Paula Camarós, matrona: «Siempre tenemos la duda hacia nosotras mismas de si seremos lo suficiente para nuestro bebé»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Paula Camarós, matrona y consultora de lactancia certificada (IBCLC, por sus siglas en inglés).
Paula Camarós, matrona y consultora de lactancia certificada (IBCLC, por sus siglas en inglés). Emilia Picazo Escribano

La especialista asegura que el posparto «es la etapa más vulnerable en la vida fértil de una mujer»

25 jul 2024 . Actualizado a las 16:23 h.

¿Te imaginas correr una maratón sin entrenar antes? Es una pregunta que suele hacer Paula Camarós, matrona y consultora de lactancia certificada (IBCLC, por sus siglas en inglés), a las futuras mamás que acuden a su consulta. Defiende que la mujer y su pareja deben prepararse para el parto para que ambos sean capaces de tomar decisiones en uno de los momentos más importantes de sus vidas. De ahí la publicación de su nuevo libro, Ha nacido una madre (Planeta, 2024), una guía práctica para orientar durante el posparto y los primeros meses del bebé. Camarós se formó en Reino Unido, donde ejerció para el sistema público de salud durante seis años y es creadora del centro Baby Suite; además, acumula casi un millón de seguidores en redes sociales. 

—Una mujer debe prepararse para el parto, pero ¿también para el posparto?

—Sí, exactamente igual. El posparto es la etapa más vulnerable en la vida fértil de una mujer. Al final cuando las mujeres están embarazadas, bebé y madre son uno y todo es perfecto. Pero de repente, nos encontramos con una criatura que necesita de nuestros cuidados a tiempo completo. Aunque es una etapa muy gratificante, también súper dura. Por eso creo que debe existir una preparación previa, leyendo libros y mucha información. 

—En el libro mencionas un término curioso, golden hour. ¿Qué es exactamente?

—Era un término que utilizábamos mucho cuando trabajé en Reino Unido, y lo hice un poco mío. Cuando volví a España lo seguí utilizando y se lo explico a las familias. Realmente son los primeros 60 minutos que transcurren inmediatamente después del nacimiento del bebé. Le llamamos la hora dorada porque debería ser sagrada. Siguen existiendo hospitales en los que se les da prioridad a pesarle, medirle o ver cuánto mide su cabeza, y la prioridad absoluta en ese tiempo, siempre y cuando la salud materno fetal esté asegurada, es que ese piel con piel se haga posible y que la lactancia materna se establezca.

—¿Qué importancia tiene ese contacto piel con piel?

—Al final, los bebés nacen con unos niveles de adrenalina altísimos y tener ese contacto físico sin interrupciones con mamá es lo que le va a ayudar a reducir ese estrés, a adaptarse al mundo extrauterino. 

—Y una mujer, ¿qué necesita en esas primeras horas después del parto? 

—Voy a ser muy concisa. Una mujer necesita calor, hidratación, algo de comer (lo que le apetezca), pero algo que reponga toda esa energía que ha gastado, calma, sosiego, cariño, mínimas interrupciones; pero lo más importante, a su bebé cerca. 

—¿Cuáles suelen ser las dudas más frecuentes en esos primeros días del bebé?

—Las dudas son innumerables. Ahora me dedico mucho a la etapa del posparto, me apasiona. Diría que las dudas las divido un poco según en qué etapa se encuentre la mujer. Pero los primeros días de un bebé, la gran mayoría suelen girar entorno a la alimentación porque suele perder peso, se ponen amarillos, se duda sobre cuánta leche hay que darle, si hay que reforzar con biberón. Las mamás suelen preguntarse si su leche alimentará o si se quedará con hambre y aquí quiero hablar de que las mujeres, en los últimos años, parece que hemos perdido esa capacidad innata que tenemos de poder parir y poder amamantar.

—¿Es un miedo frecuente en consulta?

—Sí, y siempre les digo: «¿Tú vas por la calle pensando si tus pulmones serán capaces de respirar o de si tu corazón será capaz de latir?». ¿Por qué siempre dudamos de esto? Nacemos preparadas hormonalmente y anatómicamente para amamantar. Tenemos que confiar mucho más en nuestro instinto, capacidad y poder como mujeres para poder hacerlo y por supuesto, si se presentan complicaciones, está el profesional de referencia para ayudarte en el camino. Pero parece que siempre tenemos la duda hacia nosotras mismas de si seremos lo suficiente para nuestro bebé. 

—Una de las situaciones más temidas es la depresión posparto. ¿Cuáles son sus síntomas?

—Primero, cabe diferenciar entre depresión posparto y baby blues o tristeza. En las primeras semanas de vida del bebé los altibajos son muy comunes en la mujer, y se debe a que han existido unos cambios emocionales y físicos enormes. Por eso algunas mujeres pueden sentirse algo desbordadas; con algo de tristeza pasajera que, poco a poco, se irá yendo. Podrán retomar su vida normal. Pero en otras se queda, se sienten absolutamente desbordadas, sufren ansiedad, tristeza constante, cansancio, están siempre agotadas, tienen baja autoestima, baja confianza en ellas mismas. Todo esto, junto con el insomnio y cambios en el apetito. Son mujeres que antes disfrutaban de algo que ahora ya no les apetece o no lo disfrutan. En este caso ya hablamos de una depresión posparto.

