Cristina Lázaro, psicóloga: «Los pacientes que atraviesan una experiencia cercana a la muerte, dejan de tenerle miedo»

SALUD MENTAL

La experta en duelo y en experiencias cercanas a la muerte explica qué cerca de un 70 % de estas personas es divorcian después de este tipo de vivencias
03 ago 2025 . Actualizado a las 12:55 h.¿Qué sucede cuando nos morimos? Esta es quizás una de las mayores incógnita para la humanidad. En parte porque no tiene, a día de hoy, una respuesta.Tal vez por eso nos resulta fascinante escuchar las historias de personas que han estado en coma o en situaciones que clínicamente podrían considerarse muy próximas a la muerte, pero que han vuelto a vivir entre nosotros. Estas instancias se conocen como experiencias cercanas a la muerte (ECM) y son un campo de investigación que genera curiosidad, pero sobre el que hay pocas certezas. Durante más de cinco años, la doctora Cristina Lázaro ha entrevistado a más de mil pacientes, familiares y personal sanitario en la UCI y en la unidad de cuidados paliativos del Hospital Reina Sofía de Murcia. La psicóloga, especializada en pérdidas y duelo, explica lo que se sabe sobre este fenómeno y lo que podemos aprender de aquellos que han estado en el otro lado y han vuelto en su nuevo libro, Después de la vida (Roca editorial, 2025).
—¿Cómo se define una experiencia cercana a la muerte?
—Hay dos tipos de experiencias cercanas a la muerte. Una es la de muerte temporal, que es aquella experiencia que tiene una persona cuando está muy próxima a morir. Incluso en algunas ocasiones se ha certificado la muerte clínica porque no existe respiración, no hay latido, la persona está inconsciente y tiene un encefalograma plano. Pero en ese momento las personas relatan que, aunque clínicamente no hay consciencia, han visto cosas o han tenido determinadas experiencias, pueden haber visto a personas que ya han fallecido, puede que se encuentren con una revisión de su vida y de lo que ha ocurrido a lo largo de ella o incluso puede haber momentos concretos relacionados con una visión del túnel con una luz al final. Estos son relatos típicos que forman parte del evento que compone estas experiencias. Por otro lado, están las experiencias al final de la vida, donde unos dos días antes de morir la persona adquiere una consciencia plena y parece que ha recobrado su salud, aunque realmente ha ocurrido todo lo contrario.
—¿Qué sabemos a nivel científico acerca de las causas de este tipo de experiencias?
—La causa no se conoce. Yo le he preguntado esto a Raymond Moody, que fue la primera persona que investigó sobre estas experiencias, y me dijo que todavía no tenemos las herramientas para conocer por qué a algunas personas les ocurre y a otras no. A nivel científico, solo sabemos que no se deben a la medicación. No tienen nada que ver con delirios o alucinaciones. Esto es algo diferenciado de los procesos mentales a nivel patológico.
—¿En qué contexto médico ocurren habitualmente las experiencias cercanas a la muerte?
—En el contexto hospitalario, suelen ocurrir en pacientes que sufren una parada cardíaca, un estado de coma o un estado inconsciente causado por un accidente, por ejemplo.
—¿Cómo de frecuente es que ocurra?
—Los datos que tenemos indican que entre un 10 y un 20 % de las personas que han atravesado este tipo de situaciones en el contexto hospitalario han tenido este tipo de experiencias. En mi investigación, encontré que se acerca a un 10 %.
—¿Cómo suele impactar en la vida de una persona el tener este tipo de experiencias?
—La abrumadora mayoría de estos pacientes dejan de tener miedo a la muerte. Esto es muy importante, porque no es que quieran morir, sino que subjetivamente tienen una convicción de que ya saben cómo va a ser y lo que van a experimentar. Luego, suelen tener dificultades a la hora de volver a adaptarse a su vida cotidiana. Después de haber tenido estas experiencias, que para ellos son mucho más vívidas que cualquier otra que hayan tenido, el lograr integrarlo en su vida cotidiana es muy complicado y en algunas ocasiones necesitan ayuda psicológica.
—¿Qué conlleva esta integración de la experiencia cercana a la muerte en la vida cotidiana?
—Básicamente, a estas personas les cambia la manera de ver la vida. Tienden a cambiar muchas cosas, incluso su alimentación. Suelen dejar de comer animales, porque estas experiencias les llevan a empatizar más con todas las formas de vida, a sentir que toda vida es importante. Entonces, muchas veces se vuelven vegetarianos. Suelen cambiar incluso de profesión, para dedicarse a cosas diferentes. Y un dato curioso es que en estas personas hay una tasa de divorcio muy alta, en torno al 70 %, por esta dificultad que tienen para adaptarse de nuevo a la vida cotidiana, porque ya esta vida no se corresponde con la experiencia tan fuerte que han tenido.
—En su libro explora cómo ha cambiado el vínculo de la humanidad con la muerte a lo largo de la historia. ¿Qué podemos aprender de ese cambio?
—En un principio, el ser humano estaba mucho más estrechamente relacionado con la muerte y con los rituales funerarios. Después, hubo un tiempo en el que se intentó alejar la vida de todo lo que tuviera que ver con la muerte y así fue como llegamos a no ser tan conscientes en el día a día de que nuestras vidas son finitas y que vamos a morir en algún momento. Ahora se ha vuelto a tener contacto con la muerte otra vez, a partir del acompañamiento que hacemos a personas mayores que están en ese tránsito hacia la muerte. Estas personas son cada vez más y estamos empezando a humanizar más los cuidados de las personas enfermas que están en ese proceso, alejándolos del ingreso hospitalario y enfocándonos en la ayuda que puede proporcionarse en casa.
—¿Qué tenemos que tener en cuenta a la hora de acompañar a alguien en ese proceso?
—En este proceso suele haber cierto silencio en torno a la muerte. A veces ni la persona ni los familiares quieren hablar de lo que están viviendo, pero es muy importante que se intente hablar para quitar los miedos. Preguntarle a la persona qué se puede hacer por ella, qué quiere, si necesita algo, si se le puede ayudar a mejorar este momento. Cuando hacemos esto, la persona tiende a poder hablar con más facilidad del miedo que pueda tener, o consigue disponer de determinadas cosas, escribir cartas de despedida o dejar ciertos asuntos cerrados antes de morir. Para que pueda darse todo esto es importante hablar y preguntar, pero respetar su voluntad. Hay gente que no quiere saber que se está muriendo, entonces, no hay necesidad de decírselo. Pero si quiere saberlo, es importante decírselo y estar disponibles para ayudarle y que la persona pueda relajarse y despedirse. En ese momento, podemos decirle: «Vamos a estar bien, no te preocupes por nosotros», así la persona puede soltarse y hacer este tránsito de una manera mucho más tranquila. Tenemos que dar las gracias y ayudar a la persona a encontrar esa comodidad.
—¿Qué podemos aprender de las experiencias cercanas a la muerte?
—Quienes las han tenido hablan de que nos tenemos que enfocar más en las pequeñas cosas y en intentar ser felices y hacer felices a los demás. Ese es el mensaje que me han transmitido a mí. Si vivimos enfocados en esto, vamos a estar más preparados a la hora de afrontar nuestra propia muerte.