Querido adolescente: «Tener un móvil e intentar gestionar el tiempo que pasas con él es como pedirle a un niño que conduzca sin tener un accidente»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Francisco Villar es doctor en Psicología y divulgador sobre los efectos negativos de las pantallas en los menores.
Francisco Villar es doctor en Psicología y divulgador sobre los efectos negativos de las pantallas en los menores.

Francisco Villar es psicólogo infantojuvenil y voz crítica de referencia sobre el efecto de las pantallas en los menores de edad

01 jul 2024 . Actualizado a las 17:38 h.

«Dígaselo usted que tiene bata, seguramente le harán más caso». Esa es la idea que, durante años, ha escuchado Francisco Villar. Doctor en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona, es experto en prevención de conducta suicida y terapia familiar, especializándose en el Roberto Clemente Family Guidance Center de Nueva York. Actualmente trabaja como psicólogo infantojuvenil y forma parte del programa de atención a la conducta suicida del menor en el Hospital Sant Joan de Déu.

Después de publicar Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos (Herder, 2023), el experto se dirige a los adolescentes con Sin pantallas siento y pienso mejor (Montena, 2024), donde desgrana las siete razones por las que, dejando a un lado estos dispositivos, se vivirá mucho mejor. Lo hace también en esta entrevista, a través de la que se dirige a los ojos más exigentes. «Más que a los adolescentes, diría que el reto son los preadolescentes. El reto, muchas veces, también es que siempre tenemos la tentación de infantilizar más de la cuenta, cuando hay que explicárselo tal y cómo es. Vamos a hacer una aproximación de cuáles son los motivos. Pero de forma clara, tal y como se lo explicaríamos a un adulto, aunque se adapte, con un trasfondo de esperanza y sensación de cuidado. Lo que queremos no es privarles de algo, sino llenarles de vida». 

—¿Por qué una pantalla es mala para mi cerebro preadolescente o adolescente?

—Una pantalla afecta a tu cerebro adolescente de la misma forma que afecta a tu cerebro infantil. Te está poniendo ante la vida de una forma totalmente pasiva. De repente, ya no vives la vida, sino que te pones en posición de mirarla. La cuestión es poder elegir entre estar de una forma pasiva ante la vida o vivirla. Porque en la adolescencia necesitas muchas oportunidades para enriquecer y enfilar algunas herramientas que te irán muy bien en la vida adulta. 

—¿Qué me provoca una pantalla?

—Te dicen que, cuando tienes una pantalla, te estás conectado más con tus amigos. No te han explicado, porque eres todavía adolescente, que conexión y vinculación son dos cosas totalmente diferentes. Te habrá resultado mucho más fácil comunicarte con alguien a través de una pantalla que en la vida real, porque la relación en la vida real es mucho más exigente. Es una oportunidad para ti, para poder desarrollar habilidades que te permitan favorecer tu autoestima, la calidad de la relación. Y que el nivel de disfrute que tengas con ella, sea mucho mayor. Cuando te comunicas a través de una pantalla, estás perdiendo un gran porcentaje de comunicación no verbal. No estás sintiendo a la persona, pero tampoco estás teniendo el deseo de estar con ella.

—¿Esto en qué se traduce en mi día a día?

—La inmediatez, la pérdida de la relevancia, la dispersión... Te han dicho que puedes hacer varias tareas a la vez, el multitasking, pero no es cierto. El cerebro humano necesita poder focalizarse en una única cosa. Que una línea de un libro no esté alterada por la de arriba y la de abajo. Necesitamos hacer cosas secuenciales, con toda la experiencia puesta en ellas, para poder estar atentos. Toda esa parte de concentración que necesita tu cerebro es fundamental. Los elementos que tiene la comunicación real son mucho más estimulantes. El cerebro, úsalo o piérdelo: todo lo que no entrenes serán vías de conexión que no se generarán. Todo el tiempo que estás delante de una pantalla no estás entrenando tu cerebro. 

—Todos mis amigos tienen móvil, pero mis padres no me lo compran. Me siento diferente y me voy a quedar descolgado. 

—Es uno de los miedos que nos han dicho. A tu padre le decían cuando era joven que, si prohibían el tabaco, cerrarían las discotecas. Lo prohibieron y no cerró ninguna discoteca, tus padres pudieron seguir yendo igualmente. Lo único que está sucediendo cuando tus padres no te dan el móvil es darte vida. Piensa que cada vez que apagas la pantalla, enciendes la vida, estás viviendo de verdad. Si tus amigos no han tomado esa iniciativa, ellos están perdiendo, no tú. Fíjate que tus amigos te habrán explicado que a veces llegan a estar un sábado quince horas delante de una pantalla y, muchas de ellas, son en TikTok. Pregúntales que hicieron esas quince horas y seguramente no se acuerden de nada.

—Cuando estoy con ellos, están prestando atención a la pantalla. 

