Esta es la mejor forma de dormir a los niños para potenciar su desarrollo emocional

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

La forma de dormir a los bebés puede contribuir a modificar su temperamento.
La forma de dormir a los bebés puede contribuir a modificar su temperamento. La Voz de la Salud | iStock

Un nuevo estudio publicado en «Frontiers in Psychology» muestra el impacto que tienen distintas técnicas para dormir a bebés y niños en su bienestar

06 dic 2022 . Actualizado a las 16:43 h.

Desde canciones de cuna hasta paseos en coche, nuestros padres lo han intentado todo para hacernos dormir de pequeños. Y si tienes hijos, lo más probable es que tú también hayas probado distintas técnicas para lograrlo. Aunque la forma de dormir de los bebés y niños no está, por mucho que lo intentemos, controlada totalmente por los adultos, podemos crear rutinas que vayan guiándolos hacia patrones de sueño saludables. Esto les ayudará a descansar mejor y tendrá un impacto importante en su desempeño escolar y cognitivo. En esto, entran en juego no solo los horarios del sueño, sino la forma en la que se logra que los niños concilien el sueño. Lo que se ha descubierto ahora es que el modo de lograr dormir a los niños guarda una relación estrecha con su desarrollo psicológico.

La importancia de dormir bien durante la infancia ya ha sido documentada gracias a una extensa literatura científica. Múltiples estudios han reseñado el impacto que puede tener una mala calidad del sueño en esos primeros años, sobre todo en la función neuroconductual, la reactividad y la regulación emocional, aumentando el riesgo de sufrir psicopatologías en el futuro.

Según datos de la Sociedad Española de Neurología, hasta un 25 % de la población infantil reporta problemas para conciliar o mantener el sueño. En este grupo de edad, los trastornos más frecuentes son el insomnio y las parasomnias (entre las que se incluyen el sonambulismo, las pesadillas y los terrores nocturnos). Estas últimas suelen mejorar con la edad, mientras que el insomnio puede volverse más pronunciado en la adolescencia y es debido, en mayor medida, a causas conductuales, es decir: hábitos inadecuados a la hora de dormir, o una mala higiene del sueño.

Ahora, un grupo de investigadores en distintas partes del mundo han hallado una correlación entre las técnicas que utilizan los padres para dormir a los bebés y el desarrollo de los niños. Examinando casos de distintos países, los científicos han buscado conexiones entre las diferentes culturas y sus respectivas estrategias para dormir a los bebés y el temperamento y la conducta de los niños.

En total, se analizó a 841 padres, madres y cuidadores de 14 países: Bélgica, Brasil, Chile, China, Finlandia, Italia, México, Países Bajos, Rumanía, Rusia, España, Corea del Sur, Turquía y Estados Unidos. Se pidió a cada uno de ellos que describieran, cada día, las actividades y las técnicas que ellos habían utilizado para dormir a los pequeños, que tenían entre 17 meses y tres años. Con estos informes, analizaron las distintas formas de hacerlos dormir, en el contexto de las diferentes culturas, y su impacto en el desarrollo y el temperamento de los niños.

«Los niños reciben una extensa atención del cuidador durante la hora de dormir, que gradualmente va decreciendo con la edad. Hay estudios que examinan la interacción entre el sueño del niño y las prácticas de los padres en relación con el sueño del niño, y esos estudios han mostrado que aquellos niños cuyos padres o cuidadores estaban presentes cuando ellos se dormían tenían más probabilidades de despertar durante la noche que aquellos que se dormían de manera independiente, y que el colecho como respuesta a esos despertares nocturnos aumentaba aun más esas dificultades», observa la investigación, que acaba de ser publicada en Frontiers in Psychology.

«Por otra parte, la regularidad de las rutinas del sueño a lo largo del primer año de vida disminuye los problemas de sueño generales, con efectos protectores de más larga duración cuanto más consistente y constante sea la rutina», señala la publicación.

Temperamento

El temperamento se define como la forma en la que un niño regula su comportamiento y afronta sus emociones. Es una dimensión que influye en el bienestar tanto mental como físico y, si no es adecuado, puede suponer un riesgo de desarrollar trastornos a futuro. En este estudio, el temperamento se definió en base a tres factores principales:

  • las emociones positivas que surgen, como la risa, la actividad, y el entusiasmo
  • las emociones negativas, como el miedo, el enfado, la tristeza o la incomodidad
  • el esfuerzo, es decir, los momentos y las actividades que implican una atención focalizada en realizar una actividad tranquila

Cada uno de estos factores contribuye de manera independiente al temperamento y este permite, afirman los investigadores, predecir aspectos futuros de las vidas de esos niños, tales como sus tendencias en cuanto a conductas, logros y relaciones interpersonales. Esto se traduce en la posibilidad de echar un vistazo a cómo se relacionarán estas personas con otras, cómo podría ser su desempeño académico e incluso si tendrán riesgo de desarrollar algún trastorno.

Técnicas activas y pasivas

Cuando hablamos de técnicas para dormir a los pequeños, nos referimos a dos grupos principales de acciones que los padres o cuidadores pueden realizar para lograrlo. De un lado, están los métodos que los investigadores han denominado «pasivos»: actividades relajantes que inducen a un estado de tranquilidad y calma, tales como leerles un cuento o cantarles una canción de cuna. Del lado contrario, encontramos las técnicas «activas»: aquellas que se enfocan en el cansancio físico o bien en estimular el sueño de manera activa, tales como caminar, jugar, comer, o ir en coche.

Las metodologías empleadas varían no solo de familia a familia, sino fundamentalmente entre culturas; de aquí la importancia de realizar este estudio con una muestra lo más diversa posible de casos a nivel internacional. En este sentido, el estudio halló que los métodos para dormir a los niños tienen una influencia en su temperamento que es independiente de la cultura en la que estén inmersos. «Nuestro estudio muestra que las técnicas de apoyo del sueño que usan los padres están sustancialmente asociadas a los rasgos del temperamento de los niños más allá de las culturas, impactando potencialmente en su desarrollo. Por ejemplo, los países en los que se tiende a utilizar estrategias pasivas tienen bebés con más emociones positivas», señaló Christie Pham, profesora del departamento de psicología de la Universidad del Estado de Washington y autora principal del estudio. Por el contrario, los niños que presentan más emociones negativas muestran una correlación entre estos rasgos y las tácticas activas para dormir.

En definitiva, las técnicas pasivas se han asociado en este estudio a un registro de mayores emociones positivas y mejores niveles de concentración de la atención en las tareas que la requieren. En cuanto a las técnicas activas, se han asociado a más emociones negativas a nivel individual.

En términos culturales, Estados Unidos, Finlandia y Países Bajos fueron los países en los que padres y cuidadores se mostraron más favorables al uso de técnicas pasivas en el estudio, mientras que Turquía y China resultaron los menos favorables a su utilización. Las técnicas activas tuvieron mayor popularidad en Rumanía, España y Chile, y fueron menos usadas en Italia y Bélgica. «Nuestros resultados demuestran la importancia de promover el sueño y sugieren que las prácticas que los padres usan para ello podrían ser objeto de intervención para mitigar los riesgos que conllevan ciertos perfiles de temperamento en todas las culturas», concluyó Pham.

Lo que se recomienda, en cualquier caso, es proporcionar una rutina estable de sueño, en la que pueda haber tiempo y espacio para lograr una adecuada relajación. Esto puede incluir cenar temprano, tomar un baño antes de acostarse y leerle un cuento al niño o, una vez que ya sepa leer, fomentar su propio hábito de lectura.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.