Más allá de la estética: ¿es bueno para la salud ir sin sujetador?

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martinez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

iStock

Una de las preocupaciones que surgen cuando este se deja en el cajón es el miedo a que el pecho «se caiga». Te contamos qué dice la literatura científica al respecto

12 ago 2023 . Actualizado a las 15:42 h.

En 1907, Pierre Poiret creó el primer prototipo de sujetador. Al principio, se trataba un armazón con alambres y telas que tenía como objetivo liberar a las mujeres del corsé. En cierta medida, se puede decir que el francés cumplió con su cometido. Aunque no le pudo sacar mucho partido, ya que no llegó a patentar la idea.

Más de un siglo después, y con varios movimientos que han defendido dejarlo en el cajón a lo largo de todos estos años, son muchas las que empiezan a desprenderse de él. Lo llaman la tendencia braless y se ve tanto en las revistas de moda y papel couché, como a pie de calle. Sobre todo, en esta época del año, en la que la comodidad y la ligereza reinan. Pero dejando a un lado la estética o las modas, ¿es bueno para nuestra salud no utilizar sujetador?

Cabe empezar por el principio, por explicar la anatomía de las mamas. Estas están formadas por tejido fibroadiposo y por un sistema de conductos que unen las glándulas mamarias con el exterior. Los conductos galactóforos más grandes, situados en el pezón, se ramifican en el interior de la mama desembocando en pequeños ductos y acinos glandulares. En la base del conjunto areola-pezón se localizan las células mioepiteliales. El resto de la mama está compuesto por tejido conjuntivo, adiposo (el cual aumenta con la edad, sobre todo a partir de los 45 años, y permite diagnosticar los tumores más precozmente) y los ligamentos de Cooper, que proporcionan el soporte de las mamas (y que con la edad, pierden elasticidad). 

¿Se cae el pecho por no utilizar sujetador?

Una de las creencias bastante instauradas entre la población es que el hecho de utilizar un sostén previene la caída del pecho y que, por lo tanto, no usarlo, provoque que esta se acelere. Lo que se conoce entre la comunidad médica como ptosis mamaria. Sin embargo, «no hay evidencia científica que confirme esta teoría», asegura la doctora Conchi Lorca, tesorera y vocal de comunicación de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre).

Tal como se ha comentado anteriormente, la pérdida de capacidad de sujeción de los ligamentos de Cooper, con los años, sí que puede acabar provocando esa pérdida de posición del pecho. Pero no por el hecho de utilizar sujetador, esta se va a dejar de producir. Además, otro de los factores principales a tener en cuenta es el efecto de la gravedad. Cuanto más voluminoso sea, más se suele caer. Entra en juego también cómo es nuestro pecho. 

Así lo explica la doctora Lorca: «Una mama más firme, más glandular, se caerá menos que una mama grasa y con menos contenido glandular. De igual forma, un pecho muy grande y pesado acabará cayéndose antes que uno pequeño, pues los ligamentos y la piel no podrán contener ese peso». A su vez, precisa la experta, las pieles con más laxitud también tendrán más tendencia a la caída. Con todo, ninguna de estas circunstancias tienen que ver con el uso de sujetador.

Otra de las razones comunes  es la pérdida brusca de peso, ya que esto provocará que se quede vacía la glándula mamaria. Al igual que el embarazo y la lactancia materna: la mama crece en consecuencia de la subida de la leche y cuando esta baja, se da una disminución brusca del volumen y consistencia del pecho. 

La salud de la piel

Las prendas sintéticas dificultan la transpiración. El roce de la piel sobre el tejido de los sujetadores, sobre todo en esta época en la que sudamos más, causa enrojecimiento y hasta rozaduras. Estas, cuando se producen con regularidad, con temperaturas altas o en condiciones de humedad, pueden evolucionar en sarpullidos e incluso, en el peor de los casos, el desarrollo de bacterias y hongos en la piel.

