Alejandro Lucía, experto en fisiología del ejercicio: «El reto de Verdeliss es como andar por los Andes sin comida»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Alejandro Lucía, investigador de la Universidad Europea.
Alejandro Lucía, investigador de la Universidad Europea.

El investigador de la Universidad Europea reconoce el mérito de la «influencer» navarra, aunque destaca que la biología del cuerpo humano está hecha para ello

07 feb 2025 . Actualizado a las 18:10 h.

Estefanía Unzu Ripoll, más conocida como Verdeliss, se coronó como la ganadora absoluta del VIII World Marathon Challenge. Desde que comenzó el reto, la creadora de contenido y deportista acaparó la atención del público, que observaba atónito cómo una persona, madre de ocho hijos, era capaz de correr 42 kilómetros día tras día hasta contar siete. Alejandro Lucía, catedrático de Fisiología del Ejercicio en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Europea de Madrid e investigador sénior de esta institución, analiza la hazaña de la navarra. El experto, considerado entre los 20 mejores en lo relativo a la investigación deportiva a nivel mundial, destaca lo admirable de atreverse con un reto como este, aunque explica que el cuerpo humano está hecho para ello. 

—Correr siete maratones, en siete días seguidos en siete puntos diferentes del planeta. ¿Qué repercusiones tiene esto para el cuerpo?

—Para empezar, es una buena paliza. Es una fatiga muy grande, pero se puede hacer. Es decir, su rendimiento es impresionante, pero son pruebas que se asemejan más a ser de supervivencia que de competición como es un Tour de Francia o batir el récord del mundo en una maratón. Lo que hizo Estefanía es algo súper meritorio, solo que son ritmos menores. Se centra en la resistencia de una fatiga extrema más que en la agonía que supone correr 42 kilómetros en de dos horas. Las repercusiones pueden ser varias. Aparte de las lesiones, que seguramente sean recuperables, lo único que puede haber es lo que se conoce como fatiga cardíaca. El corazón lo paga un pelín, pero es una fatiga transitoria. Si a la gente que hace este tipo de pruebas le hacen una analítica de sangre y señalan los marcadores de daño cardíaco, o si hacen una ecografía, se podrá ver que el ventrículo se ha dilatado un pelín y, sobre todo, que ha perdido un poco de fuerza. Que se ha fatigado como el resto de músculos, pero esto es transitorio, no llega a causar fibrosis, solo algo de inflamación. Ahora bien, con siete días es suficiente, no se puede estar todos los días con este ritmo. 

—¿Por qué dice que se parece más a una prueba de supervivencia?

—Porque hay que resistir a una fatiga extrema, no ir a por unos ritmos que ronden las dos horas en maratón. Es para aquello que el cuerpo humano está más diseñado. Somos el animal mamífero más aeróbico. Estamos hechos para hacer cacos —caminar y correr—, es decir, para correr persistentemente a distancia detrás de antílopes hasta llevarlos a golpe de calor si es necesario. Ser muy resistentes a la fatiga está en nuestra biología, lo que se sale de ella son los grandes maratonianos de élite, que corren pruebas de resistencia pero con una necesidad de gran potencia muscular para poder ir tan rápido. Eso, evolutivamente, es complicado. Por así decirlo, hemos evolucionado para ser monos muy resistentes a la fatiga pero muy poco explosivos, muy poco potentes. Se nos iba la supervivencia en ello. Que nadie me malentienda, lo que ha hecho Estefanía es impresionante, pero hay más Estefanías en potencia por el mundo que corredores que sean capaces de bajar de dos horas, porque para lo de Estefanía estamos más hechos. 

—¿Qué hace que el humano sea más aeróbico que otros mamíferos? Pienso en un lobo, en un león. 

—Sobre todo, que termorregulamos mejor y entonces corremos más despacio pero durante más tiempo. Tenemos más capacidad de almacenar grasa que otros mamíferos, que los monos por ejemplo y eso nos permite hacer todos estos maratones. Para ser algo más preciso tendría que hacer el cálculo, pero si fuera por nuestra grasa tendríamos reservas posiblemente para estos siete maratones. Lo que pasa es que la grasa es como el diésel, y hay que utilizar glucógeno. 

