Rosa Muñoz, psicóloga: «La sonrisa es la máscara perfecta de la ansiedad»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Rosa Muñoz es psicóloga y divulgadora.
Rosa Muñoz es psicóloga y divulgadora.

La profesional desmonta mitos que existen sobre las neurodivergencias: «En la dislexia el más frecuente es pensar que no saben diferenciar la b y la d; en el TDAH, que son vagos»

26 jun 2025 . Actualizado a las 18:12 h.

Rosa Muñoz se define como una apasionada de la mente humana. Graduada en psicología, está especializada en neurodivergencias y trastornos relacionados con la alimentación y la violencia de género. Más conocida como @psico_alas en redes, sus cuentas empezaron con el objetivo de acabar con los mitos de la salud mental, aunque a día de hoy son una gran comunidad de amantes de la psicología; solo en Instagram acumula más de 728.000 seguidores. Acaba de publicar su primer libro Cápsulas de psicología para cualquier momento (Paidós, 2025), en donde explora temas como la ansiedad, el narcisismo o las neurodivergencias, entre otros. 

—Dices que la sonrisa es el mejor disfraz de la ansiedad, ¿por qué?

—Las personas intentamos ocultar siempre todo lo que sentimos por protección. No queremos parecer débiles ni preocupar a los demás. La sonrisa se convierte en esa máscara perfecta para ocultar todos estos sentimientos que nos remueven por dentro. Ponernos como que somos más duros de lo que realmente somos. Aunque realmente es una forma un poco cruel de hacerlo con nosotros mismos. Nos obligamos a hacer planes, a seguir como si todo estuviese bien y cuando llega el momento a lo mejor no podemos y tenemos que cancelar. Esta sonrisa parece que nos está ayudando a seguir adelante y en realidad lo que está haciendo es el efecto contrario, empeora más la situación. Porque tú no lo quieres decir, pero tu cuerpo sí lo hace. La ansiedad tiene esa respuesta física que se produce ante un peligro inminente. Nuestro cuerpo lo recoge como si fuera un peligro y nuestro cerebro actúa en consecuencia, pone al cuerpo en alerta. 

—¿Cómo se puede manifestar esa ansiedad en el cuerpo?

—Empieza a mostrar mucha actividad en las zonas en las que cree necesitarla y la quita de otras que cree más secundarias. Empezamos con movimientos de piernas, de brazos, todo el cuerpo está como muy agitado. Nuestro corazón empieza a procesar muchísima más cantidad de sangre y empiezan las taquicardias. Nuestros pulmones intentan recoger mucho oxígeno, nuestra respiración es entrecortada. Sentimos náuseas con la ansiedad e incluso vómitos. Se produce un desgaste físico que hace que el sistema inmune se acabe debilitando y bajen las defensas, por lo que la ansiedad también nos expone a sufrir muchas más enfermedades.

—Llegas a afirmar en el libro que la ansiedad es como un virus, ¿por qué?

—Por la empatía que tenemos y la forma en la que reacciona nuestro cerebro. Estás tranquilo en casa y de pronto llega tu pareja o tu hermano y está muy alterado. Al final tú acabas como él, has pasado de un estado de relajación a, de pronto, ponerte en el mismo estado, a su nivel de activación emocional y física. Esto se debe a la empatía y a cómo reacciona nuestro cerebro con las neuronas espejo, que lo que hacen es conectar con lo que está sintiendo el otro. Al estar en el mismo contexto y situación, se activa ese instinto. Al ver al de al lado que está tan activo, nuestro cerebro se pone en alerta para responder a una situación que no conocemos, pero que vemos que nos puede generar ese peligro. Por eso es como un virus, porque al final nos acabamos contagiando de ella. Debemos conocernos y saber cómo bajar esos niveles de activación, desvincularse un poco de eso que está pasando a tu alrededor y poder tomar una visión más externa y saber si realmente es una amenaza o no.

—¿Y cómo se relaciona la procrastinación con la ansiedad? ¿Puede ser un signo de que la estamos padeciendo?

