La «niña buena», el «hijo ancla», «chivo expiatorio» u «oveja negra»: ¿qué rol tienes en tu familia?

SALUD MENTAL

En la psicología sistémica se considera que cada uno de sus miembros tiene un rol, «como una especie de coreografía»; te contamos cuáles son los más comunes
22 jun 2025 . Actualizado a las 15:08 h.Rosa Muñoz, psicóloga y divulgadora, considera que la familia es como una obra de teatro donde pueden repartirse diferentes papeles: los roles. «Estos no se eligen, determinan cómo nos relacionamos con el resto de miembros, cómo nos comunicamos con ellos y cómo percibimos nuestras necesidades y las de los demás».
En la psicología sistémica —enfoque que estudia las relaciones y patrones de comunicación dentro de un sistema, como una familia o un grupo social, para comprender y modificar dinámicas problemáticas— se habla de una especie de coreografía. Sin embargo, el baile que desempeña cada uno no es fijo. «Pueden evolucionar, aunque muchas veces hay quien se resiste a este cambio», asegura. La niña buena o el síndrome de Wendy, el hijo ancla, el chivo expiatorio y la oveja negra son algunos de los más frecuentes.
La niña buena o el síndrome de Wendy
«Es muy difícil salir de este rol», avanza Muñoz. Se da principalmente en las niñas, que suelen ser las encargadas socialmente de mantener la calma, estar centradas y cuidar de los demás. «Pero este papel también puede ser interpretado por un niño si el teatro familiar así lo requiere», matiza en su libro Cápsulas de psicología para cualquier momento (Paidós, 2025).
Aquella persona que se encasilla en este papel debe madurar demasiado pronto. «A base de minimizar sus emociones y creer que pedir ayuda es egoísta si sale de sus labios. Esto hace que asuma la misión de cuidar a los demás por encima de sí misma, sin importar sus propios deseos, sin exponer preocupaciones o problemas a los demás», amplía. Todo esto conllevaba a que nunca cuenten sus miedos o inquietudes, para que el entorno no las considere inmaduras.
Además, aprende a ser perfecta a ojos de los demás. «Y esta perfección comienza a ser parte de sí misma». Aunque esta implique ir en contra de lo que de verdad siente. No decir lo que piensa, no poner límites, sonreír aunque no apetezca. «Para que los demás puedan sentirse bien y no enfadarse porque, si lo hacen, los demás dejarán de ver en ella la imagen de niña buena que proyecta y la apartarán, dejándola sola». Se suele asociar con Wendy porque en el popular cuento Peter Pan, ella era la hermana mayor y se hacía cargo de los niños perdidos, sus hermanos, e incluso del propio protagonista. Si bien la psicóloga experta en apego apunta a una diferencia, clasificando dos grupos dentro de este rol: «Mientras que el síndrome de Wendy está más enfocado en cuidar a los demás por encima de una misma, el de la niña buena se basa más en la obediencia y el conformismo».
El hijo ancla
El hijo ancla no puede desprenderse de sus padres, ya sea de ambos o de uno de ellos. «Aunque suele ser más común cuando falta uno de los progenitores», aclara la experta. Como se le ha enseñado a no apartarse de ellos, no puede irse de casa aunque desee hacerlo, por si acaso. «Incluso puede haber formado una nueva familia, pero antepone los deseos de los padres a los de su familia actual, por lo que se crea conflicto. Siente que le necesitan y que no puede alejarse de ellos, ya que reclaman su atención y cuidados de forma constante».
Aquel que se encuentra dentro del rol del hijo ancla puede llegar a anteponer sus miedos y deseos a los de sus padres. Pero, según apunta la especialista, «a pesar de esta devoción absoluta, son hijos duramente criticados a los que les convencen de que no hacen nada bien. Por lo que no pueden avanzar, están anclados en el pasado y en un sistema familiar anterior que no les corresponde».
El chivo expiatorio
Muñoz cree que el chivo expiatorio puede llegar a ser el personaje más importante de la familia. «Es el que mantiene la unión familiar y la armonía entre sus miembros, porque sobre él recaen todas las culpas de los conflictos que se producen en el sistema, es decir, se señala ante todos los problemas de la familia». Esta persona, aunque puede ser inocente, es utilizada para justificar las acciones y emociones de otros miembros de la unidad familiar. Se da, sobre todo, en entornos tóxicos y disfuncionales. Así, el chivo expiatorio se siente solo aunque llegue a estar rodeado de gente, porque recoge toda la presión familiar.
La oveja negra
«Es uno de los papeles que rompe el baile del movimiento familiar porque es la encargada de favorecer el cambio dentro de la familia», cuenta Muñoz. «Siempre vemos la oveja negra como un elemento que es malo, que no nos gusta, pero en realidad es la que cambia la dinámica. Puede que la familia lleve muchísimo tiempo con unas actitudes que no resultan saludables y esta persona intentar cambiar estos aspectos, estas conductas».
De esta forma, la oveja negra saca a la luz «los trapos sucios» para poder cambiarlos. «Pero claro, ahí también nos encontramos con cómo puede reaccionar la familia: puede recoger esto o apartarlo», remarca la psicóloga. Por eso, algunas ovejas negras se convierten en las expulsadas y otras en las grandes queridas, «porque al final son las que mueven todo el sistema».