Lo que nadie cuenta a la mujer sobre la menopausia: «El cambio hormonal eleva el riesgo de enfermedades cardíacas»
VIDA SALUDABLE
Supone un antes y un después para todas, pero ha dejado de ser un tabú. A día de hoy, las profesionales recomiendan abordar este periodo bajo un enfoque multidisciplinar
30 abr 2024 . Actualizado a las 17:11 h.La menopausia llega la vida de todas las mujeres, pero cuándo y cómo se produce este cese de la menstruación dependerá de varios factores. Entre ellos, la predisposición genética y el estilo de vida que siga cada persona. Poniendo el foco en este último, hablamos con seis expertas en ginecología, endocrinología, dietética, salud mental y ejercicio físico para que nos proporcionen sus claves para esta etapa.
Miriam Al Adib, ginecóloga: «No hay que patologizar lo normal, ni normalizar lo patológico»
Cuando comienzan las irregularidades, el primer especialista al que suele acudir la mujer es al ginecológico. «Se debe consultar si sufrimos síntomas de malestar, sean del tipo que sean. El síndrome climatérico comprende los sofocos, sequedad vaginal, cansancio, irritabilidad, etcétera», explica Miriam Al Adib, ginecóloga y obstetra. Una vez en consulta, la doctora indica que se valorarán dos cosas: factores de riesgo y calidad de vida. Con todo, recalca: «No hay que patologizar lo normal, ni normalizar lo patológico». Se debe diferenciar qué síntomas vienen de ella y cuáles de otras patologías que pueden acompañar a esa etapa.
«Aunque la menopausia no es algo grave, si esta arrastra circunstancias que restan calidad de vida, no se debe normalizar. Hay muchas mujeres a las que les sigue costando mucho consultar, por eso incidimos tanto», alerta.
De esta forma, proporciona un ejemplo de síntoma que, si no se trata a tiempo, puede empeorar. Cuando empieza el déficit de estrógenos, no son pocas las que la sufren. «Muchas no hidratan la zona y después de esta, se pasa a la atrofia. Siguen sin consultar y llega el vaginismo secundario. Es decir, se produce una contractura en la musculatura del suelo pélvico que es involuntaria». En sus palabras, el siguiente paso puede llegar a ser que afecte al vecino sistema urinario, porque la uretra también es un tejido estrógeno-sensible: «Y ahí podemos entrar el síndrome genitourinario, donde se solapan síntomas vulvovaginales de ardor, escozor y dolor; con síntomas urinarios: molestias al hacer pis, cistitis de repetición, sensación de ganas de orinar todo el tiempo, etcétera. Si se añade el prolapso de algunas estructuras del suelo pélvico, todo empeora».
La buena noticia es que todos estos síntomas pueden abordarse. «Debemos asegurarnos de que estos signos son de la menopausia y no existen otras patologías no controladas como hipertiroidismo, un déficit de vitamina D o una inflamación sistémica de bajo grado asociada a malos hábitos. Existen estudios que relacionan esta última con los sofocos, por ejemplo. Es necesario individualizar el tratamiento porque si no lo hacemos, igual se prescribe más terapia hormonal de la que se necesita».
Así, el primer paso abordando la menopausia serían cambios en el estilo de vida y si con estos no es suficiente, complementarlos con suplementación o la terapia hormonal. «No soy ni defensora ni detractora de ella, pero antes hay que confirmar si es necesaria. Hay mujeres que, por muchos hábitos saludables que lleven a cabo en su vida, la van a necesitar», asegura.
Clotilde Vázquez, endocrinóloga: «El reparto de grasa pasa a ser más abdominal, como el hombre»
En la menopausia, la producción ovárica cesa y las hormonas hipofisarias, que son estimulantes del ovario, se elevan. «Si una mujer no tiene síntomas —una posibilidad que también puede darse—, pero tienen en plasma unos niveles de estrógenos bajos y unos niveles de hormonas hipofisarias elevadas, es diagnóstico de seguridad de que está en la menopausia», cuenta Clotilde Vázquez, jefa del departamento de Endocrinología y Nutrición en la Fundación Jiménez Díaz. «Pero esas hormonas, si no oscilan porque ya están elevadas permanentemente, no producen ningún perjuicio. Lo que sí puede dar síntomas es que, en ausencia de estrógenos, empiezan a predominar hormonas masculinas —andrógenos—, que no tienen oposición. Ahí la mujer empieza a virilizarse. Algunos signos son que le puede salir bigote y el reparto de la grasa se convierte en más abdominal, como el hombre. Pero no es que el estrógeno aumente, sino que no hay nada que lo contrarreste».
