Noelia Valle, bióloga: «Yo cuando más bostezo es cuando estoy en el gimnasio»

Lois Balado Tomé
Lois Balado LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Noelia Valle es divulgadora y profesora de fisiología.
Noelia Valle es divulgadora y profesora de fisiología. La Voz de la Salud

Durante décadas se creyó que el bostezo era un mecanismo para aumentar la cantidad de oxígeno en el cerebro, una teoría que ha acabado por descartarse

01 dic 2024 . Actualizado a las 16:24 h.

Acostumbrados a una ciencia que en el siglo XXI es capaz de dar respuestas a casi todos los procesos que se dan en nuestro organismo, resulta cuanto menos curioso que desconozcamos tanto sobre un gesto que llevamos realizando desde el principio de los tiempos: el bostezo. Prácticamente todos los vertebrados vivos han sido cazados bostezando. Por supuesto mamíferos, pero también sobran ejemplos de aves abriendo su pico ante el objetivo indiscreto de algún fotógrafo de naturaleza. ¿Pero por qué lo hacemos?, ¿qué función tiene este exagerado gesto? Noelia Valle, bióloga de formación, doctora en Ciencias y ahora profesora de Fisiología en la Universidad Francisco de Vitoria comenzó a preguntárselo cuando vio que su frecuencia de bostezos se incrementaba en sus sesiones de gimnasio. Decidió investigar y divulgar sus hallazgos en su canal de YouTube La pizarra de Noe, una investigación que comparte con La Voz de la Salud. 

—Un bostezo es algo de lo más extraño

—Sí lo es, uno de estos movimiento estereotipados que todos hacemos sin aprenderlo, porque nadie nos enseña a bostezar. Es verdad que lo que todo el mundo piensa que ese bostezo que se produce simplemente por empatía o por copiar al otro no se ha estudiado en profundidad. Sin embargo, sí se ha visto la función fisiológica. 

—Sobre el bostezo han existido varias teorías, parece que la que se ha impuesto es que el bostezo es un mecanismo para enfriar nuestro cerebro. He leído que los paracaidistas lo hacen antes de saltar del avión, ¿pero para qué queremos enfriar nuestro cerebro?

—Es curioso también que algunos atletas bostecen antes de competir. Nunca había escuchado lo de los paracaidistas, algo que yo hubiese achacado a una forma de ajustar un cambio de presión. Yo cuando más bostezo es cuando estoy en el gimnasio, es lo que me hizo interesarme por el tema; me pasa cuando hago deporte en algún sitio cerrado. El cerebro tiene una temperatura ligeramente superior, hablamos de 0,2 o 0,3 grados, a la de la temperatura corporal periférica, por lo que sí tiene sentido que en algunas circunstancias en los que esté más activo, necesitemos enfriarlo. Esto es, en parte, lo que nos lleva a pensar que tiene sentido que bostecemos más por la noche, porque el cerebro lo enfriamos mientras estamos durmiendo. Y una manera de empezar ese proceso podría ser a través del bostezo. Seguramente que no sea su única función, pero sí es la única que se podido demostrar en parte. Tenemos evidencia científica que apoya esto, pero está claro que haría falta más investigación. Pero es difícil.

—Yo no dudo esta teoría, pero tengo la sensación de que esta explicación no despeja por qué son contagiosos. 

—Es cierto. Yo creo que ese bostezo que llamamos empático forma parte de otra explicación. Pasa mucho en biología que un mismo fenómeno tenga diferentes efectos. Y al revés, que para lograr un mismo objetivo dispongamos de diferentes caminos. El bostezo empático yo diría que sí tiene que ver con las neuronas espejo, que se nos activen las mismas neuronas cuando vemos a alguien hacer algo que podemos hacer nosotros mismos; una explicación que no tiene que ver con el enfriamiento. Hablamos de cosas totalmente distintas. El enfriamiento es una función fisiológica, la que más realizamos a lo largo del día y que hacemos incluso cuando somos fetos. Si es que bostezamos más cuando estamos en el vientre de nuestra madre que cuando salimos al exterior.

—¿También para enfriar sus cerebros en desarrollo?

—Si bien es cierto que esta teoría del enfriamiento no ha sido demostrada en fetos, tampoco se ha podido desmentir. Por ejemplo, la anterior teoría que se manejaba sobre la necesidad fisiológica del bostezo, que era la de aumentar la oxigenación cerebral, no se sostenía cuando la trasladábamos a los fetos porque respiran a través del cordón umbilical. Para probar esta vieja teoría, los investigadores pusieron a personas a hacer ejercicio de esfuerzo con una máscara, respirando más o menos cantidad de oxígeno o CO2. Se vio que, pese a eso, no cambiaba la frecuencia de los bostezos. Fíjate que el bostezo empático, si bien no tendría que ver con este enfriamiento, sí que se ha investigado para analizar el efecto de la temperatura sobre su frecuencia.

—¿Cómo es esto?

—Investigaciones en las que ponen varias personas a leer sobre el bostezo o a ver imágenes de gente bostezando para ver si la frecuencia aumenta. Ahí sí han visto que, cuando hay cambios en la temperatura ambiental, por ejemplo según el momento y la hora del día, cambia la frecuencia.

—También se ha señalado una posible relación entre el número de bostezos de una persona y el tamaño de su cerebro.

—Sí, ese es uno de los artículos que avala la teoría. Porque a mayor tamaño, mayor gasto metabólico en el cerebro y, por tanto, más temperatura, lo que se correlaciona con un mayor número de bostezos. Pero ojo, porque los trabajos que se basan exclusivamente en correlaciones son siempre peligrosos. Si te pone a buscar, puedes sacar correlaciones extrañísimas sin ningún sentido. También te aseguro que sobre este tema de los bostezos no existe una gran bibliografía, te aseguro que no hay tanta gente que decida invertir dinero en esto.

