José Luis García, doctor en psicología clínica: «Tenemos que darle a los jóvenes películas eróticas donde no exista violencia»

Sofía Berardi / U. R LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

José Luis García, doctor en psicología clínica y sexólogo desde hace 46 años.
José Luis García, doctor en psicología clínica y sexólogo desde hace 46 años. Emilia Gutiérrez

El doctor en psicología clínica advierte sobre la repercusión del consumo de pornografía en la salud de los niños y ofrece herramientas a padres para que sienten las bases de una sexualidad sana

19 jun 2024 . Actualizado a las 13:14 h.

Mientras no exista una ley y chicos y chicas capacitados, serán «carne de cañón para la industria del porno», afirma el doctor en psicología clínica, José Luis García. El sexólogo desde hace 46 años denuncia que en esta sociedad hipersexualizada, la educación no ha acompañado el ritmo con el que las redes sociales han acelerado la quema de etapas en el desarrollo de los niños. Esa es la razón por la que centra la importancia en las charlas en casa. «Mi propuesta es ayudar a los padres a que elijan quién va a educar a sus hijos, “¿el porno violento o vosotros?”», explica.

Acaba de publicar su nuevo libro ¿Hablamos de porno? (Plataforma Editorial, 2024). Un manual con las claves para hacer frente a la influencia de la pornografía en la educación sexual. El autor explica qué consecuencias presenta el consumo de estos contenidos para la salud y ofrece herramientas y argumentos para que los «padres vergonzosos» logren tener conversaciones constructivas con sus hijos para sentar las bases de una sexualidad sana. García responde a La Voz de la Salud cuestiones acerca de si todo el porno es malo, habló de las películas comerciales en las que se romantiza la violencia y señaló la falta de educación sexual en el país. «Ciertos estudios estiman que un 25 % de los jóvenes españoles, antes de los 20 años, podría haber consumido entre 1000 y 5000 horas de porno. El 90 % de las películas que ven los jóvenes es de violencia real, contra mujeres y menores. Si un chaval ve 3000 horas de pornografía, ¿qué influencia va a tener que reciba una o dos horas al año de información sexual?».

—¿Cuáles son los mayores peligros del consumo de la pornografía en adolescentes y niños? 

—El problema fundamental es que los niños y niñas necesitan conocer una serie de hechos sexuales básicos para comprender su cuerpo, su identidad sexual y la de los demás. Pero también para comprender emociones, sentimientos, sensaciones que la sexualidad le va a producir. Por tanto, si queremos una generación de chicos saludables respecto de su vida afectiva y sexual, deberíamos resolver todas aquellas dudas que nos puedan hacer. Y ni en casa ni en las escuelas suele darse respuesta a estas preguntas, entonces van a buscar la información fuera, en internet, en el porno, y en particular en el porno violento. 

—Siempre hubo porno, ¿qué cambió además del fácil acceso?

 —Hace 50 años no existía internet y había porno, los chavales buscábamos la información donde podíamos. Pero ahora la sociedad no ha sido capaz de afrontar de forma seria y rigurosa este aprendizaje de los hechos sexuales. Ahora es diferente: además de ser gratis y de oferta ilimitada, tiene una calidad extraordinaria. Va directo a nuestro cerebro y provoca una respuesta inmediata. Es muy fácil excitar a una persona. Mucho más a un adolescente que está descubriendo el sexo. Los chicos están aprendiendo sexo a través de la referencia educativa del porno violento. Llevo 46 años hablando de esto y cada vez estoy más preocupado porque veo que la sociedad no reacciona, parece anestesiada. Esta semana los medios de comunicación advirtieron algo que nosotros venimos señalando hace mucho: el incremento exponencial de las infecciones sexuales en los jóvenes. Esto sucede porque tienen relaciones sexuales cada vez más pronto y no usan condones, no tienen esa capacidad cognitiva ni ejecutiva de decidir ventajas e inconvenientes. A eso se añade que en el porno no existe el condón. Con lo cual el mensaje que transmiten a los chavales es que follar a pelo «es lo mejor, lo más guay». En España ha habido alguna campaña sobre el famoso «Póntelo, pónselo». Pero llevamos 20 años sin campañas. Y el Ministerio de Sanidad decidió tomar la iniciativa este 10 de junio de hacer campañas y parece ser que va a regalar condones. Fantástico. Pero es insuficiente. Si creen que con eso solo vamos a resolver el problema, están equivocados.

—¿Qué sucede con los cursos de biología y sexología en España? ¿Qué pueden implementar los institutos?

