Cara Natterson, pediatra: «No nos engañemos pensando que la conversación sobre sexo se tiene una sola vez»

LA TRIBU

Graduada del Harvard College y de la Johns Hopkins Medical School, la especialista explica cómo podemos abordar estos temas con los adolescentes
20 jun 2025 . Actualizado a las 19:20 h.La adolescencia es una etapa desafiante para muchos padres. Muchos chicos cambian drásticamente durante este proceso y pueden pasar de ser extrovertidos y alegres a encerrarse en su habitación y tener respuestas cortantes. Otros pueden hacer una transición opuesta: de ser tímidos y reservados pasan a ser rebeldes y contestones. Estas transformaciones dejan a los adultos con una sensación de pedalear en el aire. Esto es especialmente complejo en el caso de los chicos: sus cambios al principio pueden no ser tan evidentes a nivel externo como lo son en las chicas, a lo que se suma el hecho de que muchos espacios de socialización masculina no favorecen la vulnerabilidad. La doctora Cara Natterson lo comprende profundamente. La pediatra, graduada del Harvard College y de la Johns Hopkins Medical School, es experta en pubertad y adolescencia. Su nuevo libro, Descifrando a los chicos (Océano, 2025) es una hoja de ruta para comprender qué podemos esperar de ese proceso y cómo acompañarlo.
—¿Qué deberíamos saber acerca de los cambios hormonales que sufren los chicos en la adolescencia?
—Como sabemos, las hormonas están en el corazón mismo de la pubertad. Las hormonas sexuales, como estrógeno, progesterona y testosterona, conducen a la maduración de los órganos reproductivos y desencadenan cambios en la apariencia externa de las personas. Pero no son las únicas hormonas que entran en juego en esta etapa. También hay otras en el cerebro y de las glándulas suprarrenales que forman parte de la ecuación. Los efectos de la testosterona están muy bien estudiados en todo tipo de procesos y reacciones, desde el desarrollo del pene hasta la ira, pero no hay datos sobre el vínculo entre la testosterona y el silencio que muchos padres observan en sus hijos varones en la pubertad. Esta es la conexión que me interesa investigar.
—Explica que hablar con los chicos es esencial, aunque sea incómodo. ¿Qué consejos daría para hacerlo más fácil o llevadero?
—El objetivo es mostrarles a nuestros hijos que hablamos en serio cuando les decimos que siempre estaremos allí para ellos. En este sentido, se trata de hacer preguntas y escuchar pacientemente sus respuestas. Hay que hablarles cuando claramente necesitan ayuda y están sufriendo, pero también cuando no la necesitan y han tenido un buen día. Dejar a un lado el teléfono móvil y enseñarles que nos importan. Muchos chicos pasan por fases en las que no parecen estar muy receptivos: se vuelven callados, se encierran en su habitación, no reaccionan bien cuando intentamos hablarles. En esos momentos hay otras maneras de hacerles saber que estamos aquí y muchas veces hacer esto es suficiente para mantener un vínculo estrecho con ellos. Con mi hijo, algo que hacía era sentarme fuera de su habitación y decirle que estaba allí y que estaba disponible para hablar. Sonará algo ridículo, pero como adulto hoy sigue recordando ese gesto y lo significativa que fue esa presencia para él.
—¿Cómo se define desde el punto de vista médico la pubertad y a partir de qué edad puede comenzar?
—La pubertad es el camino hacia la madurez sexual. Lo importante es saber que las mismas hormonas sexuales que hacen que una persona sea capaz de concebir un bebé tienen también un impacto en el cerebro y esta es la razón por la que los adolescentes experimentan cambios de humor. Ese impacto de las hormonas en el cerebro es muy variable y sin embargo no hablamos suficiente de ello.
—¿Cómo podemos hablar con los chicos sobre la pubertad?
—Hay que hacerlo de manera abierta, honesta y sin ocultarles nada. No tiene por qué ser una charla seria. Podemos reírnos, podemos compartir nuestras propias experiencias con ellos. Simplemente se trata de hablar.
—¿Cómo pueden los padres lidiar con el contraste entre la rapidez de los cambios físicos y el ritmo lento de su maduración cerebral?
—Esto es especialmente complicado. Los chicos entran en la pubertad a edades cada vez más tempranas, mucho más que cuando nosotros lo hicimos. Como resultado de esto, puede que ellos comiencen a tener un aspecto más adulto a edades muy precoces y esto lleva a los adultos a pensar que, como se ven maduros, deben tener una mentalidad más madura para su edad. Pero no es así. El cerebro no madura más rápido que antes. Entonces, un chico de diez años que tiene la apariencia de uno de 12 o 13 sigue siendo un chico de diez. Va a pensar y a actuar como un chico de diez años. Esto puede provocar situaciones complejas y es nuestro trabajo como padres anticiparnos a ello, apoyarlo cuando ocurra y siempre tratarlo acorde a la edad que realmente tiene, no la edad que aparenta. Esto también es válido para aquellos chicos que atraviesan la pubertad a edades más avanzadas y aparentan ser más pequeños de lo que son.
—¿Qué consejos daría a la hora de abordar la conversación sobre sexualidad con los chicos y la educación sexual desde la familia?
—Hay que ser abiertos y honestos, pero no nos engañemos pensando que esta va a ser una conversación de una sola vez y ya está. Estas van a ser muchas conversaciones a lo largo de varios años. Y no siempre nos va a funcionar el mismo guión. Esta es parte de la aventura de criar a adolescentes.
—Explica que los chicos ven pornografía incluso aunque no la estén buscando. ¿Cómo deben abordar los padres este tema con ellos? ¿Se puede evitar la exposición?
—La pornografía está en todas partes; incluso en Google Maps. Si ellos tienen acceso a un dispositivo, sea el que sea, es probable que tarde o temprano encuentren pornografía, incluso aunque no la busquen. No solo a través del móvil, sino en el ordenador o incluso en consolas de videojuegos, porque está en todos lados. Por tanto, más que pretender evitarla, recomendaría empezar a hablar de ella. Hay que poder hablar de sexo, de consentimiento y de pornografía con los chicos. Dejémosles claro que no van a estar en problemas si la ven y que siempre pueden contar con nosotros para hablarnos de sus inquietudes. Hay que explicar también los riesgos de la pornografía, el riesgo de disfunciones sexuales o de la pérdida de satisfacción en las relaciones sexuales con otras personas. Esto es importante.
—¿Cómo influye la masculinidad en la imagen corporal de los chicos?
—De la misma manera que los estándares de belleza poco realistas impactan en la imagen corporal de las chicas. Los chicos ven a través de las pantallas cientos y cientos de imágenes de cómo se «supone» que deberían ser sus cuerpos. Esto supone una enorme presión por adaptarse a esa imagen. Es importante que entiendan que muchas de esas imágenes que ven no son reales, que han sido editadas, filtradas y maquilladas. Además, es un montón de información para sus cerebros, que ya bastante tienen con adaptarse al hecho de despertar cada día en un cuerpo que está cambiando. Por tanto, creo que en este aspecto los chicos merecen mucha más empatía y escucha de la que reciben.