Jordi Riera, médico intensivista: «Hay pacientes que dicen haber hablado con su madre o con gente que ya estaba muerta»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El doctor Jordi Riera es médico intensivista y director del programa ECMO del adulto en el Hospital Unviersitari Vall d'Hebron de Barcelona.
El doctor Jordi Riera es médico intensivista y director del programa ECMO del adulto en el Hospital Unviersitari Vall d'Hebron de Barcelona.

El especialista sostiene que los niños españoles deberían aprender a realizar maniobras de RCP desde edades tempranas

12 jul 2025 . Actualizado a las 10:52 h.

El doctor Jordi Riera del Brío es médico intensivista y director del programa ECMO del adulto en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. Investigador científico y referente internacional en este sistema que mantiene con vida a pacientes mientras los pulmones o el corazón no funcionan, el experto nos explica cómo actúa esta tecnología, en qué casos se utiliza y cómo es el trabajo de un médico que de manera rutinaria lucha cara a cara contra el tiempo para salvar vidas.

—¿Cómo funciona la ECMO?

—ECMO son unas siglas en inglés que significan oxigenación mediante una membrana extracorpórea. Lo que hacemos es oxigenar la sangre desde fuera del organismo del paciente con una máquina. Para eso, tenemos que sacarla, drenarla del cuerpo a través de una cánula, que es como un catéter muy grueso que insertamos en una vena para, desde allí, succionar la sangre. Esta succión la genera una bomba centrífuga que está dentro del sistema de ECMO, que genera un movimiento capaz de sustituir la función del corazón, con ciertos matices. Este flujo que generamos no es pulsátil como el del corazón, es un flujo constante. Este flujo de sangre pasa a través de una estructura de pulmón artificial que se denomina oxigenador y que sustituye la función del pulmón para que la sangre pueda estar plenamente oxigenada y elimine el dióxido de carbono. Después, vuelve al organismo del paciente a través de otra cánula.

—¿En qué pacientes se utiliza esta tecnología?

—El paciente que está con ECMO es el más crítico de los críticos. Es un paciente en el que todas las demás técnicas han fallado. Podemos utilizar ECMO, por ejemplo, cuando un paciente está en la unidad de cuidados intensivos con una neumonía que provoca que el pulmón no funcione bien. Lo que se hace normalmente es dormirlo y conectarlo a un ventilador. Este protocolo está en relación con el hecho de que es un tratamiento que sustituye la función de un órgano, no cura de manera directa. En el ejemplo del paciente con neumonía, lo que realmente va a curar al paciente es el antibiótico, pero este sistema posibilita que ese antibiótico haga efecto, porque la función pulmonar es indispensable para la vida. Entonces, es un método que posibilita tratar en paralelo otras condiciones como un infarto de miocardio.

—¿Cuánto tiempo puede permanecer una persona conectada a ECMO?

—Hemos tenido casos de pacientes que han estado cuatro meses con soporte. Cerca de medio año. Además, en estos casos, clásicamente los pacientes están despiertos, están conscientes. Este sistema sustituye tan eficazmente la función de los órganos, que los pacientes pueden estar despiertos sin respirar, dependiendo totalmente de la máquina que cumple esta función. Como si tuvieran un pulmón o un corazón que está fuera de su cuerpo. Son pacientes que pueden estar deambulando incluso con esta función debilitada del órgano. Es un escenario extraordinario, pero vemos a pacientes que sin respirar están caminando, viendo la tele o hablando con sus familiares.

—¿Cómo ha cambiado la supervivencia y el pronóstico de los pacientes críticos gracias a la ECMO?

—En el ámbito respiratorio, ya tenemos dos publicaciones recientes que han mostrado una mejoría significativa atribuible a esta terapia. Se ha visto un incremento aproximado de un 15 % en la supervivencia. Son números relevantes. Sin duda, ha salvado, salva y salvará vidas de pacientes que tienen la muerte a la vuelta de la esquina.

—En el libro habla de la importancia de saber hacer reanimación cardiopulmonar (RCP). ¿Cuándo hay que realizarla?

Cuando a un paciente se le para el corazón. Si un individuo pierde la conciencia, típicamente se lleva la mano al pecho y se desploma, sea en la calle o en cualquier espacio, lo primero que hay que hacer es empezar las compresiones torácicas, que deberían formar parte de las competencias a adquirir de los niños y, de hecho, en algunos países es así. Sería algo importante a implementar, porque en España el inicio de maniobras inmediatas es mucho menos frecuente que en otros países, sobre todo en el norte de Europa.

—¿Qué importancia tiene iniciar esta maniobra a tiempo?