No es un mito: la mujer suele subir de peso en esta etapa. «Si se toman medidas, no, pero si una mujer sigue haciendo lo mismo, tiene muchas probabilidades». La especialista explica por qué se da este fenómeno: «Al bajar los estrógenos, disminuye la producción de calor, la termogénesis. Ocurre como cuando se deja de fumar. Ya no es que se coma más, es que aunque se coma y haga lo mismo, se va a engordar. Además, vamos a hacerlo en la zona masculina, la abdominal, que es la peor desde el punto de vista de la salud».
Aunque se coma y haga lo mismo que antes, se va a engordar. Además, en la zona abdominal, la peor desde el punto de vista de la salud
La mujer, antes de llegar a esta etapa «se defiende bastante bien del riesgo de padecer un infarto o diabetes», pero la ausencia de estrógenos cambia el paradigma. «Estos se encuentran en el hígado, los husos, pero también en el endotelio que es la capa más fina de los vasos, las arterias. La ausencia de estos provoca que se degeneran antes y sean más proclives». A todo esto se suma que, a partir de la menopausia, el colesterol también puede aumentar. «Se puede acelerar un proceso de aterosclerosis. De hecho, la mujer prácticamente no sufre infartos antes de los 50 y a partir de esa edad, alcanza los niveles del varón», añade la doctora.
La vitamina D también es muy importante en esta etapa. «Deben estar dentro del rango alto de la normalidad, porque si tenemos suficiente, vamos absorber y a utilizar muy bien el calcio de la dieta», indica. Aunque los niveles óptimos dependen de cada laboratorio, «cualquier persona que ya tenga una edad, creo que 50 es el nivel más adecuado».
Bárbara Munar, dietista: «Debemos eliminar los azúcares y las harinas blancas»
Al aumentar de peso, muchas mujeres optar por dejar de comer. «Este es el mayor error», confirma Bàrbara Munar, dietista especializada en menopausia. A la hora de abordar la alimentación durante esta etapa, la experta considera pilar fundamental aumentar la proteína que ingerimos: «Grasas tipo frutos secos, aceite de oliva, semillas, etcétera». Al igual que sustituir las harinas blancas por integrales y reducir el tamaño de la ración de hidratos de carbono. ¿Son estos últimos el enemigo? La especialista remarca que no. «Cada vez que se escuche a alguien decir que cierto alimento es malo, huye. No hay ninguno que nos proporcione la naturaleza que sea malo. Cada uno de los macronutrientes tiene una funcionalidad y la del hidrato es danos energía. Justo esa, por los cambios hormonales que se sufren en la menopausia, suele fallar».
Con todo, sí existen diferentes tipos. «La fruta y la verdura son hidratos de carbono de una alta calidad, con muchas vitaminas y minerales, con fibra y agua, que nos aportan una energía que nos interesa, además de micronutrientes. Por eso, se deben de comer entre cuatro y cinco veces al día. Después están los derivados de cereales que también debemos comer cada día, pero en lugar de que sean refinados, tienen que ser integrales». La razón no es otra que un aporte más sostenido de energía y vitaminas. «Por ejemplo del grupo B, que nos ayudan a mejorar nuestro sistema nervioso y nuestro estado anímico. Esos son los hidratos que deberíamos de comer cada día». Así, se debe limitar el consumo de los refinados, como un pastel. «Esos sí tienen que tener una presencia más limitada en nuestra dieta».
Una buena alimentación es aliada contra un síntoma muy frecuente en esta etapa: los sofocos. Se calcula que un 80 % de las mujeres los sufren. «Es importante eliminar los azúcares y las harinas blancas porque aumentan nuestra grasa visceral que está directamente relacionada con marcadores inflamatorios. También nos puede ayudar a reducirlos el consumo de pescado azul, mínimo tres veces por semana; tomar mucha fruta y verdura porque nos aportan antioxidantes que nos ayudan a reducir la inflamación asociada a la menopausia; y beber mucha agua porque ayuda a la termorregulación. Y como no, la actividad física», concluye la especialista.