—En España no hay educación sexual formal. No tenemos una ley de educación sexual obligatoria que permita que todos los niños y todas las niñas reciban una información básica desde primaria a la universidad, y que de alguna manera garantice el derecho de todos los niños a recibir educación sexual y afectiva. En las comunidades autónomas hay algunas iniciativas, pero cada uno hace lo que quiere. Ese es el problema de fondo. Mientras no tengamos una ley, y unos chicos y chicas capacitados, serán carne de cañón de la industria de las adicciones y del porno. 

—Tengo entendido que sí se dan charlas, pero con una o dos veces al año no alcanza.

—Eso no cambia nada. Hay un estudio hecho por un sociólogo de las Islas Baleares que estima que un 25 % de los jóvenes españoles, antes de los 20 años, podría haber consumido entre 1000 y 5000 horas de porno. El 90 % de las películas que ven los jóvenes es de violencia real, contra mujeres y menores. Si un chaval ve 3000 horas de pornografía, ¿qué influencia va a tener que reciba una o dos horas al año de información sexual? La competencia es feroz. Su cerebro que es inmaduro se inyecta de dopamina. Es imposible competir con el porno en ese sentido. Tenemos que ponernos las pilas, el porno nos está ganando por goleada.

—¿Que el cerebro esté en desarrollo, los lleva a interiorizar los comportamientos y verlos como aceptables?

—Si no tienen otro modelo de comparación van a dar por válido lo que ven, lo que les excita, lo que sus amigos hacen. Por eso recomiendo que antes de que los padres den un móvil a su hijo, hablen de los riesgos que conlleva tenerlo, hay que acompañarlo a lo largo del desarrollo, porque más tarde o más temprano va a ver porno. No es que él lo busque, es que el porno le va a buscar a él y lo va a encontrar. La industria busca clientes cada vez más vulnerables y tiene tanto éxito, porque hay una gran demanda de información. Padres, madres y escuelas deben competir con el porno, porque está en juego el futuro sexual y afectivo de sus hijos. Una mala educación sexual puede conllevar diferentes disfunciones sexuales que afectan a muchísimas parejas y que sufren enormemente.

—En esas disfunciones ¿también está la salud mental? Imagino que existen expectativas y frustraciones por no replicar lo que se ve en los contenidos.

 —Si ellos validan como normal lo que ven, es un gran peligro. Hay muchos mensajes que transmite el porno y uno de los más preocupantes es que la violencia es erótica. Gran parte de las prácticas sexuales están vinculadas a la violencia, contra la mujer y contra los menores. No he visto ninguna película porno en la que el hombre, el actor, desista de penetrar a la mujer. Y sin condón, por supuesto. Al final siempre lo consigue. El mensaje que estamos dando a los chicos y a las chicas es que follar es muy fácil. Cualquiera puede hacerlo. Basta que te lo propongas. Las chicas lo están deseando. Si presionas a las chicas, mejor. Les gusta que las maltraten, que las violen. Ese es el mensaje que está dando gran parte de las películas porno. Y esto es muy preocupante, porque además el porno es un catálogo interminable de trastornos de la conducta sexual. La mayoría de los trastornos de la conducta sexual están reflejados en el porno. Desde el fetichismo, exhibicionismo, sadismo, masoquismo, pederastia, pedofilia, incesto... Normalizar los trastornos de la conducta sexual tiene mucho riesgo, mezclar la violencia con el sexo es un riesgo que no podemos permitirnos. Podría ser un retroceso de la civilización. El porno altera la capacidad de empatía de los seres humanos, deshumaniza a las mujeres y a los menores. El deshumanizar a una persona de alguna forma está justificando el maltrato. 

 —En el libro hablas de la generación de niños y niñas pornográficos, ¿a qué se refiere? 

 —Son niños y niñas que van a ser muy activos y precoces sexualmente,van a tener muchas parejas sin importar la orientación sexual, serán consumidores de prostitución, tendrán diferentes problemas de relación con su pareja y que es probable que también consuman drogas y alcohol. Ambos consumos están asociados. Que consideren que la mujer es una cosa, un objeto, con el fin de satisfacer sus deseos sexuales acaba pensando que la violencia está bien, que forma parte del repertorio sexual. Esto ha sido muy polémico, pero estoy absolutamente convencido por mi experiencia, de que tenemos que darle a los jóvenes películas sexuales eróticas donde no exista ningún tipo de violencia. Donde exista empatía, respeto, cariño y también deseo y pasión, por supuesto. Pero que no haya ningún tipo de violencia. Mientras no tengamos un arsenal de películas en páginas web exclusivamente eróticas, vamos a perder la batalla. Porque los chicos y las chicas van a usar lo que tienen. ¿Y lo que tienen cuál es? El porno violento. No nos engañemos. 

