace falta un profesional. «En salud mental, lo más importante es, cuando tienes dudas, preguntar. Estamos en un tiempo en el cual la gente se autodiagnostica y lo recomendable es que un profesional evalúe y haga un diagnóstico. Es algo tan sencillo como ir al médico de cabecera, pedir una hora, explicar lo que te está pasando y que el médico de cabecera te ofrezca un tratamiento, te derive a otro profesional, o te diga si lo que te pasa es normal para la situación que tienes» recomienda Pérez Sola.
«Es una enfermedad muy, muy prevalente y tiene una gran tasa de recuperación y de respuesta al tratamiento. Por lo tanto, no hay que dudar en acudir al médico cuanto antes, porque hay motivos de esperanza. Y, contrario a lo que se cree, es una enfermedad sobre la que se sabe mucho. Se sabe mucho más de lo que podríamos pensar», concluye Gutiérrez Rojas.