—La ansiedad activa el cerebro con una sobrecarga de pensamientos y de emociones. Hay muchísima actividad cerebral, por lo que el procesamiento de la información no es el adecuado. No somos capaces de establecer un orden correcto para realizar las tareas, entonces acabamos tan saturados que lo vamos dejando para más tarde y hace que se vayan acumulando. La ansiedad en un primer momento surge como una respuesta para hacer las cosas más rápido, pero al final se va instalando en nosotros y realmente produce el efecto contrario, es decir, se convierte en un impedimento para realizar todas estas tareas que tenemos que hacer y entonces las vamos procrastinando, dejando y la ansiedad va subiendo. Al final lo que pasa es que no conseguimos hacerlas porque nuestros niveles de activación cerebral son tan altos que no podemos.

—¿Cómo podemos regular ese cerebro que padece ansiedad?

—La mejor forma de manejar la ansiedad es mediante la introspección y la meditación, que son dos herramientas que se basan justo en la persona. Conocernos a nosotros mismos, saber cómo funcionamos, cómo pensamos, saber qué pensamiento me lleva a otro, por qué estoy haciendo esto, conocerte a ti mismo. Al final acabamos conociendo más todo lo que tenemos a nuestro alrededor. Somos nuestros grandes desconocidos. Nos merecemos parar y dedicar un tiempo para nosotros, para conocernos y también para querernos tal y como somos, perdonándonos nuestros errores, que somos nuestros mayores haters

—¿Por qué?

—Porque cuando cometemos un error, lo estamos recordando y recordando. Cuando abandonamos toda esa autoexigencia con la que cargamos y que tanto daño nos está haciendo, somos capaces de ver la vida de otra manera. También ayuda mucho la meditación, justo para parar en esta vida tan frenética. Nos ayuda a conectar con el aquí y ahora, porque la ansiedad está muy relacionada con el futuro, lo que voy a hacer. Se trata de redirigir todos esos pensamientos a un lugar, establecer un lugar para ellos y que no terminen por controlar toda nuestra vida.

—¿Cómo es un narcisista?

—Los narcisistas intentan que no se les vea, pero tienen un problema: quieren que los demás les admiren, ese es su punto central. Normalmente imaginan unos ideales y estos los proyectan para que los demás crean que los tiene. Nos convertimos en espectadores de un teatro que él mismo protagoniza. Lo que quiere es que nosotros estemos alabándoles y para conseguirlo utilizan todas las técnicas que haya a su alcance. Nos manipulan lo máximo posible para poder conseguir este objetivo: que les admiremos. Esto, unido a que carecen de empatía y que lo más importante son ellos mismos. No les importa pisotearnos o hacernos sentir mal, porque todo vale. 

—¿Cómo identificarlo?

—Lo primero que hay que hacer para identificar a un narcisista es conocer las técnicas de manipulación que hay, porque como ellos son expertos y se les ha dado tan bien y tienen tanta práctica, nos pillan a nosotros que no sabemos cómo va y nos engañan. Pero si nosotros conocemos cuáles son las técnicas tenemos más opciones de poder reconocerlos 

—¿Una técnica narcisista que veas que se está instaurando demasiado?

—Una de ellas es el gaslighting, la luz de gas en español. Ahora mismo, incluso hay cuentas en redes sociales que promueven ligar a través de esta técnica. Proponen que tú le escribas un mensaje y luego ella te escriba, entonces tú ya no le contestas, entonces ella espera que escriba otra vez y luego ya le contestas, pero luego ya la dejas en visto… Es manipular el cerebro para que la otra persona esté pendiente de ti. Esto es narcisismo de manual. 

—¿Una persona narcisista se da cuenta que lo es?

—Cuando hablamos de narcisistas pensamos: «Qué cruel, ¿cómo puede estar haciendo esto? Qué despiadado». No podemos creer que esto se haga sin ningún tipo de remordimiento. Creo que habría que diferenciar los que son capaces de diferenciar entre el bien y el mal, pero lo importante para ellos es perseguir sus metas. Luego están los que minimizan sus acciones diciendo que no es para tanto y que es una tontería. Los grandiosos son los que creen que lo merecen todo; son superiores, maravillosos, los reyes. Ellos se pueden equivocar, mentir y lo que les da la gana y no van a tener consecuencias porque son mejores. 

—¿En qué se diferencia el cerebro de una persona altamente sensible al de otra persona común?

