Donald Robertson, terapeuta: «Todos estamos de acuerdo en que los amigos son importantes, pero nos comportamos como si no lo fueran»

SALUD MENTAL

El experto en la relación entre la psicoterapia moderna y la filosofía clásica cree que si queremos pensar como Sócrates «debemos aprender a pensar más por nosotros mismos»
13 feb 2025 . Actualizado a las 17:39 h.Lograr una vida más auténtica y reflexiva a través del padrino de los estoicos, Sócrates. Es lo que propone Donald Robertson, psicoterapeuta cognitivo-conductual y miembro de la Royal Society for Public Health (RSPH). Está especializado en la enseñanza de habilidades psicológicas a partir de evidencias científicas y es experto en la relación entre la psicoterapia moderna y la filosofía clásica —griega y romana—. Después de publicar Piensa como un emperador romano (Temas de hoy, 2024), llega a las librerías Piensa como un filósofo griego, de la mano de la misma editorial, con el que invita a huir de «voces que prometen respuestas rápidas» y, por el contrario, ralentizar, cuestionar y después el valor de la verdadera sabiduría.
—¿Por qué podría decirse, según usted, que Sócrates es el precursor de la terapia cognitiva conductual?
—Por dos razones: una teórica y otra práctica. La terapia cognitiva conductual se basa en la premisa de que nuestras emociones están determinadas por las creencias correspondientes (también conocidas como «cogniciones»), en mucha mayor medida de lo que solemos suponer. Por ejemplo, nos enfadamos porque tenemos pensamientos de enfado. Los fundadores de la terapia cognitiva conductual reconocieron que los orígenes filosóficos de su enfoque se encontraban en el estoicismo antiguo. Suele explicarse citando el famoso dicho del filósofo estoico Epicteto: «La gente no se angustia por los acontecimientos, sino por su opinión sobre los acontecimientos». Sin embargo, los estoicos, a su vez, derivaron esta forma de entender la emoción de Sócrates, que murió aproximadamente un siglo antes de que se fundara su escuela. Si Sócrates es, en cierto sentido, el «abuelo» del estoicismo, también puede considerarse el tatarabuelo de la terapia cognitivo conductual.
Esta toma de conciencia de la naturaleza cognitiva de las emociones instigó lo que a veces se denomina la «revolución cognitiva» de la psicoterapia. Ahora podemos empezar a cuestionar nuestras creencias para cambiar nuestras emociones. Sócrates era famoso por su característico «método socrático», un enfoque del diálogo filosófico que él ya describía como una especie de «terapia para la psique». Aaron T. Beck, el fundador de la terapia cognitiva, dijo que tras estudiar La República de Platón en la universidad, desarrolló la idea de que un método similar, al que llamó «cuestionamiento socrático», debía convertirse en la práctica central de su enfoque de la psicoterapia. Así que, al menos hasta cierto punto, podemos agradecer a Sócrates tanto la teoría como la práctica de la terapia cognitiva conductual.
—Sócrates desarrolló un método para ayudarnos a distinguir entre «apariencia» y «realidad», una problemática muy presente en nuestro día a día, sobre todo con las redes sociales. ¿Qué consejos cree que nos daría Sócrates en este sentido?
—En última instancia, es nuestra capacidad de razonar la que nos permite cuestionar las apariencias, ver más allá de ellas e inferir la realidad. Sócrates observó que, por supuesto, la luz y el ruido, cuando están lejos, parecen más tenues y silenciosos que cuando están cerca. Sin embargo, una vez que sabemos esto, la razón nos dice que una explosión que vemos y oímos solo de lejos debe haber sido mucho mayor y más ruidosa de cerca, en la realidad. La experiencia nos dice que, en estos casos, la realidad no es exactamente lo que parece.
—¿El método socrático nos ayuda a no dejarnos engañar por las apariencias?
—Sí, porque nos anima a darnos cuenta de las contradicciones de nuestro pensamiento y a intentar resolverlas racionalmente. Por ejemplo, supongamos que un político sin escrúpulos decidiera explotar las redes sociales para hacerle creer que todos los escoceses, como yo, representan una amenaza inminente para su sociedad. Un individuo engañoso podría editar vídeos de forma selectiva o citar cosas que los escoceses han dicho fuera de contexto, con el fin de crear una impresión muy engañosa de nosotros, una falsa apariencia. Sócrates nos aconsejaría examinar esta impresión con mucho cuidado y preguntarnos si podría haber pruebas que nos proporcionen una impresión contraria, una de que los escoceses son inofensivos o que incluso benefician a la sociedad. Tenemos que poner a prueba nuestras impresiones de esta manera, utilizando la razón para cuestionar las apariencias iniciales, con el fin de llegar a la verdad subyacente.
—¿Cuáles serían los primeros pasos para empezar a pensar como un filósofo griego en nuestra vida diaria?
—Pues bien, un tanto irónicamente, si queremos pensar más como Sócrates, que en mi opinión es el mayor filósofo griego, debemos aprender a pensar más por nosotros mismos. Un joven preguntó una vez a Sócrates en qué parte de la vida cotidiana debía empezar a aplicar el método filosófico. Sócrates le dijo que empezara por examinar sus suposiciones sobre lo que es bueno y lo que es malo. Para los filósofos griegos eso no era principalmente una cuestión de moralidad, sino de florecimiento humano.
