La pubertad precoz ya no es un fenómeno aislado: «No podemos hablar de un único culpable»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

ANGEL MANSO

Es diez veces más habitual en las niñas que en los niños y, en los últimos años, parece que la edad se adelanta de una forma mucho más rápida

07 jul 2024 . Actualizado a las 16:52 h.

No hay atisbo de duda: existe una tendencia al adelanto de la pubertad. Un estudio de Jama Pediatrics publicado en el 2020, apuntaba a un posible cambio de edad en el inicio de la telarquia —aparición del botón mamario por primera vez en la mujer— en los últimos cuarenta años. Esta revisión concluyó que, desde el 1977 al 2013, la edad de inicio disminuyó una media de casi tres meses por década en las niñas, uno y medio en el caso de los niños. Y justo después de la pandemia, en España existió un aumento de consultas en endocrinología pediátrica por la aparición de signos de pubertad precoz. Pero ¿cuál es la situación actual? ¿Cómo afecta a las niñas y niños llegar antes a esta etapa del desarrollo? 

El abecé de la pubertad precoz

Se define como pubertad precoz a la aparición de caracteres sexuales secundarios a una edad no fisiológica. En concreto, para la población caucásica en países desarrollados, antes de los 8 años en niñas y de los 9 en niños. Si bien existe un «escalón» intermedio entre esta precocidad y lo considerado como normal, la pubertad adelantada, que se corresponde con el inicio de desarrollo puberal entre los 8 y los 9 en niñas; y los 9 y los 10 en niños. 

«El signo que marca ese inicio de la pubertad en las niñas es la aparición del botón mamario y en los niños, un aumento del volumen de los testículos igual o superior a 4 centímetros cúbicos; es más difícil de objetivar que en el caso de las niñas», indica Ana Prado, pediatra y endocrinóloga infantil en el Hospital Materno-Infantil Teresa Herrera de A Coruña. 

Acompañando a estos dos signos puede aparecer más vello en el pubis o en las axilas, cambios en el olor corporal e incluso aparición de acné. «Estos cambios no marcan el inicio de la pubertad, porque en realidad se producen por maduración de la glándula suprarrenal. Normalmente ocurren más o menos a la vez que la aparición del botón mamario o el aumento del volumen testicular, pero no es tan determinante en toda la secuencia de pubertad», matiza la doctora. 

En el caso de las niñas, la pubertad precoz tampoco tiene que estar ligada con la menarquia —llegada de la primera menstruación—. «Cuando la regla aparece precozmente suele ser de forma aislada, con solo sangrado vaginal, pero no hay signos sexuales secundarios. Suele estar ligada a la ingesta de alguna hormona o algún estímulo puntual que produce un crecimiento en el útero», explica María Jesús Ceñal, endocrinóloga y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA). 

No obstante, sí existe una relación entre la pubertad precoz y la menarquia. «Al final, la menstruación es el final de la pubertad y si esta empieza antes, acaba antes. Existe un tiempo que suele ser entre año y medio y dos, entre el inicio de la pubertad hasta la regla. El proceso puede ser que en unas personas dure más, y en otras menos. Depende de muchos factores también. Si tienes sobrepeso, probablemente todo irá más acelerado. Una vez tienes la menarquia, el crecimiento mayor ya se ha hecho», explica Lourdes Ibáñez, catedrática de Pediatría y coordinadora de investigación del Hospital San Joan de Déu de Barcelona. 

La pubertad precoz y los niños

Aunque la pubertad se puede adelantar tanto en niños como en niñas, es un fenómeno que se da con mucha más frecuencia entre ellas. «En concreto, diez veces más. No hay una razón convincente que nos diga el porqué. En los varones, además, cuando se da una pubertad precoz  hay que pensar siempre que puede haber un problema detrás», asegura Ibáñez. 

