Terapia electroconvulsiva para las depresiones más graves: «Ahora vuelvo a ser yo»

Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Especialistas de la Unidad de Depresión Resistente en el hospital de Oza. De izquiera a derecha: José Manuel Crespo, Natalia Suárez, Servando López Álvarez, Pilar Porteiro, Catuxa Otero, Felisa Álvarez.
Especialistas de la Unidad de Depresión Resistente en el hospital de Oza. De izquiera a derecha: José Manuel Crespo, Natalia Suárez, Servando López Álvarez, Pilar Porteiro, Catuxa Otero, Felisa Álvarez. CESAR QUIAN

La Unidad de Depresión Resistente de A Coruña es la única de este tipo que hay en Galicia. Aquí se trata a los pacientes con terapia electroconvulsiva o con esketamina para pulverización nasal

26 dic 2023 . Actualizado a las 10:41 h.

Terapia electroconvulsiva, ¿qué se imaginan al leer estas dos palabras? Sean como sean las imágenes que se han dibujado en su cabeza, seguro que nada tienen que ver con la realidad actual de ese tratamiento. Lo comprobamos con un rápido vistazo a la sala de la única Unidad de Depresión Resistente que hay en Galicia. Está en la primera planta del Hospital Marítimo de Oza (A Coruña) y, en estos momentos, en ella se trata a alrededor de cincuenta pacientes diagnosticados con ese tipo de depresión grave. Unos veinte con esketamina y otros treinta con terapia electroconvulsiva.

María José es una de ellas. Tiene 67 años recién cumplidos y, aunque no lleva la cuenta de a cuántas sesiones de terapia electroconvulsiva (TEC) se ha sometido, sí tiene clara una cosa: «Fui mejorando día a día y ahora mismo puedo decir que me encuentro de maravilla». Estaba pasando por una depresión de la que nada le ayudaba a salir. «Antes me levantaba y en lo único que pensaba era en volver a la cama otra vez. Ahora vuelvo a ser yo», asegura. En estos momentos, sigue acudiendo una vez al mes como mantenimiento, pero en su estado más agudo el tratamiento incluía tres sesiones de TEC semanales. «La verdad es que tras despertarme, al cabo de un rato puedo volver a casa y hacer mis cosas».

F.R.G también es paciente de esta unidad, en su caso, recibe esketamina de pulverización nasal. Tiene 58 años y un diagnóstico de depresión endógena mayor y recidivante desde los 35. Es decir, siempre vuelve. Dos intentos autolíticos después, tras varios ingresos y un sinfín de tratamientos, está probando Spravato, una esketamina para pulverización nasal. «Llevo unas seis u ocho sesiones, pero desde muy temprano he notado una estabilización del ánimo. No estoy para bailar una jota, pero no tengo picos depresivos y eso, créeme, es muchísimo», explica.

Para entender la magnitud del problema y la importancia de la existencia de unidades como esta, hay que comprender primero de qué enfermedad estamos hablando. «Esta unidad parte de una situación concreta, y es que el 30 por ciento de los pacientes con depresión no responden a ningún tratamiento. Esto quiere decir que ni antidepresivos, ni psicoterapia, ni la combinación de ambos. Esos pacientes a los que no les funciona absolutamente nada tienen otra opción, otra esperanza», explica el psiquiatra José Manuel Crespo.

En la sala están las tres grandes patas de este equipo que trata de conseguir la mejora de los pacientes que no mejoran con nada. «Somos un grupo multidisciplinar formado por un anestesiólogo, un psiquiatra, una enfermera de salud mental y una auxiliar. Siempre somos el mismo equipo. Y ahí reside una de las claves. Desde que instalamos la unidad aquí, los pacientes responden mucho mejor al tratamiento. Muchos de ellos antes estaban ingresados en la unidad de agudos, pero ahora la gran mayoría vienen desde su casa y vuelven a su casa», asegura con un orgullo que no puede disimular Servando López Álvarez, Jefe de Sección de Anestesia Ambulatoria. «Tenemos una confianza plena con el paciente y con su familia, estamos siempre disponibles para ellos, detectamos su evolución y eso nos ayuda a comunicarnos con el resto del equipo. Enfermería interviene en todas las partes del proceso. No podemos olvidar que son pacientes graves que llegan desesperanzados. A pesar de que la evolución pueda ser lenta, a muchos de ellos les cambia la vida», asegura Natalia Suárez Rosales, enfermera de salud mental.

Los pacientes que llegan lunes, miércoles y viernes se someten a terapia electroconvulsiva; los martes y los jueves es el turno de los que reciben esketamina por pulverización nasal. En todos los casos, permanecen alrededor de dos horas en el hospital y vuelven a sus casas para hacer vida normal, tan solo necesitan un poco de reposo esa misma jornada.

Terapia electroconvulsiva

Lo primero que se hace es una valoración amplia del estado psicopatológico y una consulta de anestesia para decidir el plan de tratamiento. Recalcan los especialistas la importancia del consentimiento informado que todos los pacientes deben firmar tanto para la anestesia general como para la terapia electroconvulsiva (TEC). El calendario arranca con tres sesiones semanales. Normalmente, a partir de la cuarta semana comienzan a mejorar. Después de diez o doce sesiones se espacian hasta llegar a una por semana y, si entra en mantenimiento, una vez al mes. «Casi todos nuestros pacientes deciden seguir en mantenimiento porque ven los resultados positivos. No hemos tenido ni un solo caso de abandono. Esto dice mucho de la mejora con esta terapia», explica el doctor Crespo.