En la psicoterapia moderna hacemos algo parecido cuando pedimos a la gente que aclare sus valores fundamentales: ¿qué constituye para ti el florecimiento o la realización personal? En otras palabras: ¿cuál es su objetivo fundamental en la vida? Sócrates nos pide que consideremos si la satisfacción proviene del dinero, la propiedad, el estatus, la reputación u otras cosas externas que parecen ser los principales objetivos de la mayoría de la gente en la vida. ¿O el verdadero objetivo de la vida podría estar más relacionado con nuestro carácter, como tener la sabiduría de utilizar bien las ventajas externas en lugar de utilizarlas mal? Haríamos bien en empezar a plantearnos preguntas como estas.
—¿Qué es la eudemonía?
—Es una de las palabras más importantes de la filosofía griega, pero es difícil de traducir al español. Convencionalmente se traduce como «felicidad», pero la mayoría de los estudiosos coinciden en que es engañoso. Literalmente, significa tener una buena relación con el «daimonion», una especie de espíritu que media entre el hombre y los dioses, algo así como un ángel de la guarda. Sin embargo, la palabra eudaimonía se utilizaba normalmente para referirse a la condición de alguien que vive una vida buena, o incluso la mejor posible. Así que una mejor traducción al español sería «florecimiento» o «plenitud».
En resumen, es el objetivo de la vida, según la mayoría de los filósofos griegos. En lo que no estaban de acuerdo era en qué ingredientes componen la eudaimonía: ¿se trata de paz mental, placer, sabiduría, o alguna combinación de ventajas prácticas en la vida? Sócrates creía claramente que algún tipo de sabiduría era la clave de la eudaimonía; después de todo, filosofía significa amor a la sabiduría. Sin duda, hoy nos beneficiaría preguntarnos qué significa prosperar y considerar esta cuestión en profundidad.
—¿Cuál es la diferencia entre sentirse bien y estar bien?
—Equiparar sentirse bien con estar realmente bien sería un ejemplo común de confundir la apariencia con la realidad. Un heroinómano puede sentirse de maravilla mientras consume la droga, pero no consideraríamos que está floreciendo o que le va bien. Por otra parte, alguien que está completando un reto heroico, como correr una maratón, puede sentirse agotado y en agonía, pero, sin embargo, puede estar haciéndolo extremadamente bien en términos de su logro.Sentirse bien es la apariencia de estar bien: las cosas que saben bien suelen ser buenas para comer, pero no siempre. Tenemos que aprender a ver más allá de esas impresiones iniciales y juzgar nuestro bienestar no solo por cómo nos sentimos en ese momento, sino también por cómo lo estamos haciendo, por ejemplo, en términos de nuestros valores fundamentales.
—En este contexto, ¿la depresión, según usted, tiene más que ver con la falta de placer o con la falta de sentido?
—Los modernos terapeutas cognitivo-conductuales creen que la depresión tiene más que ver con el sentido que con el placer. En los años setenta, los tratamientos para la depresión clínica recomendaban ayudar al cliente a hacer una lista de actividades placenteras y a programar más tiempo para ellas durante su semana. Ahora, en cambio, ayudamos a los clientes a clarificar sus valores fundamentales y a planificar su día para tener más oportunidades de participar en actividades significativas, que son satisfactorias y conducen a la eudaimonía, porque satisfacen nuestros valores más profundos.
—¿Puede proporcionar un ejemplo?
—Por ejemplo, comer chocolate puede ser agradable, pero probablemente no va a curar tu depresión. Sin embargo, si reflexionas sobre tus valores fundamentales y te das cuenta de que quieres ser una persona creativa o compasiva con los demás, dedicar tiempo a hacer incluso pequeñas cosas que ejemplifiquen estas cualidades puede ayudarte a mejorar tu calidad de vida en general e incluso a aliviar los síntomas de la depresión.
—¿Qué es el distanciamiento cognitivo?
—A veces hablamos del desapego consciente, o «distanciamiento cognitivo», como una forma de experimentar nuestros pensamientos en la terapia cognitivo-conductual. Piensa en ello no solo como la capacidad de contemplar tus propios pensamientos desde la distancia, sino también como la capacidad de separar tus pensamientos de la realidad. Aaron T. Beck, el fundador de la terapia cognitiva, solía explicarlo así: supongamos que llevas unas gafas de color que tienen unos tristes cristales azules; puede que lleve tanto tiempo con ellas puestas que se olvide de que el azul que ve a su alrededor procede de las lentes y, en su lugar, asuma que las casas son azules, la gente es azul, todo es triste y azul. Sin embargo, estaría confundiendo apariencia y realidad. Que las cosas parezcan azules no significa que realmente sean de ese color. De repente, te quitas las gafas y te das cuenta de que el azul reside en las lentes, no en los objetos externos. Y como señaló Beck, ocurre lo mismo con la depresión.
—¿En qué sentido?
