Cómo ha cambiado la salud de una generación a otra: «Si le decía a mi madre que estaba ansiosa, me quitaba la ansiedad de golpe»

Lois Balado Tomé
LOIS BALADO LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Enfrentamos a dos generaciones para hablar sobre sus distintas perspectivas sobre la salud.
Enfrentamos a dos generaciones para hablar sobre sus distintas perspectivas sobre la salud. La Voz de la Salud

Salimos a buscar a padres y madres para enfrentarlos a sus hijos y discutir sobre nutrición, salud mental o hábitos saludables. Buscamos saber si la percepción sobre la salud ha cambiado entre la generación X, los millennials y los Z

17 oct 2022 . Actualizado a las 17:44 h.

Sea quien sea el lector que haya aterrizado en esta información, hay algo seguro: es hijo o hija de alguien. Si algo une a todos los habitantes del planeta Tierra es que todos hemos nacido del vientre de una persona. Esto es indiscutible. La siguiente afirmación es un poco más aventurada, pero casi tan universal como la anterior: además de una madre, todos tenemos problemas. Si esos problemas se los contarían o no a su madre o a su padre, ya es otro cantar. 

Hablamos de problemas, problemas que han cambiado en la medida que el mundo también lo hacía. Hoy, las cifras del Ministerio de Sanidad nos dicen que un 6,7 % de la población sufre trastorno de ansiedad —la prevalencia sube hasta el 10,4 % si contabilizamos los que alguna vez han padecido síntomas ansiosos—. Los casos ya se habían multiplicado por cuatro desde el 2011 antes de la llegada de la pandemia; cuando el covid llegó... Bueno, esta historia ya se la saben

Evidentemente, cuando Antonio Tejero entró a tiros en el Congreso de los Diputados —una imagen icónica de la generación X—, poco se miraba en España a la salud mental. Hoy, la generación millennial desfila hacia sus psicólogos con total naturalidad. Este es, sin duda, un cambio entre dos formas de ver la vida y la salud. ¿Pero se trata de un cambio de tendencia generacional o de que, simplemente, somos más conscientes de la importancia de cuidarnos en cuerpo y mente? Porque hablamos de salud mental, pero quién le iba a decir a la España de la transición que iba a dominar conceptos de nutrición o prever la drástica bajada de fumadores en un país en el que el cigarrillo estaba presente en los hospitales.

En La Voz de la Salud, buscábamos saber si esas distintas percepciones sobre la salud son reales enfrentando a varias generaciones. Asaltamos por la calle a familias que paseaban (padres con hijas, madres con hijos y todas las combinaciones posibles) para preguntar cómo ven unos y otros la salud, lo que es saludable o no y para saber si los hijos contarían en este 2022 a sus padres que padecen depresión. Aunque quizás la pregunta sería más interesante al revés: ¿contaría un boomer a su hijo treintañero sus problemas de salud mental? No te pierdas este vídeo.

Diferencias obvias de percepción de la salud mental: «No sé si me notaban mi depresión o no»

Una madre y una hija comparten una cerveza en una terraza. Preguntamos a la madre, que rondará los sesenta años, cuándo escuchó hablar por primera vez de ansiedad. Nos dice que cuando era joven «no existía». «Si le decía a mi madre que estaba ansiosa, me quitaba la ansiedad de golpe», nos comenta. Es reacia al uso de psicofármacos ante un posible problema de ansiedad o depresión. Su hija, en la década de los 30, escucha con atención esas palabras. Tiene una visión distinta. Ningún tabú. «Se ha normalizado el hablar sobre cómo te sientes, ir a terapia». Dice hablar abiertamente con ella sobre salud mental y acredita sentirse afortunada por poder gozar de esa naturalidad. Utiliza palabras propias de la jerga psicológica, como cuando habla de «herramientas» a la hora de afrontar situaciones difíciles. Sobre el uso de antidepresivos y ansiolíticos, también dice que prefiere trabajar primero los problemas con un psicólogo, pero no rehúsa el uso de las pastillas «si están pautadas por un profesional».

