Lola Arenas, nefróloga: «Las sopas de sobre tienen un contenido muy alto en sal que no le hace bien al riñón»

VIDA SALUDABLE

La directora asistencial de la Fundación Renal Española detalla que la salud de los riñones comienza en el plato
15 ago 2025 . Actualizado a las 12:50 h.La enfermedad renal crónica continúa ganando terreno en Galicia. De acuerdo con los datos del registro de la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.) y la Organización Nacional de Trasplantes, la comunidad se sitúa como la quinta con mayor tasa de prevalencia, solo por detrás de Canarias, Aragón, Asturias y Cataluña. En total, cerca de 4.100 gallegos necesitan ya tratamiento renal sustitutivo para suplir la función de sus riñones. Para evitar llegar a este punto, Lola Arenas, nefróloga y directora asistencial de la Fundación Renal Española, pone el foco en el papel de los buenos hábitos de vida.
—La Organización Mundial de la Salud reconoció la enfermedad renal crónica como un problema de salud pública global. ¿Qué cifras justifican esta etiqueta?
—Lo es porque hay un 15 % de la población que tiene enfermedad renal. Uno de cada siete españoles, en concreto, la tienen.
—Entiendo que parte del problema es que, al principio, es una patología silenciosa.
—Sí. Es una enfermedad que durante las primeras etapas no da síntomas. Un riñón puede estar afectado, funcionar un 20 % y no dar ningún tipo de alerta. Lo importante es detectar precozmente esta enfermedad. Aunque el riñón esté dañado inicialmente y no dé síntomas, la forma de hacerlo es de una manera muy sencilla. Con una analítica de sangre para medir la creatinina y una analítica de orina para medir la proteinuria. Con esto, nosotros ya sabemos si un riñón está bien o está mal, y el riesgo que tiene ese paciente a nivel cardiovascular.
—¿Están relacionados riñones y corazón?
—Están muy relacionados el riñón con el riesgo cardiovascular. Una persona puede tener una mínima alteración del filtro de glomerular o tener proteinuria y esto va a implicar que pueda tener más complicaciones cardiovasculares que una persona que no lo tiene.
—¿Durante cuánto tiempo puede permanecer sin dar síntomas?
—Podemos estar años. Más del 90 % de las personas que padecen la enfermedad en fases tempranas no saben que la tienen. Lo que tenemos que hacer es un diagnóstico de la pre-enfermedad renal. Una enfermedad renal supone menos del 60 % de filtrado. Es decir, que estamos asumiendo que hay enfermedad cuando el riñón funciona a la mitad. Con los nuevos tratamientos que hay en la actualidad, deberíamos detectar la enfermedad e intervenir antes de llegar a este descenso de 60 mililitros. Ahora mismo es desconocida la cantidad de gente que la padece porque no se analiza, porque no se mira. La idea es, precisamente, actuar pronto para evitar todas las consecuencias a las que se enfrentan las personas con enfermedad renal. Su riesgo comienza antes de la diálisis.
—¿Se conoce suficiente a los riñones y a sus funciones?
—No, son desconocidos. En la Fundación Renal tenemos un libro que se llama Renata, mi nefróloga, para dar a conocer a los niños la enfermedad renal. Nosotros hacemos un examen, un cuestionario, antes de los talleres y después, tanto a los niños como a los padres. Y llama la atención que muchos adultos desconocen lo que es la enfermedad renal. Desconocen que el nefrólogo es el especialista que atiende la patología del riñón; que la creatinina es en sangre o la albúmina en orina. Es decir, todos sabemos interpretar un análisis identificando si tenemos o no el colesterol alto o el azúcar. Sin embargo no sabemos cuándo el riñón está bien y cuándo el riñón está mal. Ni cuánto de bien y cuánto de mal está.
—En un documento que usted firma de la fundación dice que la salud renal empieza por el plato. ¿Por qué?