Mila Pérez y Caroline Correia, fisioterapeutas del suelo pélvico: «El ejercicio físico ayuda con los sofocos»
El deporte es beneficioso durante toda la vida, pero más si cabe, en etapas de grandes cambios como la menopausia. «Existe una variación tanto de estrógenos como de progesterona, afectando a nivel muscular, pero también de los huesos. Por eso es muy importante a nivel de musculatura», indica Mila Pérez, fisioterapeuta especializada en suelo pélvico y entrenadora personal especializada en mujeres.
También proporciona beneficios a nivel cardiovascular, «ya que debido a este cambio que sucede a nivel hormonal, se eleva el riesgo de padecer enfermedades cardíacas». Por su parte, Caroline Correia, también fisioterapeuta, añade que «los ovarios ya no están produciendo los estrógenos que necesita el cuerpo. En consecuencia, la tendencia es que aumente nuestro tejido adiposo y el ejercicio es fundamental para lograr el equilibrio».
Aunque lo ideal sería que la mujer lo practicase ejercicio físico antes de llegar a esta etapa, las expertas concuerdan en que nunca es tarde. «En este caso, no se puede empezar por el tejado; se deben crear buenos cimientos, trabajar de menos a más. Crear adherencia, al igual que no venirse abajo ante las primeras dificultades», asegura Pérez.
Una de las principales complicaciones suele ser entrenar «con la estufa puesta»: padeciendo sofocos. Pero curiosamente, estos se ven reducidos al practicar ejercicio físico, «porque ayuda al equilibrio hormonal», avanza Caroline. «Va a conseguir que los estrógenos sean metabolizados perfectamente para evitar estar bajadas tan bruscas de estos».
Rosario Castaño, psicóloga: «Todas reciben los síntomas de la menopausia como un shock»
Los estrógenos también tienen un importante papel en el sistema nervioso central. En gran parte, son responsables de la sensación psicológica de bienestar. Por eso se pueden dar alteraciones del estado del ánimo que, según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, se pueden manifestar con una disminución de energía, cansancio, abatimiento, falta de concentración, ansiedad, agresividad e irritabilidad. «La perimenopausia ya suele afectar a la salud de la mujer porque la pilla por sorpresa. Aunque esté muy bien informada, la pilla por sorpresa, es un shock», indica Rosario Castaño, psicóloga clínica y sexóloga.
Si bien la especialista remarca que no se puede decir que la menopausia provoca problemas de salud mental, «simplemente es una etapa donde la parte más frágil de cada mujer se pone de manifiesto». De esta forma, si es una persona que ha padecido depresión con anterioridad, por ejemplo, esta puede volver a aparecer. «También si es una mujer que ha tenido sensación des inseguridad a lo largo de su vida, esta puede incrementarse. Pero hay que recalcar que la menopausia en sí no es la causa de la depresión», subraya.
Después del shock, la psicóloga indica que suele llegar la negación. «Se debe buscar la manera de encontrar un equilibrio porque los cambios de humor siempre se van a producir. Se crea otra mirada diferente: tanto sobre el propio cuerpo, como del entorno». La psicóloga confiesa que hace treinta años, se hablaba del «síndrome del nido vacío»: los hijos se iban de casa y la mujer se quedaba sola, con su pareja en caso de tenerla. «Ahora se habla del nido ‘‘súper lleno’’: hijos muy jóvenes o que todavía no se han podido independizar. Es otra manera totalmente diferente de abordar», considera Castaño.
Antes se hablaba del «síndrome del nido vacío»; ahora, cuando la mujer llega a la menopausia está «súper lleno»: con hijos menores o que no se han independizado
La mujer puede sentirse incomprendida, «por esa sensación de que no se valida su sufrimiento». En el ámbito de la pareja, también puede existir incomunicación y distancia. «Me pasa algo, pero mi pareja, aunque siempre nos hemos llevado bien, no entiende lo que me está pasando. Suele existir conflicto. Además, otro de los síntomas que se está empezando a estudiar ahora es cómo afecta la menopausia al deseo sexual». Por eso, ante signos de tristeza y fatiga mental, la psicóloga recomienda asistir a terapia.