—¿De dónde obtiene el cuerpo energía en una prueba como una maratón?

—Es una mezcla. Depende de la velocidad a la que vaya la persona. La grasa es un sustrato energético lento porque se tiene que liberar desde lo que comúnmente llamamos la chicha. Precisamente, una adaptación es tener un poco de grasa dentro del músculo. El problema es que se tiene que liberar a la sangre y la vía metabólica es más lenta. Sin embargo, es un sustrato casi infinito, para entendernos. Y luego el otro es el glucógeno, que es cómo se almacena la glucosa en el cuerpo, los hidratos de carbono, que son miles de moléculas almacenadas entre sí, en tres tejidos, sobre todo, músculo, hígado y corazón. Es el sustrato energético necesario para correr rápido, por ejemplo, para hacer un maratón en menos de dos horas. Lo que pasa es que es un sustrato que se puede agotar y por eso los maratonianos en la actualidad —cosa que no hacían antes— consumen estos geles de hidratos de carbono para evitar que se les agoten las reservas de hidratos de carbono. Más o menos, es 50 y 50, según la velocidad en la que vayas. 

—La deportista contó que en la última prueba celebrada en Miami vomitó varias veces durante la carrera. 

—Sí, es algo que puede pasar. El cuerpo se rebela. Cuando estás haciendo ejercicio, la sangre va mucho más a los músculos esqueléticos y se olvida un poco de las vísceras. Tiene algo de estrés, aparte de que puede ir ventilando por los nervios y ha cambiado de continente. Además, si se ha tomado los geles, puede haber un poquito de isquemia transitoria del intestino porque la sangre va a los músculos. Esa sensación de diarrea, de vómito es muy normal. Es la fatiga extrema porque es un ejercicio de ultraresistencia. 

—¿Cuánto puede tardar un cuerpo recuperarse de este tipo de retos?

—Depende de lo que entendamos para recuperarnos, pero yo creo que son semanas, por lo menos, si quieres dar el máximo en otras futuras pruebas. Para empezar, el daño muscular que se produce requiere, como poco, una semana. Y para volver a entrenar bien, al menos un mes. Su marca en la maratón nocturna de Bilbao fue de 2:55 aproximadamente. Si quiere volver a ella tendrá que recuperarse por lo menos tres meses o así con otro tipo de entrenamientos. Es que, además, si no lo hace va a perder velocidad. Hay que pensar que para mejorar tenemos que entrenar a altas intensidades, no todo el tiempo, pero sí parte de él. Esto es lo que te hace mejorar, lo que estresa a tus sistemas energéticos, al corazón o a tus enzimas metabólicas. Se deben hacer entrenamientos intensos, a ritmo de tu mejor marca de maratón o incluso más. Todo ello, claro, sobre una base de trabajo más suave. 

Estefanía Unzu, «Verdeliss», en la maratón de Madrid
Estefanía Unzu, «Verdeliss», en la maratón de Madrid Daniel Gonzalez | EFE

—Estefanía Unzú hizo atletismo hasta los 18 y luego dejó de competir. ¿Haber hecho atletismo cuando era pequeña y adolescente genera adaptaciones diferentes a las de la población general?

—Sí. De hecho eso es lo que caracteriza a los atletas de África del Este, por ejemplo. Que empiezan, casi sin darse cuenta de que están entrenando, a correr desde muy pequeños. Lo hacen hasta para ir al colegio. Y, además, en altura, a unos 2000 metros. Eso les causa unas adaptaciones a nivel muscular o a nivel pulmonar particulares. En suma, ser nativos de las alturas les produce una memoria molecular o biológica. Pues lo mismo le pasó a Estefanía. Y desde luego tiene que tener una buena base, porque tiene una composición corporal delgada. 

—¿Cuál cree usted que es la fórmula del éxito aquí?

—Creo que influyen varios factores, pero sobre todo, la voluntad. La motivación de querer hacer esto. Quiero decir, ella no ha llevado a sus sistemas a una agonía, sino a un agotamiento progresivo de todos ellos. No ha llevado al límite a sus sistemas metabólicos, a su corazón, porque no creo que fuese con las pulsaciones muy altas. Lo que ella ha hecho es como andar por los Andes sin comida. Por dar una comparación que se entienda. 