—Hay que destacar que, cuando se hablaba de personas altamente sensibles (PAS), lo primero que hicieron fue investigar a nivel cognitivo, con resonancias magnéticas y otro tipo de pruebas, el cerebro. Lo digo porque ahora hay mucha gente que dice que estas personas no existen, cuando esto se ha investigado. Lo que estudiaron fueron la ruta de procesamiento sensorial del cerebro, y se consiguió. Cogieron a personas que tenían un cerebro distinto que era más sensible y estudiaron sus cerebros con técnicas físicas. 

 —¿Qué descubrieron?

—Que el cerebro altamente sensible es muy rápido, tiene muchas más conexiones sinápticas entre las diferentes regiones y todo esto se traduce en que recogen más información sensorial de todo lo que tienen alrededor y la procesan más profundamente. Esto en realidad es maravilloso porque perciben el mundo con una capacidad que el resto no somos capaces de imaginar. De esta forma también son más creativos, tienen más conexión con las sensaciones, las emociones y los sentimientos. En realidad es una maravilla, pero ellos se sobrecargan mucho. 

Muchas personas que son altamente sensibles al final lo que les pasa es que intentan decir: «No, ser así no es bueno». En muchas neurodivergencias tienen este tipo de cerebros y toda esa información que recogen del exterior y todo ese procesamiento interno que tienen, al final les genera mucho sobrepensamiento y actividad cerebral que les interfiere en su vida. Por eso hay que poder conseguir estrategias que nos ayuden sobre este tipo de cerebros. 

—¿Qué mito sobre la dislexia dirías que tenemos muy instaurado?

—Creo que el más instaurado es que pensamos que la persona que padece dislexia no sabe diferenciar la b y la d. El problema de los mitos es que nos encierran, porque la dislexia es creatividad, pensamiento divergente, es alta capacidad espacial. Nos estamos centrando en dificultades en vez de valorar lo que realmente es un cerebro con dislexia. No hay que tener miedo a un diagnóstico de dislexia, pero sí que es verdad que tenemos que potenciar este cerebro que procesa la información de una forma distinta, que es un poco en lo que nos basamos tanto en la dislexia como en el resto de neurodivergencias. 

—Voy a mencionar una frase textual de tu libro: «La palabra vago se dice tanto en el TDAH que a veces la interiorizan como si fuese un rasgo de su personalidad con las repercusiones emocionales que esto implica». 

—Igual que he dicho que en la dislexia se centran en no saber diferenciar la «b» y la «d», al final con el TDAH el mito que más existe es que son vagos. «Tienen mucho potencial, pero no les da la gana hacerlo», suelen decir. La frase que más escucha una persona con TDAH es: «No lo haces porque no quieres». Se repite tanto… y es mentira. Y no digo solo por parte de los padres, también a nivel docente. Y aquí quería hacer un inciso porque los docentes, por lo menos desde mi visión, sé que hay mucha preocupación por estos alumnos. Pero hay mucho desconocimiento, se necesita mucha difusión. Al final, los niños creen lo que oyen y si tú le dices que no lo hace porque no quiere, él se lo va a creer. La autoestima se va destruyendo, hay que trabajarla mucho. En realidad, en todas las neurodivergencias. Las personas con TDAH no eligen no hacer caso, simplemente tienen un cerebro diferente que les hace pensar de una forma diferente.

—¿Cómo es el cerebro de una persona con TDAH?

—Este tipo de cerebro tiene un patrón de comportamiento que se llama evitación de la demanda: una resistencia inconsciente a las demandas, a todo lo que le decimos desde el exterior, pero también de una forma interna, una especie de autosabotaje. Quieres hacer algo y no consigues comenzar. Eso también tiene un nombre: parálisis por análisis. Parece que la persona con TDAH está ahí parada sin hacer nada, pero en realidad es su cabeza está teniendo un conflicto interno enorme, pero se está procesando toda esta información. Si conocemos todos estos patrones podemos establecer las estrategias necesarias para seguir adelante y no cargarle con la culpa de «eres vago» y «no lo haces porque no quieres», porque no sirve para nada. Pero las estrategias y conocerle es lo que nos ayuda a seguir adelante. 

—En neurodivergencia, ¿se detecta o se diagnostica?

—Es un melón. Realmente diagnóstico no se debería de decir porque se diagnostican las enfermedades. ¿Y de qué estamos hablando en este caso? De una característica o condición de la persona. Pero sí que la palabra diagnóstico es más específica porque hablamos de una valoración que se ha llevado a cabo a nivel psiquiátrico o psicológico. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.