—¿Es un fenómeno aislado?

—Parece que a nadie le toca, pero es común: una de cada diez mujeres la sufren en el posparto. Por lo tanto, puede afectar a cualquier mujer, pero sí que es verdad que hay un grupo de mujeres a las que le puede afectar con mayor probabilidad o proporción.

—¿Qué mujeres son más propensas a sufrir una depresión posparto?

—En primer lugar, aquellas mujeres que ya hayan tenido algún trastorno psicológico antes. También mujeres con problemas económicos, que tienen mucha responsabilidad laboral y que les cuesta mucho bajar revoluciones. Por último, cuando el parto ha sido traumático, no ha transcurrido como esperábamos o ha ocurrido alguna emergencia. Al final, aunque nadie lo quiere, sí que es cierto que esto puede acabar provocando un trauma en la mujer y que desencadene en una depresión posparto. 

—Sin llegar a ser una depresión posparto, por lo que comentas es frecuente que la madre tenga las emociones a flor de piel. 

—Sí. Tener las emociones a flor de piel es normal, porque es una etapa que es una revolución en nuestra vida, los bebés son las personas que más vamos a querer por encima de cualquier cosa en este planeta. Sentir esa melancolía, esa tristeza pasajera, no se debe confundir con una depresión posparto, pero tampoco podemos bajar la guardia. Lo más normal es que, así como la mujer recupera sus horas de sueño, su autocuidado y se establecen un poco la lactancia y ritmos del bebé, tiende a irse. Pero hay mujeres en las que no y por eso es importante no bajar la guardia.

—¿Qué importancia tiene la gestión de las expectativas? 

—Mucha. Al final nos creamos unas expectativas sobre lo que va a ser nuestra vida cuando llegue el bebé, pero no bajamos esa autoexigencia que tenemos con nosotras mismas. Les hablo siempre del síndrome de la madre perfecta. Queremos seguir con nuestro ritmo de vida, pero de repente, se produce un golpe de realidad: nos damos cuenta que no podemos. Por eso es importante desde un principio hablar sobre las expectativas, saber que la casa y las visitas pueden esperar, pero que hay algo que no puede hacerlo: tú y tu bebé.

El claro ejemplo es cuando vamos en un avión. Nos llama mucho la atención cuando nos dicen que «en caso de emergencia, pónganse las mascarillas primero ustedes y después atiendan a los niños». La primera vez que me puse a analizar esa frase, yo pensaba: «Sí hombre, voy a ponerme primero la mascarilla y después a mi hijo, ¿y si le pasa algo?». Con el paso de los años te das cuenta de que nada fluye si mamá no está bien. Si mamá no es realista no se da cuenta de que a lo mejor no puede llegar a todo, y que no pasa nada.

—¿Recomendarías el uso de cremas y esponjas para el bebé?

—Las cremas, solo si existe necesidad de usarlas. Pieles que lo necesitan, una dermatitis de pañal, una herida, una infección, un culete que está irritado, una vulva que está rojita… Pero no se deben utilizar esponjas para bañar a los bebés, nunca jamás. Siempre lo digo: es un nicho de bichos. Ahí prolifera de todo y es caldo de cultivo porque es un ambiente húmedo y caliente, todo lo que necesitan los bichos. 

—¿Qué señales puede darnos el bebé de que está sufriendo cólicos?

—Los temidos cólicos les llamo, porque es verdad que los papás llegan a consulta exhaustos. No saben qué más hacer y lo han probado todo. El llanto de los cólicos es distinto; no tiene consuelo y es estridente. A mí me gusta diferenciarlo porque los cólicos en los niños muy recién nacidos no suelen darse, tienden a aparecer un poco después. Pero no somos máquinas y hay que evaluarlo en consulta. Hay una regla, la del 3-3-3, que yo le hago una pequeña variación personal porque los papás lo entienden mejor: si tu bebé llora más de tres veces al día, más de tres a la semana y sobre todo, pasadas las tres de la tarde, podríamos sospechar que sufre de cólicos.

—¿Cuál es el matiz que llevas a cabo en esa regla del 3-3-3?

—Hay personas que, en vez de indicar que hay que estar pendientes si el bebé llora a partir de las tres de la tarde, defienden que es mejor estar pendiente de si lo hacen durante tres semanas o más. Pero en mi opinión, esto es un poco relativo. Me gusta aplicar más lo de las tres de la tarde porque el llanto de cólicos suele darse más en ese tiempo. Es lo que llamamos las horas bruja: suelen estar más petardos, irascibles, cansados, no sabemos muy bien qué hacer porque parece que nada es suficiente. En cambio, lo de las tres semanas, no me gusta mucho decirlo porque los cólicos suelen desaparecer y normalmente a partir de los seis meses un bebé ya no tiene cólicos. Dependiendo de en qué momento broten, puede que no se cumplan las tres semanas y las familias se despisten un poco. Eso sí, siempre enfatizando mucho en la importancia que tiene ir a un buen fisio pediátrico que haga una buena evaluación a nivel gastrointestinal para que le proporcione pautas domiciliarias y que los papás puedan trabajar con distintos masajes, posturas, porteo, etcétera. Les va a ayudar un montón. 

