Lorenzo Armenteros, médico de familia: «Pensar que cualquier alteración emocional conlleva un problema de salud mental es el mayor de los mitos»

SALUD MENTAL

Lorenzo Armenteros.
Lorenzo Armenteros. Adolfo Enriquez

El experto indica cómo identificar señales tempranas de depresión y ansiedad en jóvenes e insiste en la importancia de evitar medicalizar problemas cotidianos

30 jul 2025 . Actualizado a las 17:20 h.

La salud mental de los adolescentes está en riesgo. Hoy, muchos jóvenes comienzan a reportar síntomas de problemas emocionales a partir de los 14 años. «Pero si empezamos a tratar y a conocer a estos jóvenes y hacemos diagnósticos adecuados, es muy probable que esta tendencia se reduzca y que en unos años podamos hablar de que las enfermedades mentales han disminuido», asegura el doctor Lorenzo Armenteros, responsable del Grupo de Trabajo de Drogodependencias y Miembro del Grupo de trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). En el marco del pasado XXIII Seminario Lundbeck, Alerta joven, ¿por qué están más deprimidos los jóvenes?, el experto hace una fotografía de la situación actual en la que se encuentran los adolescentes españoles y explica cómo podemos intervenir tempranamente para evitar que la desregulación emocional se manifieste con trastornos más graves.

—¿Cómo ve el panorama de la salud mental en los jóvenes españoles hoy?

Se han incrementado mucho los problemas emocionales, hasta el punto en que cualquier situación que podría ser compatible con la vida normal, pero que implique frustración o un cierto grado de desengaño provoca un problema emocional que en muchos casos necesita atención médica o lleva a solicitarla. A veces, esto conlleva el riesgo de medicalizar situaciones difíciles de la vida pero que no tendrían por qué ser un problema a nivel de la salud mental.

—¿A qué factores atribuye este panorama de mayor fragilidad ante los eventos adversos?

—A una percepción de la salud que es errónea, porque se concibe la salud como un bienestar total y cualquier situación que se salga de ese bienestar total significa para las personas que hay algo que está alterado, cuando no es así. Esto hace que se demande mucha más atención médica y vemos que se ha incrementado el número de consultas por problemas emocionales o de salud mental.

—¿Cómo se da respuesta a estas consultas desde el ámbito de la atención primaria?

—La atención primaria es un elemento fundamental, porque es el primer espacio que recibe este inicio de problemas y en la mayoría de los casos lo resuelve. Muchos de ellos no requieren otro tipo de tratamiento, más allá de un período muy corto y una psicoterapia que pueda ayudarles a modificar los hábitos. Pero como se ha incrementado también la patología tanto ansiosa como depresiva, lo que hacemos es procurar llegar a un diagnóstico lo más aproximado posible para evitar el sobrediagnóstico y el no diagnóstico. Si es necesario o se escapa de las posibilidades de atención primaria, lo que hacemos es comunicarle con las unidades de referencia de salud mental.

—¿En el caso de los jóvenes la decisión de utilizar medicación es más complicada?

—Es más delicado todo, porque los jóvenes tienen una mayor dificultad de expresión de sus problemas y muchas veces no saben o no quieren, por pudor, definirlos, entonces, los enmascaran con una patología orgánica. A veces es complicado llegar a un diagnóstico sin tener el contexto o el trasfondo de que existe un problema emocional, una situación de bullying o una alteración del grupo social. Pero el valor que tiene la atención primaria es la posibilidad de buscar esa confianza del paciente, para poco a poco desgranar la situación y llegar a un diagnóstico y así poder valorar el riesgo en cada caso.

—¿Qué riesgos supone un caso de patología mental en un adolescente?

—El riesgo más grave de una depresión podría ser el suicidio y es fundamental que tengamos herramientas para detectar ese riesgo en determinadas personas con complicaciones emocionales o con problemas de salud graves.

—¿Cómo puede el entorno detectar este riesgo?

—Si el diagnóstico de depresión a veces es complejo, la valoración de este riesgo lo es aún más. Pero sí que hay signos que pueden hacernos sospechar, sobre todo ciertas palabras o discursos, actitudes que reflejan una idea de que la vida no importa o de que no les importa nada. Sabemos que uno de los signos principales de la depresión es la anhedonia, el no disfrutar. Pero cuando esto llega un paso más allá y le escuchamos decir que no les importa absolutamente nada, tenemos que sospechar que es una persona con una posibilidad de riesgo de suicidio.

—¿Los jóvenes suelen comunicar lo que les pasa cuando llegan a ese punto?

—En determinadas edades sí que se comunican, pero cuando son más adultos, generalmente, no. Hay que pensar que en la adolescencia, la percepción de la vida es diferente y la percepción del riesgo lo es también. Además, los jóvenes, por la dificultad de expresión que tienen, están en una situación más frágil. Quiero destacar que esto sobre todo afecta más a las chicas. El porcentaje de todas las patologías mentales es mayor en ellas.

—¿Cuáles son los problemas de salud mental más frecuentes en ellas?

—En las chicas, sobre todo, vemos reacciones ansiosas por el nivel de exigencia al que a veces se someten. Las redes sociales, con todos los beneficios que pueden suponer, son también en peligro y el nivel de comparación con similares de su entorno o situaciones que puedan querer, pero al que no llegan por la situación socioeconómica o laboral que puedan tener las chicas jóvenes, genera una intención y un deseo de obtener algo que no es alcanzable y eso conlleva una frustración, un desengaño, y el desengaño trae una ansiedad permanente. Además, el simple hecho de que en redes sociales puedan verte, hacerte comentarios, es suficiente para crear un malestar que puede derivar en una enfermedad.

—¿Qué mitos deberíamos desterrar en cuanto a salud mental?

—El mito mayor es que cualquier alteración de tipo emocional conlleva un problema de salud mental que debe tratarse farmacológicamente. Pero otro gran problema y, desde luego, con un riesgo mayor, es el del estigma, que lleva a no reconocer que está alterado algún aspecto de nuestra salud mental y que por tanto no se busque ayuda. Este estigma hace que las personas se aíslen, provoca soledad, que es otro de los grandes problemas de los jóvenes, porque se sienten solos aunque socialicen, y es algo que tenemos que rechazar. Esta reticencia a reconocer que se tiene un problema de salud mental, a decir que se está bajo una depresión o que se está con un tratamiento antidepresivo o ansiolítico, aumenta la sensación de soledad.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.