Una madre y una hija avanzan con prisa por una calle céntrica, pero aceptan detenerse a hablar. La madre, de la generación X, es enfermera. La hija pertenece al grupo de millennials y se le nota: «Yo tengo ansiedad como todo el mundo de mi generación». Preguntamos si van a terapia, una pregunta que podría resultar bastante íntima, pero mira su reloj y mientras se ríe nos responde: «En una hora». Su madre, nunca ha acudido a un profesional de la salud mental; tampoco hablaba con su madre sobre problemas de este tipo entendiendo que nada tenía de lo que quejarse ante una generación que había sufrido las estrecheces de la posguerra. 

Un señor de unos 70 años está sentado en un banco frente a la parada de un autobús. Sentado a su lado, está su hija, o tal vez su nieta. A él no le importa hablar; ella no quiere saber nada. Le preguntamos si ha ido al psicólogo alguna vez y responde que no. No nos sorprende. ¿Estaría dispuesto a ir al psicólogo? «Si tuviese algún problema de demencia o algo por el estilo, ¿por qué no?».

Dos señoras toman el sol que aún cae en el mes de octubre en unas rocas frente al mar. Ambas, bien entradas en los setenta, sino más. Dicen que ya sabían lo que era la ansiedad en la década de los ochenta, por lo que son poco menos que unas pioneras. Una de ellas, padeció una depresión después de que falleciese uno de sus hijos; el marido de la otra —ya fallecido—, tenía depresión. Conocen las patologías. Les preguntamos cómo se tomó en su día su círculo sus problemas, cómo las trataron. «Yo no sé si me lo notaban. Yo no se lo conté a nadie», explica la primera mujer dando una información muy reveladora. Y añade una frase lapidaria: «Eso sí, iba llorando por la calle». La otra señora explica que su marido no contaba su depresión a sus amigos ya que «no hacía falta» porque «ya se lo notaban». Una de ellas iba al psicólogo, pero dejó de ir durante la pandemia. «Hombre, pues justo ahí...», le apuntamos. Confiesa que se toma una pastilla y le va bien.

Marido y mujer con tres niñas pequeñas. Son turistas y descansan en un banco en la plaza del ayuntamiento. ¿Contarían a sus hijas que tienen depresión? «Yo sí», dice la madre sin pensarlo. «Yo... Tengo mis dudas», dice el padre. Preguntamos a la mayor de las niñas, de unos diez u once años si sabe lo que es un psicólogo y nos da una definición bastante acertada: «Una persona que te ayuda a resolver tus problemas». Otros de los encuestados se hacen una reflexión interesante: «Yo nunca he ido al psicólogo. A lo mejor lo necesito y nunca he ido». Tal vez.

Hábitos saludables: «Tenéis el colesterol alto porque tomáis poco 'guaro'»

Sabemos que en España fuma cada vez menos gente. Esa es una realidad innegable que se sustenta en datos oficiales. En la puerta de una biblioteca pública un varón, miembro de la generación Z, se toma un descanso. ¿Fumas?, ¿y tus amigos? «Yo no fumo. Algunos de mis amigos sí, pero la mayoría no». Dice también que no tiene ningún problema en salir de fiesta y no beber, que lo ha hecho «muchas veces». Se apresura a matizar. «Hombre, no siempre», aunque su justificación parece girar más en la necesidad de no coger el coche ebrio que en cuidar su salud. Una madre y una hija que pasean juntas confiesan que ninguna de las dos contempla una noche de fiesta sin estar regada en alcohol pese a los 30 años que separan a la una de la otra. 

