El relato de Carla García sobre su vitíligo: «Hoy lo poco común se hace atractivo, entonces se está explotando»
ENFERMEDADES

Las manchas le aparecieron de niña, pero nunca intentó cubrirlas. Hoy, desde su experiencia personal, la joven apuesta por hablar de su condición con naturalidad
12 ago 2025 . Actualizado a las 13:56 h.A los once años, Carla García empezó a notar manchas blancas en la comisura de los labios. Con el tiempo, se extendieron a sus manos, rodillas, pies y rostro. El diagnóstico fue claro: vitíligo. La respuesta médica, en cambio, no tanto. «Lo primero que hice, obviamente, fue ir al dermatólogo, pero en aquellos años tampoco se sabía mucho», recuerda. Lo que sí tuvo claro desde el principio fue cómo enfrentarlo: sin miedo, sin ocultarse y sin dejar que su piel marcara su forma de estar en el mundo. «En ningún momento tuve un trauma, ni me preocupé por ellas», asegura. A día de hoy, con 25 años, Carla trabaja en una farmacia de Vigo, comparte contenido divulgativo en redes y responde con naturalidad a quienes preguntan.
Según el Atlas Global de Vitíligo (GLOVA, por sus siglas en inglés), el vitíligo es una condición de la piel no contagiosa, caracterizada por la pérdida de pigmentación, que provoca manchas blancas en el cuerpo. Este trastorno crónico, donde el sistema inmunitario ataca a los melanocitos, afecta a entre el 1 % y el 2 % de la población mundial. Aunque las causas exactas no están claras, se cree que factores genéticos y ambientales influyen en su desarrollo.
«El primer tratamiento que me dieron fue de corticoides, cortisona; tampoco nos dieron mucha información», cuenta. A medida que acudían a nuevos especialistas, el diagnóstico se volvía más claro, pero para Carla lo más importante fue lo que no cambió: su actitud. «Yo me lo tomé con mucha tranquilidad, porque sí que me dijeron que no había ningún problema que afectara a la salud en general. Simplemente es algo estético», comenta la joven.
Ni el espejo ni las miradas ajenas lograron incomodarla. «Veía que las manchas iban avanzando, pero en ningún momento tuve un trauma, ni me preocupé por ellas», explica. Y aunque la condición apareció en una etapa de la vida en la que el físico suele pesar más, no recuerda que eso afectara a su autoestima: «Cuando empecé a crecer fue justo cuando más manchas me empezaron a aparecer y más se notaban, pero no me importaba en absoluto, tampoco en mi círculo de amigos, ni en mi familia», dice con convicción.
Ni maquillaje ni filtros
Carla considera que la naturalidad con la que vivió su vitíligo se debía tanto a su entorno como a la manera en que ella se relacionaba con su propia piel. Una actitud que, según comenta, mantiene hasta el día de hoy. En su caso, la opción de disimularla nunca estuvo sobre la mesa: «Trabajo en una farmacia y ahora, como estamos en verano, estoy bastante más morena, por lo que siempre me dicen: “Bueno, es que ahora se te nota mucho”, o “¿por qué no te maquillas un poco?, hay mucho contraste”. Pero en el momento que les digo que me da igual y no pretendo ocultarlo, ya cortan ese tema y se lo toman con normalidad», relata Carla.
Al hablar de posibles factores que hayan influido en esa actitud, descarta que se trate de una cuestión generacional. De hecho, comenta que ha tratado con personas mayores que también tienen vitíligo y que se lo tomaron con la misma naturalidad que ella. «Obviamente hay de todo», matiza, «pero tiene que ver con el círculo y como tú te lo tomes y lo expresas», afirma.
Esa naturalidad también se traslada a las redes sociales. Desde las cuentas de TikTok e Instagram de la farmacia donde trabaja, Carla publica vídeos en los que responde a dudas sobre su piel e informa sobre el vitíligo, sin grandes discursos ni pretensiones. Cuenta que ve su condición como algo muy normal: «A veces sí que me preguntan en redes, es por curiosidad: “Bueno, ¿qué te pasa?”, pero yo lo comparo con una persona que tiene un lunar. Lo enseño y ya, ni por gusto ni por disgusto», explica.

Lo diferente como producto de consumo
Respecto a cómo ve la representación del vitíligo en medios y publicidad, Carla percibe que ha habido un cambio. «Ahora ya se ven muchas modelos con vitíligo», dice, aunque también plantea una reflexión crítica: «Entiendo que es algo muy poco común, y a día de hoy lo poco común se hace atractivo», agrega.
Cree que esa visibilidad tiene su lado positivo, pero también uno más complejo. Ese aspecto diferente que entrega el vitíligo se ve algunas veces como un producto explotable, y que «por tener una condición de piel, se puede salir beneficiado en algunos sitios. Eso no quita que en otros lugares supone una desventaja, cabe mencionar». Añade que algunas frases, aunque bienintencionadas, pueden resultar desconcertantes: «A veces hay hasta gente que te dice “es que a ti hasta te queda bien”, y yo luego paro y pienso: que a mí me quede bien una enfermedad tampoco considero que se me deba decir», reflexiona.
En cuanto a los avances en salud pública, ella reconoce una mejoría en el panorama. Poco a poco, se le está dando más importancia al cuidado de la piel, no solo por motivos estéticos, y se puede ver reflejado en que la medicina esté desarrollando nuevos medicamentos y protocolos. Aunque no ha probado ninguno de estos tratamientos, no descarta hacerlo si algún día lo necesita, pues su mayor preocupación actualmente en relación a su condición es protegerse del sol.
Más que perder, Carla siente que el vitíligo incluso le ha aportado nuevas conexiones: «Con la excusa de la piel, mucha gente te pregunta o se acerca a hablarte, y a partir de ahí ya estableces una conversación, un vínculo, y hasta salen amigos de ahí», relata.
Por eso, cuando se le pregunta qué le diría a alguien que acaba de recibir el diagnóstico, especialmente si es joven, su mensaje es claro y directo: «Hay que tomárselo con naturalidad, intentar explicarle que no pasa absolutamente nada, que es una enfermedad simplemente estética», dice con seguridad. Un recordatorio de que, a veces, la piel cuenta historias, pero no determina quiénes somos.