—Fernando Unzu, el padre de Estefanía, que ha sido entrenador de atletismo, dijo que su hija lo hacía a un ritmo asumible. 

—Sí. Que también te digo, es muy fácil decirlo. Solo que en una carrera de 100 kilómetros, como la que ella ganó en el Campeonato de España, o más, son muy diferentes a otro tipo de pruebas. Es decir, no vas con la sangre en la garganta, sino que es una fatiga muy diferente. 

—Me ha llamado la atención que cuando muestra cómo entrena se ve que lo hace en una cinta de correr. ¿Esto es mejor o peor?

—En la calle es más divertido. Una ventaja que puede tener correr en cinta es que entrenas en calor, que es más difícil. El sitio no está tan ventilado, no hay tanta corriente de aire que te ayude a termorregular y eso produce unas adaptaciones adicionales, como por ejemplo, que almacenas más plasma en el cuerpo y el corazón bombea con más fuerza. Como con el entrenamiento en altura. 

—Como experto en fisiología del ejercicio, ¿que alguien consiga estos retos le sorprende?

—Tiene todos mis respetos y es admirable, pero no me sorprende tanto que se consiga porque buscar estas agonías, esta fatiga, no va en contra de nuestra especie. Desde este punto de vista, me sorprende que alguien haga menos de dos horas en una maratón o las velocidades que llevan los primeros atletas que salen en la San Silvestre, que algunos van a 2 minutos y 50 segundos por kilómetro.

—Entiendo que en este tipo de atletas tiene que primar la genética. 

—No, tampoco es genética. Es decir, los humanos no hemos evolucionado para batir esas marcas. Es difícil que haya variaciones genéticas que se hayan mantenido en el tiempo que lo favorezcan. En algunos estudios en los que he participado se vio que podría haber algún condicionante genético en el consumo máximo de oxígeno, que es la capacidad máxima de tu motor. Pero no se saben qué genes son. En este tipo de atletas son varias cosas. Que empiezan a hacer ejercicio desde pequeños, van y vienen corriendo a una buena velocidad. En Kenia y Etiopía su dieta es menos hipercalórica, se mueven mucho. Producen unas adaptaciones diferentes a una persona que no se ha movido desde pequeño. Y luego, la vida. Están dispuestos a hacer unos esfuerzos nada fáciles, como estar retirados, ver a sus familias los fines de semana. Con esto quiero decir que el factor genético no es tan importante. Los humanos somos genéticamente idénticos en un 99 %, no creo que ese 1 % marque la diferencia entre ser atletas o no porque nuestra evolución se centró en ser cazadores persistentes. Es igual que preguntarnos por qué en España solo tenemos dos Premios Nobel de la Medicina —y Severo Ochoa estaba fuera—, y en Estados Unidos tienen más. Aquí somos igual de listos pero allí invierten más en ciencia. Aquí no hay el entorno ni la motivación. 

—La creadora de contenido tiene 39 años. ¿El cuerpo humano no tiene una edad para estos retos?

—Como siempre, es mejor a los 20 que a los 40. Pero también depende de dónde vengas. Ella ha tenido un parón muy grande y ahora tiene una motivación. Tal vez no ha alcanzado todavía su meseta, ese punto a partir del cual empieza a bajar. Con la misma, si hubiese hecho atletismo en su veintena, ahora estaba más quemada. Pero con 40 años es muy joven para tener rendimientos muy buenos, no sé si tanto para batir un récord. 

—En rendimiento físico siempre se destaca que los hombres tienen mejores resultados que las mujeres, pero la «influencer» ganó la clasificación general. 

—Sí. Las mujeres tienen menos posibilidades de rendir que los hombres, lo que les da más mérito todavía. Tienen menores niveles de testosterona, menos masa muscular, menos hemoglobina en sangre. Pero es verdad que para pruebas de ultra resistencia, los dos sexos se igualan bastante casi siempre, porque son pruebas en las que ya no importa tanto el rendimiento máximo de los sistemas, sino la resistencia, la capacidad de quemar grasa, y en eso somos iguales unos que otros.

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.