Sala en la que se practica la terapia electroconvulsiva en la Unidad de Depresión Resistente del hospital de Oza en A Coruña.
Sala en la que se practica la terapia electroconvulsiva en la Unidad de Depresión Resistente del hospital de Oza en A Coruña. CESAR QUIAN

«La terapia electroconvulsiva es un procedimiento completamente seguro. Se hace con anestesia general, con el paciente perfectamente monitorizado y relajado. La persona está sometida a esa anestesia general en condiciones óptimas y siempre bajo vigilancia mientras recibe el tratamiento», comienza narrando el anestesista. Cuando todo está bajo control, llega el momento de la TEC. «La monitorización incluye electroencefalograma y electromiograma, aplicamos un estímulo de menos de ocho segundos. Ese estímulo provoca una respuesta en el cerebro que se prolonga durante alrededor de treinta segundos. Una vez termina esa respuesta, damos por concluido el tratamiento y pasa a despertar. Hablamos de un minuto o dos», prosigue narrando el psiquiatra. Ese despertar es casi inmediato. 

Preguntamos a Servando por los posibles efectos que puede tener someterse a tantas anestesias generales seguidas, hablamos de tres semanales en el momento agudo, pero con una experiencia profesional de muchos años en terapia electroconvulsiva, no duda: «Solemos utilizar propofol, lo digo porque la gente lo conoce. Son fármacos muy seguros y las anestesias son muy cortas. Suelen ser de 10 o 15 minutos y la recuperación es de otros cinco minutos. Prácticamente no tiene ninguna contraindicación y los resultados son muy buenos».

 «La terapia electroconvulsiva es de los tratamientos más eficaces, no solo en psiquiatría, si no en medicina en general. Hay series descritas hasta de un 80 o 90 % de mejoras en los pacientes. La mayoría de ellos responde y algunos remiten, lo que quiere decir que vuelven a una situación de ausencia de síntomas de depresión», completa José Manuel Crespo.

 El espray nasal de Esketamina

Algunos de los pacientes que llegan a esta unidad, no se someten a terapia electroconvulsiva sino a un fármaco novedoso cuyo principio activo es la esketamina y se administra a través de un pulverizador nasal. La elección de un tratamiento u otro depende del perfil de síntomas y antecedentes.

En la parte más aguda, los pacientes acuden al hospital dos veces por semana para recibir las pulverizaciones. Después las administraciones se van distanciando. «El tratamiento debería durar seis meses por ficha técnica, pero algunos los tenemos más tiempo», puntualiza el psiquiatra.

El papel de enfermería es fundamental también aquí. «Es muy importante explicarle al paciente qué es lo que va a sentir. Tras la administración se queda acomodado en un ambiente muy tranquilo, a oscuras durante dos horas, que es el tiempo en el que hace el principal efecto la esketamina. Lo que comprobamos en el paciente es que, en un 65 % de los casos presentaron alguna vez episodios disociativos, es como una sensación extraña. Pero al conocer que les va a pasar, lo toleran bien. Son cortos y van disminuyendo en intensidad a lo largo de las administraciones. También se suele dar un efecto de relajación corporal intenso. Estos efectos suelen tener un pico a los 40 minutos. Luego los pacientes suelen dormir un rato», explica Natalia Suárez.

Los pacientes

SI tuviésemos que trazar un perfil de paciente, los jóvenes menores de 40 años ocuparían una buena parte del total. Actualmente representan más del 30 % de todas las personas con depresión resistente que buscan uno de estos tratamientos. «Los jóvenes son pacientes que han estado a un nivel de gravedad que les impedía hacer vida normal y recobran su actividad habitual. Vuelven a su trabajo y muchos vienen cada mes a recibir su sesión de tratamiento. La depresión en el anciano clásicamente responde muy bien a la terapia electroconvulsiva, tenemos un grupo de pacientes de esta franja de edad bastante numeroso», explica el psiquiatra. «También tenemos casos de mujeres que entran en depresión después del parto», apunta Servando López.

«Los pacientes que llegan a terapia electroconvulsiva son los que tienen los síntomas más agudos, más intensos, más graves. Los de esketamina también tienen cierta gravedad, pero son muy crónicos», explica Crespo. «Lo idóneo es que los pacientes lleguen lo antes posible, no después de años. Un tratamiento para la depresión basta con ensayarlo entre seis y ocho semanas. Con varios ensayos, en seis meses deberíamos tener un paciente candidato. No esperar dos años o tres con un tratamiento que no funciona», reivindica el psiquiatra.

Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez Diez

A Rúa, Ourense (1986). Coordinadora de La Voz de la Salud con una misión, que todos nos cuidemos más y mejor. La pandemia de covid-19 no solo la viví, también la conté en La Voz de Galicia. Mucho antes de todo esto trabajé en Vtelevisión durante casi una década como redactora, reportera y presentadora. Allí dirigí y presenté el programa Sana sana, sobre sanidad, bienestar y nutrición.

A Rúa, Ourense (1986). Coordinadora de La Voz de la Salud con una misión, que todos nos cuidemos más y mejor. La pandemia de covid-19 no solo la viví, también la conté en La Voz de Galicia. Mucho antes de todo esto trabajé en Vtelevisión durante casi una década como redactora, reportera y presentadora. Allí dirigí y presenté el programa Sana sana, sobre sanidad, bienestar y nutrición.