—Cuando a una persona se le para el corazón, empieza un protocolo en el que se inician las compresiones torácicas, luego, la sustentación vital avanzada y en algunos casos, cuando esto no es suficiente, se utiliza ECMO. Realmente, lo que se intenta hacer con las compresiones y la ventilación boca a boca no es reanimar el corazón, sino sustituir su función, apretando el corazón contra la columna para que eyecte la sangre que pueda tener dentro. Esto es algo importante a destacar, porque hay mucha confusión al respecto.

—¿La reanimación cardiopulmonar es tal como la vemos en las películas?

—No. Se suele ver en las películas que alguien le da puños o percusiones al pecho del paciente, pero no se debe hacer así. Y también debemos saber que en cuanto una persona sufre una parada cardíaca, es crucial llamar a los servicios de urgencias médicas. Mientras tanto, suples la función del corazón comprimiéndolo contra la columna hasta que lleguen.

—Otro tema que toca en el libro es el de las experiencias cercanas a la muerte. ¿Qué sabemos actualmente sobre lo que ocurre en ese umbral entre la vida y la muerte?

—Ante todo, un punto importante que tenemos que recordar es que estas experiencias nos las manifiestan solo los que sobreviven. La muerte no es un interruptor de on-off, que «apaga» la vida de manera inmediata. Muchas veces, es un tránsito, un proceso. Cuando hablamos de la resucitación, de las compresiones para un paciente que se lleva la mano al pecho y pierde la conciencia en la calle, no es que esté muerto y lo vayamos a revivir haciendo esto. La resucitación es un término científico que puede generar confusión, pero realmente se trata de volver a establecer las funciones del organismo. Teniendo en cuenta esto, los pacientes que pasan por ese proceso, a la vuelta hablan de que han visto luces, o que han salido de su cuerpo.

—¿Cómo describen esas experiencias?

—El grado de complejidad es variable, he oído a pacientes decir que habían hablado con su madre o con gente que ya estaba muerta. He oído describir esa visión de un túnel con una luz al fondo. Mi visión de esto es que estas experiencias son absolutamente razonables, existen, y yo en absoluto pienso que estas experiencias sean inventadas. Lo que hay que poner sobre la mesa es la interpretación de esto. Lo que veo es que hay mucha necesidad de explicación y el debate está allí. Soy muy respetuoso con las creencias de cada uno, pero, como yo trabajo en el ámbito de la resucitación, presento una explicación meramente material en términos de la función cerebral.

—¿Cuál sería la explicación desde este punto de vista?

—Cuando tú empiezas a hacer compresiones a una persona que tiene el corazón parado, si lo haces bien y funciona, puedes perfundir el cerebro y por tanto, enviarle oxígeno y nutrientes. No será una circulación eficaz, pero ciertas áreas recibirán esos nutrientes y tendrán función. Precisamente, es esta función errática del cerebro causada por las compresiones la que puede explicar estas experiencias. En este sentido, el tener esas experiencias explica que el cerebro está recibiendo oxígeno y es una buena señal, indica que las compresiones se han hecho bien. Por eso creo que tener una experiencia cercana a la muerte es, en ese contexto, una buena noticia. Y luego, hay que tener en cuenta que el tener estas experiencias o no puede depender bastante de las circunstancias que llevan a la pérdida de función del órgano.

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—¿Por qué influyen estas circunstancias?

—Una de las pacientes de las que hablo en el libro es Audrey Mash, que estuvo más de seis horas con el corazón parado en el Pirineo y que hoy está haciendo vida normal trabajando aquí, en Barcelona. Al mes de haber estado con el corazón parado durante tantas horas ya estaba haciendo vida normal. Pero en este caso, hay que saber que el motivo por el que se le paró el corazón fue la hipotermia. Esto significa que su cuerpo registró una temperatura de 18 grados. Con estas temperaturas tan bajas, el corazón pierde función, pero también se para el metabolismo cerebral. Deja de funcionar porque está en un estado de hibernación. No hay metabolismo, entonces no necesita tantos nutrientes. Estas temperaturas bajas agreden al organismo, pero por otro lado, lo protegen, porque el cerebro aguanta más con el corazón parado. En cualquier caso, a Audrey si le preguntas hoy, ella no recuerda haber vivido nada durante esas horas. Recuerda la montaña y después directamente recuerda haber despertado en el hospital. Porque, efectivamente, la hipotermia le paró la función cerebral y, como decía, estas experiencias son manifestaciones de una función cerebral.

—¿Qué otros elementos pueden influir en estas experiencias?

—Uno de los elementos que pueden inducir esas experiencias cercanas a la muerte están vinculadas con la sedación y la analgesia que administramos de manera necesaria. Ahora se ha conocido el fentanilo como una droga de uso recreativo, pero los sedantes como los opioides causan también en el entorno médico una sensación de placer absoluto. En el tránsito de curas paliativas, se controlan situaciones clínicas con estas medicaciones y eso puede influir.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.