—Existen un montón de películas porno violentas, pero también hay un montón de películas y series que romantizan la violencia sexual. Por ejemplo, las típicas sádicas como 50 sombras de Grey, que son aún más accesibles y están dentro de un portal que utilizan los menores día a día. ¿Cómo evalúa esto?

—Hay diferentes grados de violencia. No es igual una película de tortura sexual a una menor, que las he visto, a una pareja que se dice una palabra más fuerte o hace un pellizco. Por ejemplo, creo que hay mucha gente que comete el error de creer que la pornografía es todo igual. Es un error. Por eso distingo entre películas sexuales eróticas y películas sexuales pornoviolentas. Yo no puedo decirle a los jóvenes que toda la pornografía es igual. Tú has mencionado películas comerciales que han tenido mucho éxito y que ofrecen una visión un poquito romántica y una violencia light. Yo soy un defensor de la no violencia sexual. Trataría de transmitir la idea de que la violencia nunca debe estar dentro de la sexualidad, que nunca usen la violencia para excitarse sexualmente, que nunca violen y nunca maltraten a una mujer, ni a un varón, pero generalmente la mujer es la que sufre todo lo que estamos comentando. Hay niñas de 13 años que tienen relaciones sexuales con dolor, con penetración anal, sin preparación, sin lubricación. Hay chicos y chicas que utilizan la asfixia.

—Hace algunos días leí un artículo sobre la preocupación tras muertes causadas por asfixia erótica, una práctica normal entre los jóvenes, ¿el porno fomenta esto? 

—Es un problema internacional. Incluso hay un hashtag con el tema de la asfixia (#strangulation). Esto sucede porque un chico que tiene una relación sexual a las tres de la mañana con su pareja, después de haber tomado unas copas y unos porros, no está en condiciones de medir la presión que hace en el cuello y el tiempo que tiene que estar ahí. Las chicas lo pasan muy mal. Tenemos que decirle que nunca utilicen ese tipo de prácticas sexuales. Podemos disfrutar del sexo todo lo que queramos sin necesidad de usar la violencia. La sexualidad es una dimensión positiva de la vida. Siempre que se dé en un contexto de mutuo acuerdo. Si no, eso ya no es sexualidad. Es otra cosa. 

—¿Por qué a los padres les cuesta tanto hablar de sexo con sus hijos?

—Están acojonados, deseando que alguien les señale algún criterio porque no saben qué hacer. Ellos no han recibido educación sexual en su infancia. Mi propuesta es ayudarles a que tomen la decisión de elegir entre «¿el porno o vosotros?». Esta generación va a tener que decidir qué hacer con la sexualidad de sus hijos. Mis talleres se llaman «Talleres para padres y madres vergonzosos». Y yo les digo, si vosotros no lo hacéis, otros lo harán en vuestro lugar. Reaccionar, no repitáis aquello que os pasó a vosotros, con el agravante de que ahora hay internet. En un clip, un chico tiene miles de mujeres de todas las etnias y edades a su disposición. Haciéndole lo que él quiera. No sé si nuestro cerebro, evolutivamente, va a encajar bien. 

—¿Cómo debe realizarse un primer acercamiento, sabiendo que los niños ahora no le quieren contar nada a sus padres?

—Los niños empiezan a preguntar a los 3 o 4 años. Si no respondemos a las primeras preguntas o las promovemos, luego no esperemos que nos repregunten más tarde, respondamos. Segundo, el modelo de padre y de madre es muy importante: deben besarse, abrazarse y decirse cosas bonitas delante de sus hijos. Porque eso va a dar una cantidad de conversaciones muy interesantes. Los niños van a decir «papá y mamá se quieren, tienen relaciones sexuales, se lo pasan muy bien, pero nunca papá agrede o maltrata a mamá». Y ellos les vas a decir «tú, cuando seas mayor, tampoco lo hagas, ¿te gustaría que lo hicieran contigo?». En tercer lugar, propongo trabajar valores, empatía, respeto y responsabilidad, habilidades como la autoestima, la asertividad. Porque hay casos como los de niñas que son populares en Instagram y que aprenden a tener seguidores y likes, y que están en un riesgo terrible. No solamente porque al lado está Only Fans, en donde haciendo lo mismo ganan mucho dinero, sino porque es una ficción. Ese reconocimiento afectivo virtual no sirve y genera frustración. Por eso muchos psicólogos están preocupados por el problema de los suicidios y de las conductas autolíticas. No puedes exhibir o vender tu cuerpo por un like. Por poner otro ejemplo, hace poco un maestro me decía que en su clase los chicos que ven porno estigmatizan a los que no. Hay que tener una asertividad para decir «yo no quiero ver porno, no me gusta ese tipo de porno, es violento, es misógino». 