—Sí, y cada do por tres estarás repitiendo lo que les dices porque ponen su mirada en un objeto inanimado, con un vídeo que en ese momento no le aporta nada. Entiendo que sea una experiencia difícil, pero por eso felicito a tus padres por no haberte dado un móvil. No se trata de que los padres de tus amigos sean peores, sino que a lo mejor tampoco saben todo esto. Tus amigos ni siquiera están descansando bien, ni durmiendo bien. Por eso, además de esa sensación de malestar o enfado que a veces se le atribuye al adolescente, ellos lo tienen mucho más agudizado. 

—En cambio ellos me dicen que son capaces de hacer varias cosas a la vez, lo llaman multitasking

—Cuando tienes una sensación de multitasking, en realidad estás parando, te estás concentrando, reinicio, paro, me concentro. Al final se alarga todo mucho más. Si te poner a la leer un libro, tienes dificultades para poder mantener esa concentración. Precisamente porque todo ese cambio continuado, al final lo que acaba perdiendo el cerebro es la capacidad de identificar qué es lo relevante y qué no.  

—Y si ya tengo un móvil, ¿cómo puedo hacer para no pasar tanto tiempo delante de la pantalla?

—En realidad, no lo puedes gestionar. Fíjate que, a diferencia que tus padres, tu cada año que pase vas a ser más inteligente de lo que eres. Vas a tener más capacidad de planificar. Más capacidad de gestionar esta intensidad emocional que en algunos momentos te desborda. Además, esto va a ser progresivo. Va a seguir así hasta que tengas 21, 23  incluso 25. Una progresión en la que, lo único que tienes que hacer para seguir mejorando es no hacer cosas que le hagan daño a tu cerebro. Que no puedas dominar las ganas de conectarte no quiere decir que tengas un problema. En realidad, es una virtud o un acierto de los diseñadores. Piensa que hay detrás toda una industria, con psicólogos muy buenos, ingenieros y otro tipo de profesionales que están trabajando para desbordar esa voluntad tuya que puedas tener. Está hecha para desbordar la voluntad de los adultos, que ya tienen su cerebro formado, imagínate el tuyo que aún no lo está. No eres responsable ni adicto, como escucho a veces. Es una virtud de los diseñadores, que transforman en dinero ese tiempo que tú estás delante de una pantalla.

—¿Puedo tener un móvil y poder gestionar el tiempo que paso con él?

—Tener un móvil e intentar gestionar el tiempo que pasas con él es como pedirle a un niño que sea capaz de conducir un vehículo sin tener un accidente. No puedes subestimar con quién te estás enfrentando. Entiendo tu momento de vulnerabilidad, conociendo las inseguridades propias de tu etapa evolutiva, porque no nos olvidemos que ellos lo que utilizan son recursos humanos. La estimulación de tu circuito de recompensa. Puede que ni siquiera lo tengas en mente, pero ellos lo tienen muy claro. Tus padres son, en este caso, los que pueden echarte una mano con esto, al igual que llevan haciendo toda la vida. Toda la vida has querido hacer cosas y tus padres te han ayudado a cumplir las que querías hacer y te han dicho las que no eran apropiadas para tu momento evolutivo. Una cosa es lo que nosotros queremos, otra cosa es lo que nos conviene. Está bien que defendamos y luchemos por lo que queremos, pero en estos momentos de nuestro desarrollo necesitamos de alguien que nos ayude a velar por lo que nos va bien o por lo que nos ayuda. 

—Si no llego a tener un móvil, ¿puede que sea más feliz?

—No podemos hablar de la felicidad como un objetivo. Pero a nivel de satisfacciones, estás defendiendo tu capacidad de desear. Cuando la tienes incrementada, al final lo que puedes es desarrollar mucho mejor todo lo que te pone la vida. Si tienes un plato favorito y comes, meriendas, desayunas y cenas ese plato favorito, en tres días dejará de serlo. La forma de poder experienciar la vida que al final tú, en tu caso, lo estás haciendo con los cinco sentidos, y en tres dimensiones, puede que a tus amigos les estén privando de esa posibilidad y lo estén haciendo en dos dimensiones.

Pensemos que las grandes cosas que vamos a poder disfrutar, muchas de ellas, no tienen que ver con un placer inmediato. Recuerda cuando aprendiste a andar en bicicleta. A ningún niño le gusta aprender a montar en bicicleta, pero una vez que lo haces lo pasas tan bien... Muchas de estas cosas no se van a poder disfrutar si tienes alterados estos procesos de recompensa y deseo. Estás, básicamente, empachado en la vida de cosas irrelevantes. 

 ¿Cómo afectan las pantallas a tu cerebro?

  1. Impactan sobre tu salud física 
  2. Limitan tu neurodesarrollo
  3. Interumpen tu atención
  4. Afectan tus emociones
  5. Entorpecen tu comunicación
  6. Empeoran tus relaciones y propician el bullying
  7. Ponen en riesgo tu seguridad

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.