Jesús Vega, psicólogo: «Veo mucho en consulta la filofobia, el miedo a enamorarse y a iniciar una relación de pareja»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Jesús Vega, psicólogo sanitario, defiende que lo normal es «no poder con todo».
Jesús Vega, psicólogo sanitario, defiende que lo normal es «no poder con todo».

El experto defiende que si nuestros padres no han atendido nuestras necesidades podemos sufrir dependencia emocional

04 jul 2024 . Actualizado a las 11:31 h.

Un trabajo estable, ser productivo en él, pareja, una casa e hijos. «La sociedad no deja de imponernos cosas, nunca parece ser suficiente, y si no cumplimos con sus expectativas nos podemos llegar a sentir fracasados». Son palabras de Jesús Vega, psicólogo sanitario especializado en en la terapia de aceptación y compromiso y en la terapia dialéctico-conductual. Acaba de publicar Yo tampoco puedo con todo (Desclée de Brouwer, 2024), una guía para cuidar y priorizar la salud mental. 

—En un libro sobre «no poder con todo», empiezas explicando los tipos de apego. ¿Qué tienen que ver?

—El apego es el vínculo afectivo que establecemos con nuestros cuidadores principales, generalmente los padres, en la infancia. Al final, este acaba afectando de forma significativa en la edad adulta. Si nuestros padres no han atendido nuestras necesidades emocionales nos puede afectar en forma de dependencia emocional. Consiste básicamente en que la persona no es capaz de romper una relación, a pesar de que le causa malestar psicológico significativo. Si en nuestra infancia siempre hemos tenido unos padres que siempre discutían, con conflictos violentos entre ellos, puede ser más probable que yo, en la edad adulta, tienda a buscar relaciones sentimentales de pareja que me aporten ese estrés, ese sufrimiento, dolor, porque es lo que me resulta familiar. Por eso es importante que analicemos cuál fue nuestro tipo de apego en la infancia, porque nos va a permitir ser conscientes y evitar que se repitan esos patrones. El objetivo es evitar esas relaciones disfuncionales en la edad adulta. 

—Si he vivido ese tipo de apego, ¿se puede remediar?

—Exacto, claro que se puede. Los apegos no son irreversibles. Acudiendo a un profesional de la salud mental, se puede trabajar. Si vamos a un psicólogo, que me aporte esa experiencia emocional correctiva, ese espacio en el que pueda comunicarme y expresar cómo me siento; al igual que si en mi adultez me encuentro con personas que tienen un apego seguro, me lo pueden transmitir a través del vínculo. Si nos escucha, valida, apoya, también podemos pasar de un apego ansioso a uno seguro. También puede ocurrir al contrario. Podemos haber tenido una infancia en la que nuestros padres nos han cuidado, han atendido nuestras necesidades y ha sido una infancia feliz y en cambio, en la adolescencia, haber sufrido bullying en el instituto. Al final, eso me genera ese apego inseguro. El apego no es estático.

—¿Cómo de frecuente es que las relaciones tóxicas se den con personas que tenemos muy cerca?

—Es un tema que sale mucho en consulta porque aquellas personas con las que pasamos más tiempo y convivimos, son las que más nos afectan en nuestras emociones y el día a día. Al final, los mandatos sociales, los mensajes que nos transmite la sociedad suelen ser que en la familia todo hay que perdonarlo. Nos transmiten el mensaje de que, pase lo que pase en la familia, tengo que aguantar lo que sea.

—¿Y no deberíamos?

—No. Nos tenemos que proteger dentro del ámbito de la familia. Si estamos sufriendo violencia, ya sea física o psicológica, tenemos que ponerle límites a eso. Aunque hayamos interiorizado esos mensajes, no siempre es así.

—¿Qué es la filofobia?

—Consiste en ese miedo a enamorarse y a iniciar una relación de pareja. Al final, una relación sentimental en la adolescencia caracterizada por esa posesión, ese control, esos celos patológicos, me pueden hacer mucho daño y sufrir esa filofobia. Incluso si en mi infancia he visto que la relación de mis padres ha sido muy tormentosa, de discusiones, relaciono las relaciones de pareja con ese sufrimiento porque he aprendido que el amor implica dolor desde mi infancia. Por eso puede surgir esa filofobia. 

—¿Cómo de frecuente es sufrirla?