—Entiendo que no es el santo grial de la ciencia, aunque nunca se sabe qué puertas puede abrir cualquier descubrimiento. 

—Es cierto, nunca se sabe. Si lo piensas, hay patologías ante las que te ponen paños fríos en la garganta o la cabeza para enfriar cuando tienes fiebre. En ese tipo de situaciones, también se ha observado que se bosteza más. En cuanto a la parte anatómica, el gesto del bostezo implica un movimiento muy exagerado de todos los músculos del cuello, la faringe o la boca que podría hacernos pensar que es útil para aumentar tu capacidad de coger aire. Pero para esto, lo que hacemos es abrir mucho nuestra caja torácica, y no tanto las vías aéreas a través de la faringe. Sin embargo, sí se ha visto que este gesto moviliza el flujo sanguíneo. Piensa que, para llevar sangre a la cabeza, si realizas esa contracción de los músculos, estás empujando a las arterias que tienen que llevar la sangre. Del mismo modo, también ayuda a bajarla. Por eso encaja tanto la teoría teoría del enfriamiento; que el bostezo no es tanto una herramienta para coger más aire, sino para una mayor renovación de la sangre sistémica, que ayuda a enfriar la que tenemos en la cabeza.

—Diría que si a algo asocia la gente el bostezo es al sueño. ¿Ahí qué sentido le encontramos?

—La teoría del enfriamiento sí que justificaría los bostezos antes de dormir. La temperatura del cerebro está más bajita cuando estamos en las fases de sueño profundo, en la fase no REM; sin embargo, durante la fase REM, la de los sueños y del aprendizaje, donde se sabe que el cerebro está más activo, vuelve a subir. Cuesta más encontrar explicación a los bostezos que tenemos por la mañana. Aún nos faltan muchas cosas por saber. 

—Lo que está claro es que para algo debe servir. Porque un feto lo que necesita es desarrollarse lo antes posible. Que consuma energía bostezando solo se explica dando por hecho que ese gesto es absolutamente necesario.

—Si pasa, es importante. Además, los fetos bostezan mucho más, llegando a una media de más de veinte al día. Nosotros, en un día normal, no llegamos ni a los diez. Si tu frecuencia se acerca más a la de un feto, podríamos estar ante la presencia de alguna patología o un problema de termorregulación. La hipótesis de una función relacionada con la circulación de la sangre también encajaría. Al igual que te tienes que mover para mejorar el retorno venoso y son los músculos esqueléticos los que hacen que se mueva la sangre hacia el corazón, puede funcionar de manera similar. Porque no movemos tanto la cabeza como las piernas. 

—De todas formas, estamos hablando mucho de enfriamiento, pero tal vez sea conveniente saber qué le sucede a nuestro cuerpo ante un exceso de calor.

—El calor cambia la permeabilidad de las membranas, por ejemplo. Esto pasa cuando tienes fiebre y empiezas a tener taquicardias. Todas las células son sensibles al calor, pero las células excitables como los músculos o las neuronas lo son más aun, porque les cambia la permeabilidad y empiezan a salir y entrar iones de forma descontrolada. También puede afectar al metabolismo. En general, la subida de temperatura a las células les va fatal. Toleramos bastante mejor el frío. Esto se ve muy bien en el laboratorio, como tengas células y el incremento de la temperatura se descontrole un poco, ya te las has cargado. 

—Entiendo que, dando clases de fisiología, preguntas de este tipo surgen con frecuencia.

—Todos los días en clase algún alumno sale con alguna pregunta a la que tengo que responder «no lo sé». Por ejemplo, sobre la parte más cognitiva, surgen un montón de preguntas. Todo lo que tiene que ver con regulación de emociones, del pensamiento o de la consciencia. Yo explico con mucha profundidad cómo funcionan las neuronas, todo su potencial, cómo les afecta que tomes más o menos potasio. El mecanismo lo conocemos. Es muy fácil interpretar los procedimientos fisiológicos de un riñón; cómo un problema de reabsorción afecta a determinado ion que acaba afectando al músculo. Ahí es sencillo: el músculo o se contrae o no se contrae. Pero cuando afecta a un pensamiento o a una emoción, se complica mucho. En El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de Oliver Sacks, se cuenta el caso de una chica deportista y que llevaba una vida muy activa. De la noche a la mañana, apenas podía moverse porque perdió todo el sentido de la propiocepción. Es uno de los sentidos que más me cuesta entender. El olfato o la vista los conocemos muy bien, pero que tengamos permanentemente consciencia de nuestra posición corporal por la información que mandan nuestros músculos y tendones es fascinante. Esta chica perdió esa percepción a través de las mismas vías nerviosas por las que va la temperatura y el dolor, pero sin embargo ella solo perdió la señal que venía de músculos y tendones. Tuvo que aprender a moverse a través de la vista, porque solo este sentido le podía decir en qué posición estaba su mano para coger un objeto. El tema de los sentidos y la interpretación que se hace en el cerebro, como que todos interpretemos que algo es rojo sin saber de qué manera lo ven los demás, me parece lo más complicado y es sobre lo que más me preguntan. 

—Es que si me lo permite, es algo bastante difícil de comprender.

—Este año un alumno me hizo una pregunta ante la que no tuve otra que darle la razón. Yo le había explicado cómo funcionan las neuronas, sus sinapsis, y él me insistía: «¿Pero esa información dónde está?». Yo le explicaba que el sodio entra, que el potasio sale, que luego se libera la acetilcolina. Pero él insistía en de qué manera convertimos ese estímulo mecánico o químico en electricidad y que, luego, pasa a ser en una percepción consciente de algo súper subjetivo. 

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.