Miguel tiene 16 años y ha superado una leucemia: «Maduras antes de tiempo y no le das importancia a tonterías»
![Cinthya Martínez Lorenzo](https://img.lavdg.com/sc/D7q4_3zIKuwWoM4XpDMVTi1i0vQ=/75x75/perfiles/1622633167247/1658225406247_thumb.jpg)
LA TRIBU
![Miguel Fernández tiene 16 años y ha superado un cáncer infantil.](https://img.lavdg.com/sc/mfFvC2LZwwnM8X5jMhxhK2rsbI4=/480x/2025/02/13/00121739451122822377533/Foto/i_20250212_171646000.jpg)
Aunque convive con algunas secuelas que le ha dejado el tratamiento, ya puede hacer una vida como la de cualquier adolescente
15 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Miguel Fernández tiene 16 años, pero su serenidad y entereza provoca que todo aquel que lo escucha sienta que está hablando con una persona mucho más mayor. Él mismo cuenta la clave: es superviviente de un cáncer infantil que le diagnosticaron hace tres años. «El 18 de julio del 2021. Me encontré mal a la hora de comer y mis padres me llevaron al ambulatorio», cuenta el ourensano. Sorprende la gran cantidad de detalles que puede llegar a dar ese día. Su madre, Beatriz González, acompaña en la conversación pero remarca que el protagonista es él: «Es una situación que, por desgracia, le va a quedar muy marcada; fue un momento muy difícil, tanto para él como para la familia». Miguel, concuerda: «Sí, para todos. El golpe más duro creo hasta diría que lo podía haber llevado mi familia porque supongo que no es fácil, para ningún padre, ver a un hijo enfermo».
Nada más llegar al hospital, llegó la confirmación. Miguel padecía leucemia. «Muchas lágrimas», resume él. «Mucho miedo, mucha incertidumbre, porque no sabes lo que va a pasar y lo primero que se te viene a la mente es lo peor», añade su madre. Al «terrible diagnóstico» se le sumó el hecho de que la familia tuvo que trasladarse a Vigo, porque en Ourense no hay unidad de oncología infantil. «Ya es difícil la noticia, como para tener que trasladarte a otro sitio», dice él.
«Los primeros minutos y horas, incluso días y meses después, estás en shock. Se te para la vida por completo», asegura Beatriz. Miguel fue consciente de su enfermedad desde el primer momento: «Me lo dijeron, yo ya tenía una edad en la que podía saber estas cosas. Y por cultura general ya sabía, más o menos, lo que era y a lo que me iba a enfrentar. En la familia ya habían pasado varias personas por un cáncer y eso me hizo tener una idea de lo que podría pasar».
«Ves sufrir a tu hijo y no puedes hacer nada para aliviarlo»
Desde el primer momento, la Asociación Bicos de Papel les ofreció una casa que tiene a la disposición de familias desplazadas. Un balón de oxígeno para Beatriz, ya que Miguel estuvo ingresado dos años. «Al principio lo llevas como un tratamiento cualquiera, pero todo se complicó bastante. Sufrí muchos efectos secundarios, uno tras otro. No tuve nada de suerte con eso. Estuve muy grave durante unos meses y me costó mucho recuperarme de ese momento», cuenta.
![Desde hace un año y medio, Miguel está «limpio».](https://img.lavdg.com/sc/eg3bNtEZON4XDRJ0TIh_U8EyZcg=/480x/2025/02/13/00121739451122450794678/Foto/i_20250212_171645000.jpg)
«Se paró todo», remarca su madre. Beatriz dejó su trabajo con una baja que se prolongó todo ese tiempo. «Ahora que hablo con otros padres, coincidimos mucho en que el cáncer infantil es muy cruel porque ellos lo pasan muy mal, pero tú no puedes hacer nada para aliviarlo. Lo único, estar con él, acompañarle, darle ánimos y amor. No puedes darle nada más».
Miguel también estuvo un año y medio sin poder asistir al colegio. «Pero pude seguir estudiando gracias al colegio, mis profesores y compañeros. Pude seguir las clases de manera online y, cuando no podía conectarme, me pasaban el temario al final de las clases». Y cuando pudo volver, «me noté muy distinto» a sus compañeros. «Al pasar una enfermedad así, uno asienta la cabeza y maduras antes de tiempo. Le das importancia a lo que de verdad la tiene, no a tonterías», reflexiona.
En mitad de la conversación, ambos confiesan que todavía les cuesta hablar del tema. «Pasa el tiempo y sí que es verdad que ya lo verbalizamos como tal, pero te remueve mucho porque te deja marcado», confiesa su madre. Aún a día de hoy, Miguel convive con algunas secuelas. «Tuve problemas en el hígado y en los riñones, porque al no metabolizar bien los medicamentos, me afectó bastante a los órganos y eso provocó que se desgastaran. Todavía me estoy recuperando. También perdí bastante movilidad y, de hecho, estoy intentando coger un poco de fuerza», explica. «Pero con bastante esfuerzo, aquí estoy», dice. Desde hace año y medio, Miguel está limpio. Necesita asistir a controles continuos «y cada vez que vamos lo pasamos fatal», confiesa su madre, pero ya hace una vida como la de cualquier adolescente.
Le queda tiempo para tomar la decisión, pero a Miguel le gustaría dedicarse a «industrial o renovables». «Médico, no, ¿no?», le preguntamos. «No me han quedado muchas ganas de volver al hospital, pero también lo estoy valorando», responde entre risas.