—Adoptamos creencias y formas de pensar tristes sobre la vida y olvidamos que son subjetivas: potencialmente podríamos ver el mundo desde muchas otras perspectivas. El desapego que nos interesa es la capacidad de darnos cuenta de que tenemos pensamientos depresivos, ansiosos o de enfado, y de darnos cuenta de que son solo pensamientos y no toda la historia. Cuando somos capaces de hacer esto, es como si observáramos nuestros propios pensamientos de la misma forma que observaríamos los pensamientos de otra persona, con cierto grado de desapego y mayor objetividad. Esto tiende a reducir la intensidad de la emoción, pero también conduce a una mayor flexibilidad en nuestra forma de pensar y de afrontar las cosas, de modo que nuestro comportamiento, con el tiempo, también cambiará, y puede que no solo nos sintamos mejor, sino que mejoremos.
—¿Debemos cuestionarnos más sobre nuestra vida y las personas que forman parte de ella?
—Sí, por supuesto, debemos cuestionarlo todo, siempre que lo hagamos racionalmente. Ser humano es pensar, y para pensar debemos hacernos preguntas.
—¿Cuáles son las preguntas más importantes que podemos hacernos?
—Las que se refieren a las cosas más importantes, como nuestro modo de vida en sí, nuestros valores, relaciones, etcétera. A Sócrates le gustaba preguntar a la gente si un pastor sabe cuántas ovejas tiene. Un pastor de la antigua Grecia tiene un único trabajo: contar las ovejas. Un buen pastor debe saber si una oveja se ha descarriado, pues de lo contrario podría despeñarse o ser devorada por un lobo. «Es una pregunta tonta», dirían. «Claro que un pastor sabe cuántas ovejas tiene». Y Sócrates seguiría preguntando: «¿Qué es más importante, los amigos o las ovejas?». La gente le miraba como si estuviera loco. Los amigos son más importantes que las ovejas, por supuesto, responderían. «Ah», decía Sócrates, «en ese caso, ¿cuántos amigos tienes?». La gente se avergonzaba porque rara vez podía dar una respuesta sencilla a esta simple pregunta. No lo sabían. «Pero tú has dicho que los amigos son más importantes que las ovejas», dijo Sócrates. La cuestión es que todos estamos de acuerdo en que los amigos son muy importantes, pero nos comportamos como si no lo fueran porque ni siquiera pensamos detenidamente qué significa la palabra «amigo», ni cómo decidir exactamente dónde está el límite entre alguien que es amigo y alguien que no lo es. Nuestro pensamiento es sorprendentemente vago, incluso sobre lo que todos consideramos las cuestiones más importantes de la vida.
—¿La filosofía socrática también puede utilizarse como terapia cognitiva contra el miedo?
—Sí. Sócrates creía que también tememos las cosas equivocadas de la vida debido a nuestra tendencia a confundir apariencia y realidad. Podemos utilizar la razón para cuestionar nuestras impresiones y llegar a una respuesta más racional ante las situaciones temidas. Ahora sabemos que hay distintos tipos de ansiedad y que se benefician de distintos tipos de terapia. Sin embargo, en muchos casos en los que nuestro pensamiento es la fuente de nuestra ansiedad, podemos aprender a observar nuestros pensamientos y cuestionar nuestras creencias, de forma que se alivien el miedo y la ansiedad. Por ejemplo, si te preocupas por algo, probablemente estés mostrando un sesgo cognitivo que los psicólogos denominan «pensamiento catastrofista», que consiste en exagerar lo malo que sería que ocurriera el suceso temido y minimizar tu capacidad para afrontarlo. Aprender a tolerar la incertidumbre y enumerar todas las razones que tienes para dudar de que tu pensamiento catastrofista sea correcto, las pruebas a favor y en contra de esa perspectiva, puede ayudarte a reducir tu ansiedad con el tiempo. Al fin y al cabo, uno de los principales beneficios psicológicos del método socrático suele ser nuestra capacidad de ver los acontecimientos de forma más flexible, desde perspectivas alternativas.
—Y por último, una pregunta un poco más abierta: si Sócrates pudiera aproximarse a nuestros problemas actuales, ¿qué reflexiones cree que haría?
—Mi sincera opinión es que si Sócrates saliera de una máquina del tiempo, su primera constatación sería que una de las cosas que más tememos ya ha sucedido. A Sócrates le preocupaba que la gente se volviera demasiado pasiva en su aprendizaje y dependiera demasiado de memorizar cosas que había oído en conferencias o leído en libros. Repetimos lo que oímos como loros, sin entenderlo realmente ni saber lo que significa. En la era de la información, tenemos acceso a un sinfín de opiniones de innumerables personas, y ahora también de la inteligencia artificial, pero no somos necesariamente mejores pensando por nosotros mismos. Corremos el riesgo de delegar la mayor parte de nuestro pensamiento en otras personas, o incluso en máquinas. Sócrates nos animaría a pensar en la sabiduría no como un montón de opiniones que podemos adquirir en línea, sino como un proceso dinámico, una habilidad cognitiva que podríamos aprender practicando el método socrático.