De esta forma, no llevarlo puede mejorar la oxigenación de la piel en esa zona. Al igual que se alivia la posible presión ejercida por el sujetador, que en el peor de los casos, también puede llegar a dificultar la circulación sanguínea.

El problema no es utilizarlo, es hacerlo mal

«El sujetador no es bueno ni malo. Esto se aplica a los modelos con aros, sin ellos, con relleno, sin él, deportivos o lo que sea. Dicho eso, lo que es importante y recomendable es que la mujer sepa utilizar bien el mejor sujetador que se adapte a ella. No porque cree patología, sino porque su uso o elección de una forma inadecuada puede crear molestias. Esta adecuación tiene que relacionarse tanto con la copa, como con el contorno», indica Antonio Piñero, especialista de la unidad de cirugía de la mama del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca y Presidente de la Sociedad de Senología y Patología Mamaria (Sespm).

La pregunta es: ¿cómo saber si es el sujetador adecuado? «La copa debe adaptarse bien a la mama de cada mujer, el contorno. Sobre todo, si lleva aros. Tiene que adaptarse bien a la parte del surco de la mama. Si esto no es así, se pueden producir comprensiones en la zona donde se coloca mal, que pueden dar molestias e incluso alteraciones», responde el doctor. «En ocasiones, pueden reflejarse en las pruebas de imagen como hiperdensidades de la mama porque, por ejemplo, está comprimida durante mucho tiempo por un aro que no está en su sitio». 

El experto subraya que se debe utilizar sujetador o no en función de la comodidad. «Hay mujeres con el pecho muy grande, que van más cómodas con sujetador. Hay quienes duermen mejor si llevan sujeto el pecho, sobre todo en determinadas épocas del ciclo, como en las semanas previas a la menstruación. Al igual que alguna mujer puede que vaya más cómoda sin él. Y no pasa nada. En definitiva, sujetador sí, siempre que se quiera y se esté cómoda con él, pero utilizando el adecuado», subraya. 

En aquellas mujeres que tienen un pecho voluminoso se recomienda el uso de sostén, porque mejoran los dolores lumbares y dorsales que se pueden dar por el peso de las mamas. También es aconsejable usarlos a la hora de hacer ejercicio físico, pero solo los que están diseñados específicamente para este fin; evitando los que están confeccionados con aros de metal o relleno. «La idea es que no se produzcan microtraumatismos que puedan provocar cambios en la estructura interna de la mama. En estos casos, una prenda elástica, tipo top, para que la mama vaya sujeta y no se produzcan estos pequeños traumas, sería otro punto a favor del uso de sujetador a la hora de hacer ejercicio», señala Piñero. 

Cómo saber correctamente la talla del sujetador 

Las tallas de los sujetadores están formadas por:

  • Un número, que se refiere al contorno debajo del pecho.
  • Una letra, que hace referencia al volumen (la copa del sujetador). Es necesario calcularla. 

Así, la elección adecuada dependerá de la proporción de ambas.

  1. Para saber con exactitud el contorno bajo pecho (torso), se debe medir el contorno del tronco por debajo de la línea del sujetador.
  2. La copa se obtiene midiendo de nuevo el contorno, pero esta vez, la parte más prominente de este. Suele ser a la altura del pezón. Esta medida será la talla europea; su equivalencia para la talla española y francesa se consigue sumándole 15. Por ejemplo, si la medida del contorno bajo pecho es 88 centímetros, la talla correspondiente europea será la 90, pero la equivalencia española es 105. Posteriormente, se debe restar el contorno del pecho o volumen (esta última medida) de la del contorno bajo pecho (la primera). 
  3. Sitúa el resultado/ la diferencia en centímetros: 
    • Diferencia de 12 a 14 centímetros: copa A
    • Diferencia de 14 a 16 centrímetros: copa B 
    • Diferencia de 16 a 18 centrímetros: copa C
    • Diferencia de 18 a 20 centímetros: copa D 
    • Diferencia de 20 a 22 centímetros: copa E
    • Diferencia de 22 a 24 centímetros: copa F
    • Diferencia de 24 a 26 centímetos: copa G

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.