—Yo lo veo muchas veces en consulta, personas que sufren mucho cuando están empezando a conocer a alguien. Tienen miedo a que vuelvan a aparecer los fantasmas del pasado, tienden a generalizar. Si anteriormente me han hecho daño, es probable que me vuelva a ocurrir. Reticencias a abrirse, a dar el paso de conocer a esa persona, incluso muchas veces, de manera inconsciente, buscan todos los fallos que tenga para distanciarse y evitarla. Es un fenómeno que es más común de lo que parece. Al igual que el tema de los celos patológicos.

—¿En qué consisten?

—Si hemos tenido relaciones previas donde nos han sido infieles y nos han engañado, luego aunque empieces a conocer a una persona que no da indicios de absolutamente nada de eso, esa historia del pasado se activa y me limita a la hora de relacionarme con mi pareja, en el momento actual. 

—¿Cuáles son las señales que nos puede mandar nuestro cuerpo de que estamos quemados en el trabajo? Más conocido como síndrome de burnout. 

—Hay que estar muy pendientes de atender a nuestro cuerpo, a lo que nos está diciendo. Esos posibles dolores de cabeza, estómago, musculares, u otros síntomas físicos que nos parecen extraños, no sabemos a qué se deben. Pueden estar en la raíz de este problema. El malestar psicológico, si no lo atendemos, se puede expresar a través de nuestro cuerpo con somatizaciones.

—Dolores a los que no le tenemos explicación. 

—Sí, dolores que parece que son inexplicables, pero evidentemente tienen un sentido. También tenemos que tener en cuenta nuestros hábitos de sueño, si se han visto modificados. Estamos constantemente preocupados por temas del trabajo, si vamos a llegar a cumplir todas las funciones que nos han mandado. También si nos cuesta mucho ir: me arrastro para ir al trabajo y tengo muchas dificultades para atender y concentrarme una vez que estoy allí. Eso también hay que tenerlo en cuenta. Sentimos que nos falta energía, motivación para ser productivo. Todo eso hay que considerarlo. Salimos del trabajo y nos cuesta desconectar, ese también puede ser un signo de que algo no va bien.

—Hablamos de esa parte que recae en nosotros, pero puede no ser fácil salir de ahí. 

—Vivimos en un sistema enfermo que nos enseña desde pequeños que tenemos que producir. Es como si estuviésemos en un videojuego pasando fase por fase. Tengo que pasar del instituto a la universidad, de esta a trabajos precarios para ganar experiencia, para luego tener un trabajo mejor que resulta igual de precario. Vivimos en unas condiciones laborales muy tóxicas y nocivas para nuestra salud física y mental. El sistema se encarga de hacernos creer que somos robots cuya función es producir y más producir. Ese perfeccionismo excesivo que nos impone la sociedad, esa exigencia desmesurada, la interiorizamos y la hacemos nuestra. Ya soy yo mismo el que empieza a dar el cien por cien de mí. 

—En el libro hablas del trastorno de ansiedad generalizado. ¿Cuál es el primer paso para salir del bucle?

—Es importante identificar cuando la preocupación está siendo útil y cuando no, porque tenemos que ver qué depende de mí y que no. Esa es la principal pregunta que tenemos que hacernos, porque la preocupación adaptativa, la que es funcional, es aquella en la que yo le doy vueltas a algo, el tiempo justo y necesario para luego llevarme a ocupar. Es un paso previo de planificación de solución de problemas, para luego llevar a cabo la acción y luego ocuparme en resolver eso. Es importante tenerlo en cuenta porque si empezamos a rumiar casi todos los días, lo único que voy a conseguir es que me voy a quedar en ese estado de rumiación que no resulta útil.

—¿Y si no resulta útil esa preocupación?

—Una de las cosas que podemos hacer es la difusión cognitiva, una técnica que se utiliza mucho en la terapia de aceptación y compromiso y que se basa, básicamente, en tomar una serie de estrategias para tomar distancia de esos pensamientos. Es normal que aparezcan, pero tenemos que intentar que los pensamientos negativos o desagradables, distanciarnos de ellos. Aparece, pero no me engancho, intento verlo como un simple pensamiento y yo dirigirme a lo que es importante en mi vida y a mis valores.

—Invitas a dar un golpe sobre la mesa para priorizarnos a nosotros mismos. 

—Quizás estamos en esa rueda de hámster, centrados en la producción absoluta y las necesidades de los demás, con el rol de salvador, y no centrándonos a nosotros mismos. No tenemos en cuenta nuestras necesidades. Con este libro lo que pretendo es que la persona tome conciencia de que sus necesidades son importantes y de que tenemos que priorizarnos por encima de un trabajo tóxico, relaciones disfunciones y las expectativas que hay sobre nosotros. Tenemos que tenernos en cuenta, autocuidarnos y saber que necesita nuestro cuerpo.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.