—Y cómo deben luchar los padres contra eso, porque el comportamiento de los niños es ceder a la presión, a veces prefieren eso antes de que los marginen. 

—La solución es que sean capaces de defenderse. Por eso también propongo establecer algún tipo de debate o de sesiones de formación en las que los padres aborden con sus hijos cinco temas, que son los que el porno, en su inmensa mayoría, utiliza para transmitir sus valores. A los padres les aterra hablar sobre placer y conductas sexuales con sus hijos a los siete u ocho años cuando le dan un móvil.

—¿Cuáles son estos cinco temas? 

—Primero, la visión positiva de la sexualidad; segundo, explicar lo que es la pornografía, el negocio; tercero, el consentimiento y el mutuo acuerdo, es muy importante. Cuarto, qué hacer en las primeras relaciones sexuales, en el libro propongo ejercicios concretos. Y cinco, hablar de la prostitución y de los anticonceptivos. Porque son dos elementos muy importantes vinculados con la pornografía. Por tanto, esos cinco temas son en los que la pornografía ofrece su punto de vista e influye decisivamente. Si un anuncio de 20 segundos en televisión influye en las conductas de los ciudadanos, ¿cómo no va a influir ver 3.000 horas de porno violento, excitados, con el cerebro anestesiado de dopamina? Pues claro que influye decisivamente. 

—En una entrevista comentas que animas a los padres a que se atrevan a ver el porno que hay en internet, así pueden aconsejar a sus hijos. ¿Deberían verlos junto  con sus hijos, ayudarlos a buscar?

—Ver porno juntos, no. Gestionar la excitación sexual en familia no. Pero sí debatir después de ver una película y hablar tranquilamente, que cada uno exponga su punto de vista. La mayoría de los hombres ha visto porno y muchísimas mujeres también, por tanto no va a ser algo traumático. Creo que para que se den una idea de lo que está pasando, deberían conocer dónde entran sus hijos. Cuando estoy en los talleres con los padres les digo que cojan su teléfono móvil y pongan la palabra anal en un buscador, y a ver qué les sale. Los resultados son millones de películas porno. Esto es lo que buscan los chavales y como esas palabras y el dominio en internet está comprado por la industria del porno, pues le llevan directamente a sus páginas web porno.

—Hablábamos de que no todo el porno es igual, pero ¿se puede consumir porno sin que signifique algo malo? ¿qué sucede con los mayores?

—Siempre pongo el ejemplo del alcohol: no es igual tomarse una copita de un vino bueno en una comida, que tomar 14 cubatas de tequila. Hay parejas de 60 años que ven su película el sábado y qué les vas a decir. Pero la diferencia es el contenido, la violencia. Un consumo controlado de películas eróticas no tendría por qué suponer ningún problema. Pero repito, consumo racional y controlado, porque las películas eróticas también pueden generar adicción y al final acabar consumiendo películas violentas. El deseo sexual necesita estímulos sexuales, lo que hay que valorar es que hay estímulos sexuales saludables y otros que no lo son. Cuando estoy con chavales les digo: «No es igual un polvo maravilloso con una chica o un chico que te gusta. No se puede comparar un polvo maravilloso con una violación». Aunque el deseo sexual esté en los dos casos, las circunstancias, las consecuencias, el sentido y el significado son radicalmente diferentes. Ahí tienes la diferencia entre una película erótica y una película violenta. 

—En términos mundiales, ¿en qué lugar está España en el consumo de porno?

—Es un problema planetario. Todos los jóvenes de todo el mundo van a tener el mismo patrón de acercamiento, porque los algoritmos del porno están ahí. En España, algunos comienzan a los 6 años, a los 12 ya lo hacen la mayoría y desde luego a los 18 ya son excepcionales los que no han visto porno. Comparando con Suecia, Australia o Estados Unidos estamos un poco más abajo en el consumo. Pero eso va a desaparecer en breve. En Suecia el 99 % de los jóvenes a los 16 años consume porno. En España estamos en torno al 60-70 %. Como la mayoría del porno que hay en internet es violento van a consumir ese porno. Pornhub (web porno) hace un informe anual del consumo en sus páginas, si nos atenemos a eso, en España estamos en torno al lugar número 10 del mundo del consumo de porno. No suelo hacer mucho caso a este tipo de estudios porque son parte interesada, no me lo creo mucho. En cualquier caso, más tarde o más temprano, mi opinión es que prácticamente la totalidad de los jóvenes va a consumir pornografía. En su mayoría violenta. Y eso tiene consecuencias. No es gratis.