Las claves de un neurocientífico para recordar más y mejor

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Hacer fotos con el móvil puede ayudar a afianzar recuerdos, pero solo en ciertos casos.
Hacer fotos con el móvil puede ayudar a afianzar recuerdos, pero solo en ciertos casos.

El investigador Charan Ranganath propone técnicas basadas en el funcionamiento de nuestra memoria, que, en sus palabras, opera «como una democracia»

04 jul 2024 . Actualizado a las 19:41 h.

Aunque solemos pensar que nuestra memoria funciona como una especie de bitácora de todo lo que nos ha pasado, lo cierto es que nuestra mente ha evolucionado para hacer exactamente lo contrario: olvidar. Esta naturaleza imperfecta, incompleta y deliberadamente inexacta de la memoria es lo que le permite al cerebro ser eficiente y nos ayuda a aprender y a interpretar el contexto en el que estamos. En este sentido, el investigador en neurociencia Charan Ranganath, que se dedica a estudiar el cerebro humano desde hace más de 25 años, señala que, más que registrar el pasado, la memoria prioriza la información que considera que nos será útil en el futuro.

Director del programa Memoria y plasticidad de la Universidad de California en Davis, donde es profesor, el experto ha sido galardonado por su trabajo con varios premios que reconocen el valor de sus aportes al campo de la neurociencia. En su nuevo libro, Por qué recordamos (Península, 2024), Ranganath ha decidido traducir algunos de los complejos conceptos que ha desarrollado como investigador científico al lenguaje cercano de la divulgación. Así, ofrece algunos consejos que todos podemos poner en práctica en el día a día para aprovechar al máximo la potencia de nuestra memoria entendiendo cómo funciona.

Por qué recordamos unas cosas y olvidamos otras

Se calcula que una persona, de media, se expone a 34 gigabytes de información al día, cifra que menciona Ranganath al comienzo de su libro. «Dada la avalancha casi permanente de imágenes, palabras y sonidos que nos llegan a través de smartphones, internet, los libros, la radio, la televisión, el correo electrónico y las redes sociales, por no mencionar las incontables experiencias que tenemos en el mundo físico, es natural que no nos acordemos de todo», observa el experto.

Entonces, ¿cómo selecciona el cerebro aquello que considera digno de ser recordado? «En esencia, las neuronas funcionan como una democracia», explica Ranganath: «de la misma manera que una persona solo cuenta con un voto para influir en el resultado de unos comicios, una neurona desempeña solo un pequeño papel en cualquier computación neuronal. En una democracia formamos alianzas para poder desplegar nuestras agendas y las neuronas forman alianzas similares para establecer los recuerdos».

En otras palabras, las neuronas forman conexiones con otras cuando aprendemos o asimilamos una nueva información, creando caminos, y la capacidad de recordar esta información dependerá de que logremos volver a trazar esos caminos para recorrerlos. Pero, normalmente, «se da una intensa competencia entre la coalición de neuronas que tiene el recuerdo que estamos buscando y las coaliciones que representan otros recuerdos que no precisamos en ese momento. Si las coaliciones representan recuerdos similares, puede no haber un ganador claro. Esta competencia se denomina interferencia y es la culpable de muchos de nuestros olvidos cotidianos», ilustra Ranganath.

Recordar mejor

¿Cómo podemos crear recuerdos que destaquen en nuestra mente? La clave, según el científico, está en dos pilares, la atención y la intención. «La atención es el modo que tiene nuestro cerebro de priorizar lo que estamos viendo, oyendo y pensando. Demasiado a menudo, lo que pasa en nuestro entorno capta nuestra atención», señala.

«Ahora bien, prestar atención a lo más importante que uno quiere recordar no ayudará necesariamente a crear un recuerdo nítido que se imponga a las interferencias. Es ahí donde entra en juego la intención. Para crear un recuerdo que podamos ubicar más adelante, hay que utilizar la intención para guiar la atención a fijarse en algo específico».

«La próxima vez que deje un objeto que acostumbra a extraviar, como las llaves, dedique un momento a concentrarse en algo peculiar de ese instante y lugar concretos, como el color de la encimera o la pila de cartas sin abrir que hay junto a las llaves», propone Ranganath. Para ello, podemos servirnos de la información que nos brindan nuestros cinco sentidos: no solo las imágenes, sino los olores, los sonidos o las texturas pueden desencadenar recuerdos.

Si lo que queremos recordar es información relevante de cara a un examen, o bien algo que debemos memorizar, como el nombre de alguien o un número de teléfono, lo decisivo será el esfuerzo que dediquemos a afianzar ese recuerdo. Por eso, el experto recomienda ponernos a prueba frecuentemente cuando estamos intentando memorizar algo. «Cuanto más espacies estos intentos, mejor», explica el neurocientífico.

Cuando se trata de recordar grandes volúmenes de datos, o secuencias largas, como una cuenta bancaria, la fragmentación es el recurso fundamental. «Fragmentar la información ayuda a las personas corrientes, a los ajedrecistas expertos y a los atletas mentales por igual a comprimir la información en piezas manejables con las que poder trabajar», señala Ranganath, pero advierte que, por sí sola, esta técnica no basta para vencer las interferencias.

«El cerebro humano no es una máquina de memorizar; es una máquina de pensar», explica, por lo que la clave en este caso estará en organizar lo que queremos recordar en un esquema, ya sea un mapa, un cuadro semántico o una narración que nos ayuden a estructurar todos esos datos en un conjunto claro.

La tecnología, un arma de doble filo

Como explica Ranganath en esta entrevista con La Voz de la Salud, el uso del móvil es uno de los hábitos que más nos perjudican en este proceso de la memoria, sobre todo si nuestra exposición a las pantallas no está guiada por esa intencionalidad que es necesaria para que un recuerdo destaque y sobreviva en nuestra mente.

«Las pantallas no afectan tanto a nuestra capacidad de formar recuerdos, sino que generan hábitos que son nocivos para nuestra capacidad de recordar. Nos distraen constantemente. Nos llegan alertas y notificaciones todo el tiempo y el solo hecho de abrirlas hace que nuestra atención pase de la actividad que estábamos haciendo a la notificación», detalla el investigador.

«En el cerebro, el hipocampo está tratando de formar un recuerdo de la actividad que estamos realizando, pero se ve interrumpido por esa notificación y le lleva cierto tiempo cambiar y enfocar la atención en el mensaje que acabamos de recibir. Al final, acabamos con unos recuerdos fragmentados de lo que hacemos en lugar de un recuerdo completo, porque estamos constantemente poniéndonos al día con lo anterior a la interrupción. Y gastamos muchos recursos en eso. Esas distracciones afectan a nuestra función ejecutiva. En otras palabras, el móvil nos saca de la experiencia», señala.

«Pero, por otra parte, puedes usar el móvil para enfocar tu atención y tus recuerdos de manera selectiva: hacer fotos de un momento agradable con amigos para recordarlo más adelante. Esa es la manera de usar el móvil para mejorar tus recuerdos», indica Ranganath. En este sentido, lo importante es priorizar nuestra experiencia presente para poder, de manera intencional, memorizar algún aspecto clave del momento que estamos viviendo y, más adelante, al ver una foto que hayamos hecho de ese día, tendremos un recuerdo mucho más nítido de esa comida con nuestros amigos.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.