—La nutrición es importante en nuestros riñones porque, por ejemplo, un consumo excesivo de proteínas, sobre todo de proteínas animales, está sobrecargando su función. El riñón es un órgano muy noble que tiene una especie de reserva de un coche. Cuando lo sobrecargamos en exceso, le vamos haciendo un daño que no se observa en una analítica normal, pero que perjudica su función y su unidad funcional, que son las nefronas. Y las nefronas se van perdiendo. Aún así, con las que le van quedando, el riñón es capaz de ir superando agravios como una ingesta excesiva de proteínas animales o una hidratación inadecuada cuando estamos haciendo ejercicio. Por eso es importante que comamos bien. Hay productos que hacen daño al riñón, como son los ultraprocesados que aportan sodio, que aportan fósforo y que están haciendo que el riñón se sobrecargue.
—Cuando habla de sodio y fósforo se me vienen la cabeza las sopas de sobre.
—Efectivamente. Las sopas de sobre tienen un contenido muy alto en sal que tampoco le hace bien al riñón. Y dentro de las proteínas, que es algo que debemos tomar y que cada día está más de moda, para la salud renal hay que combinar tanto las de origen animal como vegetal. Las primeras aumentan mucho el filtrado glomerular y la presión de ese riñón, mientras que con las vegetales no hay ese daño.
—¿El alcohol daña los riñones?
—Siempre, por eso hay que reducirlo o eliminarlo. Una dieta equilibrada incluye un 25 %, más o menos, de proteínas, un 25 % de hidratos de carbono, y un 50 % de verduras.
—¿Es tan importante como se dice el hecho de llegar a los dos litros de agua al día?
—Un adulto tiene que beber cuando tiene sed. Este mecanismo regula la cantidad de líquido que debemos tomar. Pero hay circunstancias donde hay que recordarlo, por ejemplo, los mayores pueden tenerlo alterado, no percibir la sed y deshidratarse; o los niños, que tampoco lo tienen bien regulado. Los adultos sanos lo que debemos hacer es proteger el riñón en momentos específicos, como por ejemplo, cuando hacemos ejercicio intenso en ambiente caluroso, que tenemos que hidratarnos antes, durante y después de ese entrenamiento; y también en condiciones de calor.
—¿Cómo debe modificarse la dieta de una persona con enfermedad renal?
—Cambia en función del grado de enfermedad renal o del tipo de enfermedad renal que tenga. Tenemos que llevar un mayor control de las cantidades de proteínas, que ya no pueden igualarse a las de una persona sin patología, sino que habría que reducir su ingesta a la vez que prevenimos el riesgo de desnutrición. Deben evitar los ultraprocesados que llevan sodio, potasio o fósforo, y hacer una dieta lo más natural posible bajo las indicaciones de su médico.
—¿Qué patologías hacen que un paciente sea más sensible a una enfermedad del riñón?
—Las personas que tienen más riesgo de tener enfermedad renal son los diabéticos, tanto el tipo 1 como el tipo 2, y los que tienen hipertensión arterial. Además, los fumadores deben saber que el tabaco es muy dañino para el riñón. El hábito tabáquico y el colesterol aumentan el riesgo cardiovascular y, por lo tanto, el riesgo renal. Ten en cuenta que el riñón es uno de los órganos más vascularizados; es uno de los órganos por los que pasa más sangre y, por eso, y todo lo que afecta al riesgo cardiovascular afecta al riñón. Además, las personas que ya han tenido antecedentes familiares de enfermedad renal tienen que vigilarse el riñón, como también los individuos de edad avanzada, con obesidad y aquellos que hayan tenido un consumo elevado y prolongado de medicamentos como los antiinflamatorios, el ibuprofeno, el diclofenaco. Si tenemos dolor de cabeza es preferible que tomemos un paracetamol antes que un ibuprofeno o un antiinflamatorio. Después, hay enfermedades autoinmunes, como el lupus, que suponen un mayor riesgo de tener enfermedad renal porque también afectan al riñón; o gente con infecciones urinarias recurrentes o cálculos renales. Todos ellos deben de vigilarse cómo tienen su función renal.