¿Por qué se está adelantando la pubertad en las niñas?: la epidemia de la obesidad

No se puede hablar de una única causa, sino de varias. «Muchas veces se han realizado resonancias para ver la glándula que inicia la pubertad, la hipófisis, y en muy raras ocasiones encontramos algo que justifique que haya empezado antes. Lo que sabemos es que hay una mezcla de factores genéticos y ambientales. Evidentemente, la edad de la pubertad, hasta cierto punto, se hereda. No tiene por qué ser la de madre, puede ser por parte de la familia del padre», indica Ibáñez. 

En cuanto a los factores ambientales, resulta difícil determinar cuánto influye cada uno. Entre ellos se encuentra una epidemia mundial que no solo afecta a los pequeños: la obesidad y el sobrepeso. «Tanto en niños como en adultos vemos que existe una tendencia a ambas. Parece que en los últimos años estamos consiguiendo ralentizarlas un poco, por lo menos a nivel nacional y europeo; pero aun así, cada vez vemos más casos de exceso de peso en edades muy tempranas. También en los padres. Y muchas veces se transmite con fenómenos de modificaciones genéticas a la descendencia», señala la endocrinóloga. 

Su influencia quedó remarcada a raíz de la pandemia. Una circunstancia extraordinaria en la que se dio un pico de consultas de pubertad precoz en endocrinología pediátrica. «Gran parte de los casos que hemos visto en los siguientes meses eran niñas que habían sufrido una ganancia de peso rápida durante ese tiempo», comenta Prado. «Al final, nuestra fisiología es muy primitiva. Los mecanismos que ponen en marcha el inicio de la pubertad son sencillos: empieza si tienes un estado nutricional o una cantidad de grasa en el cuerpo suficiente como para poder albergar un embrión. Cuando te encuentras en ese momento nutricional, se considera que puede estar en edad reproductiva y se empiezan a desencadenar todos estos mecanismos que ponen en marcha la pubertad».

Los disruptores endocrinos

Otro factor a tener en cuenta son los disruptores endocrinos. «Los hay persistentes y otros que se pueden eliminar al interrumpir el contacto. Se cree que tienen un efecto sumatorio entre ellos, que interfieren. No podemos señalar un único culpable. Estamos expuestos y no podemos evitarlos al cien por cien ni mucho menos», asegura Prado. 

La endocrinóloga explica que, cuando llega un caso de pubertad precoz a consulta, se intentan poner medidas para intentar frenar la progresión. Una de ellas, es intentar reducir la exposición a disruptores: «El bisfenol A quizás es el más conocido y ahora mismo sí que se está hablando bastante sobre él. En España se ha regulado la ingesta diaria máxima tolerable a la que se puede exponer a los niños». A lo que añade: «En los estudios se ha visto asociado tanto a pubertad precoz, como la adelantada e incluso la retrasada. Por eso es difícil identificar uno solo y concluir que, si lo eliminas, se soluciona el problema. También habría que tener en cuenta los ftalatos, que se encuentran en pinturas y plásticos. Sobre todo se trata de reducir el consumo de alimentos que se encuentran en plásticos, tanto en envases y botellas, como evitar calentar tuppers de plástico». 

Bisfenol A

Es una sustancia química empleada en la producción de plásticos y resinas. Si bien las personas no lo consumen directamente, este puede migrar desde los envases alimenticios y de bebidas a los alimentos, y de ahí al organismo. Ante el riesgo, las autoridades competentes hacen revisiones asiduas de su seguridad. En España, su utilización en la fabricación de envases está prohibida desde enero de 2023, cuando entró en vigor la ley de envases.

Además, a la hora de exponernos a disruptores endocrinos, la doctora Prado habla de tres etapas de «mayor vulnerabilidad» a lo largo de la vida: durante la gestación, los seis primeros meses de vida en bebés y el período en torno a la pubertad. «Pero tampoco hay que generar alarma, porque es imposible evitarlos al cien por cien».