—A la hora de hablar de lactancia materna, ¿qué signos son normales y cuáles no?

—Una lactancia normal es aquella que fluye, no molesta, el bebé se engancha al pecho, se queda cómodo después de la toma y coge peso. Pero tenemos que entender que tiene luces y sombras y que esto no es un camino lineal y perfecto. Nos debe hacer saltar las alarmas es el dolor. La lactancia materna no tiene que doler. Algo está fallando. Ya sea la postura, la posición, el agarre, lo que sea; hay algo que tenemos que corregir. Luego las grietas, las heridas en el pecho. Si no se les pone atención, van a más. No se curan poniendo solo cremas, sino yendo a la raíz del problema. El tratamiento hará que cicatrice, pero si no corregimos el agarre, vas a volver a tenerlas. 

—¿El bebé también puede mandar señales de que algo no va bien?

 —Sí. Si no coge peso, moja pocos pañales y le vemos con poco tono nos está indicando que la lactancia no está yendo bien, que el bebé no se está alimentando como debería. También aquellos que hacen tomas eternas.Tendríamos que ver por qué esas tomas son erráticas, tan largas que se junten la una con la otra. Es importante que la mamá se toque el pecho después de las tomas para ver si lo tiene constantemente cargado, duro o caliente. Son señales de que el bebé no lo está vaciando de una manera efectiva. Todo está muy relacionado entre sí. 

—Si se opta por una lactancia mixta, ¿qué consejos proporcionarías para que sea efectiva?

—Sobre la lactancia mixta hay que dejar una premisa clara: los bebés son pequeños, pero no tontos. Hay muchos que, cuando descubren que hay una manera más fácil y rápida, podemos arriesgarnos a que no quieran volver al pecho. Porque hay otro método con el que como por gravedad, rapidísimo y no me tengo ni que esmerar. Esto no siempre ocurre, pero yo siempre aviso.

Una vez que tenemos esto claro, me gusta hablar de dos pautas clave. La primera, siempre el pecho primero; lo que complementa es el biberón. Si el bebé se queda con hambre, le damos el refuerzo. Pero hay mamás que dicen: «Para mí la mixta es poder tener dos horas para mí o no andar con el sacaleches en el trabajo». Fenomenal, pero en ese caso, les hablaría del método Kassing, que lo que hace es asemejar lo máximo posible, lo que sería la succión al pecho con la succión a un biberón.

—¿Cómo se puede llevar a cabo el método Kassing?

—Se debe poner al bebé más vertical, sentadito, y el biberón más horizontal, de tal forma que va a estar en una posición similar a lo que sería el pecho. La tetina del biberón ligeramente elevada hacia el paladar o la nariz del bebé. Cuando lleva unas cuantas succiones, al igual que el bebé hace pausas y se separa del pecho, haremos lo mismo con el biberón. Lo separamos para volver a empezar. De esta forma, vamos adecuando la toma igual que sería la del pecho, para que el bebé sea el que regule su apetito y saciedad. Intentamos asemejar el trabajo que tiene que hacer un bebé para vaciar la leche del pecho de su madre con el trabajo que tiene que hacer para extraerlo del biberón. Y de esta manera, conseguimos que esa lactancia materna dure más y por lo tanto sea más exitosa. 

 —Por último, ¿chupete sí o no?

—Es una decisión muy personal. Existen pros y contras, como todo en la vida. Sabemos que tiene beneficios, como calmar a un bebé que está nervioso e irascible. Pero también es verdad que, si ofrecemos el chupete demasiado pronto, hay estudios que lo relacionan con que interfiere en la lactancia materna. Otro beneficio: su uso tiene un factor protector frente al síndrome de la muerte súbita del lactante. Pero por la contra, también nos dicen que el uso prolongado del mismo, sobre todo más allá de los dos años de vida del bebé, aparte de dependencia, puede generar malformaciones en la boca. 

 —¿Si se decide no dar chupete al bebé puede haber consecuencias?

—Sí, hay familias que optan por no dar el chupete y después el bebé opta por meterse el dedo en la boca; lo que puede ser peor, porque el chupete lo puedes retirar, pero el dedo no se lo puedes cortar (ríe). Personalmente creo que dar la información actualizada es lo más importante, para que las familias decidan qué quieren hacer. 

Eso sí, máximo a los dos años de vida del bebé, hay que retirarlo. Además, algo que hace el márketing en nuestra contra es hacer chupetes para pequeños de seis meses, nueve, doce… No, el chupete cuánto más pequeño sea, mejor, no debemos ponerle al bebé aquellos que son grandes. Podemos poner uno de recién nacido y tirar de él constantemente. Además, a día de hoy en nuestro país todo pasa por unos controles estrictos de calidad, pero asegurarnos de que el sitio donde lo compremos sea el adecuado. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.