Entre los más mayores, sin embargo, hay varios que creen que los jóvenes beben más. Sí es verdad que apuntan a un cambio de tendencia. Antes se bebía con más frecuencia pero en menos cantidad. Identifican en las nuevas generaciones eso que los ingleses llaman «binge drinking», que en español vendría a ser algo así como un atracón; una ingesta ocasional de alcohol en grandes cantidades los fines de semana. En este grupo de babyboomers también hay quien hace una reflexión: «A lo mejor vemos a unos chavales fumarse un peta y pensamos que son unos drogadictos; antes veíamos a un grupo de personas bebiendo por la calle y ni nos llamaba la atención». Otro hombre que pasea solo y se acerca a nosotros preguntándonos qué estamos haciendo opina, sin el menor atisbo de duda, que ahora los jóvenes fuman mucho menos porque están con «la cosa de que el tabaco produce cáncer».

Un grupo de amigos han llegado a la ciudad en crucero y pasean, tienen diferentes nacionalidades, pero su nexo de unión parece ser un pasado común en Costa Rica. Tienen distintas edades. Una de las más jóvenes de la pandilla, que anda entre los cuarenta y los cincuenta, opina que sus amigas tienen el colesterol alto porque le dan poco al guaro —una palabra usada en Centroamérica para referirse al aguardiente de caña—.

Cuando la nutrición llegó a nuestras vidas: «El chorizo con pan a mí me parece sanísimo, totalmente natural»

Las señoras —que forman parte de una generación que no entendía un plato sin carne— siguen tomando el sol al lado del mar, cada vez más animadas en esta charla sobre salud. Les preguntamos si tienen una idea de qué es una proteína o un hidrato de carbono. Dan una respuesta extraña. «Tengo anemia y me dan lentejas, me dan espinacas, me dan arroz, me dan kiwis para la diarrea». Algunos aciertan y otros ni responden. Tal vez sea más fácil comparar los conocimientos que tenemos sobre los alimentos y la evolución que ha habido a lo largo de los años yendo a ejemplos concretos. Por ejemplo, ¿qué consideran que es una merienda saludable?, ¿qué merendaban los padres y abuelos que ahora dan de merendar a sus hijos y nietos?

«Pues el chocolate yo lo veo muy sano. Y el jamón también lo veo muy sano», dice una de las dos señoras. A continuación recopilamos las respuestas que se nos dieron cuando preguntamos a personas de la generación X (del baby boom) sobre una merienda saludable —o sobre lo que ellos merendaban—.

Ejemplos de meriendas según la generación X

  • Pan con chocolate
  • Una fruta y un yogur o cualquier alimento que no sea procesado
  • Un bocadillo de chorizo o un bocadillo de mortadela
  • Chorizo de casa con pan
  • Dos huevos fritos
  • Leche con cereales
  • Pan con azúcar y aceite
  • Nocilla en medio del pan y un plátano

A una señora, que va en compañía de su pareja y que aseguraba que su merienda consistía en pan con chorizo de la casa, le preguntamos si eso le parece saludable. Nos responde: «En mi época sí, porque era natural del todo». Una de las madres más jóvenes que participan en el experimento explica cómo ella merendaba «pan con azúcar y aceite». Muchos padres y madres —o incluso abuelos y abuelas— saben que hoy en día muchas de sus nostálgicas meriendas no serían clasificadas como 'saludables' y algunos se justifican argumentando que la oferta que hoy en día tienen las familias en los supermercados no existía.

«¿Ahora qué está de moda? Todo el mundo toma tostas de aguacate, cosas veganas, todo bio», lo dijo una chica joven (unos 30 años), parodiando las costumbres de su época. Lo que sí logramos constatar —obviamente la consulta no tiene valor demoscópico—, es que cuanto más jóvenes, más habilidad tienen las personas para identificar qué es una proteína o un hidrato de carbono y qué alimentos contienen estos nutrientes. Sin duda, parecen más preocupados, al menos. La señora que comparte terraza con su hija da en la clave: «Yo la primera vez que escuché hablar de un hidrato de carbono ya fue de vieja. Hay más conocimiento. De hecho vivimos más, por algo será».

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.