¿Qué repercusiones tiene la pubertad precoz para las niñas?

La problemática más común es la talla. «Una vez que se empieza la pubertad, le sigue el estirón y cuando finaliza, dejan de crecer. No es lo mismo empezar la pubertad con una talla de metro veinte, que con metro cuarenta; son centímetros que vas a sumar después del estirón», aclara Prado. Por su parte, Ibáñez menciona una exposición más prolongada a las hormonas femeninas: «Se sabe que cuanto más tiempo se tienen estrógenos funcionando existe mayor riesgo de determinados tipos de cáncer. Pero eso no quiere decir que se acabe padeciendo uno». 

Existe un tratamiento farmacológico que se lleva utilizando desde hace años que frena un poco el proceso, pero Prado remarca que, aunque el beneficio es claro en las niñas que empiezan por debajo de los seis años, no lo es tanto a partir de los ocho: «Los estudios no han demostrado tanto beneficio en cuanto a mejora de talla a largo plazo ni prevención de dificultades psicológicas. A medida que nos vamos acercando a una edad normal de inicio de pubertad hay que poner muchas más cosas en la balanza. Siempre hablando de niñas sanas, cuando existe una patología detrás ya es diferente». 

Sentirse diferente al resto: la realidad emocional 

Las expertas consultadas concuerdan que una de las mayores consecuencias se da a nivel emocional, por sentirse diferentes al resto. «Es un cambio del cuerpo cuando la mente no está preparada aún para todo lo que está viviendo. Puede causar un distrés psicológico, angustia, un no saber qué está pasando. Hay unos cambios físicos que las niñas de tu alrededor no están experimentando», declara Paula Marcos, vicepresidenta de la sección de psicología y salud del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia (COP). Sentirse rara e incluso no aceptada. «Pueden ocultar partes del cuerpo, sentir vergüenza, recibir miradas de otros niños. Todo, en una edad de vulnerabilidad, donde aún estamos formándonos nuestra propia identidad». 

En cuanto a las consecuencias, Marcos considera que son muy variables. «Ansiedad y preocupaciones. Pueden ver afectado su sueño y son más vulnerables a experimentar trastornos de conducta alimentaria. Adelantarse en procesos que todavía no le corresponden por edad, como una sexualización que todavía no entienden ni experimentan. Incluso puede llegar a tener un pensamiento ‘‘mágico'' de que algo han hecho mal y por eso les está ocurriendo eso». 

El abordaje, recalca, no es solo con ellas. También con la familia. «Primero siempre tenemos que explicarles a todos, papás incluidos, qué está pasando. Que a pesar de que se esté convirtiendo en "una chica", la niña sigue siendo inmadura a nivel psicológico. Sigue necesitando afecto y protección. También qué cambios se van a seguir produciendo para anticipar lo que pueda ocurrir y que, cuando eso llegue, no sientan miedo». 

La pubertad llega cada vez más pronto, ¿hasta cuándo?

Se considera pubertad precoz cuando llega antes de los ocho años, pero para Ceñal, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA), esa cifra se encuentra en discusión. «Porque se está adelantando la edad de la pubertad y probablemente algunas de las niñas que se consideran pubertades adelantadas habría que considerarlas ya normales».

Según sus palabras, esta etapa de la vida se está adelantando «desde que tenemos registros». Con todo, reconoce que «sí que es verdad que parece que está avanzando más deprisa; las niñas ahora tienen la regla cuatro años antes que sus madres, más o menos. Aunque se ha adelantado más la aparición de caracteres sexuales secundarios que la menarquia como tal». 

Prado afirma que con un control de peso y hábitos en estas niñas «ya estamos consiguiendo reducir un poco esa velocidad a la que íbamos de sobrepeso y obesidad». Y concluye: «Parece que la curva se empieza a aplanar un poco, pero tenemos que seguir en esa misma línea de control». 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.