
La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello ya advirtió en varias ocasiones del daño que puede provocar un alto nivel de sonido
19 may 2025 . Actualizado a las 16:58 h.No existe un hábito más contraproducente para la salud auditiva que llevar los auriculares al máximo nivel de volumen. El riesgo de esta práctica no solo se basa en el daño directo que ocasiona, sino en lo desconocida y común que es.
El uso de cascos no es algo nuevo, se llevan utilizando muchos años. Pero en las últimas dos décadas se han extendido más y más, hasta el punto de que son muchos los jóvenes que no contemplan caminar sin llevar algo en sus oídos. Ya sea para escuchar un pódcast, música o la radio, para ver una serie o hacer una llamada, la vida sin auriculares parece imposible.
La pérdida auditiva que ocasionan no es repentina, sino acumulativa. Poco a poco, van mermando la capacidad de quien los emplea. Aceleran el desgaste que, ya de por sí, sufría el oído en función del entorno, del tipo de actividad laboral o de ciertos hábitos. El principal problema es que el impacto ocasionado es irreversible, una vez que se pierde ya no se puede recuperar.
La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (Seorl CCC) se ha pronunciando, en este sentido, en varias ocasiones. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó también de que más de 1.000 millones de jóvenes de entre 12 y 35 años, —casi la mitad de este colectivo—, corren riesgo de sufrir pérdidas de audición irreversible en el futuro.
Además, insistió en que una de cada cuatro personas presentará problemas auditivos en el 2050, y 700 millones de personas necesitarán atención otológica para mejorar su audición. Las principales causas de este problema son la excesiva exposición a ruidos intensos, la ausencia de hábitos cardiosaludables y el consumo excesivo de fármacos ototóxicos.
Es más, según la entidad española, un tercio de la población mundial y el 75 % de los habitantes de ciudades industrializadas padecen algún grado de sordera o pérdida auditiva causada por exposición a sonidos de alta intensidad.
Una advertencia de mayor peso en la población infantil, que no es ajena al uso de auriculares. A edades tempranas, el sistema auditivo todavía está en desarrollo. Por eso, exponer al oído a un alto nivel de sonido puede lesionar las células ciliadas del oído interno, que se encargan de la transmisión de sonidos al cerebro. «Estos daños, en muchas ocasiones, no son reversibles. Y ahí entra una herramienta simple pero poderosa: la regla del 60/60», indica la sociedad.
Esta regla consiste en dos ideas básicas. Por un lado, el sonido nunca debe superar el 60 % del volumen. «Si el niño no te oye cuando le hablas probablemente está escuchando demasiado alto», precisa. Y, por otro, la sesión no debe durar más de 60 minutos. «Después de una hora de uso, se recomienda una pausa de al menos 10-15 minutos para “descansar” el oído interno», añade la entidad, quien aporta consejos orientados a niños pero que bien se pueden aplicar en la población adulta.
Precisamente, el doctor José Manuel Felices los describió como «el peor enemigo para tus oídos». Lo hizo en un vídeo que colgó en su cuenta de Instagram, que se hizo viral estos días: «Nos hemos acostumbrado a utilizar los auriculares para todo. No solo en la calle, sino también para escuchar música o ver vídeos en casa. El problema es que el uso de cascos puede provocar daños irreversibles para tu audición», comentaba.
El especialista también desmontaba la idea de que este efecto perjudicial se notará cuando la persona sea mayor: «Hay estudios que señalan que un 13 % de los adolescentes y un 17 % de los adultos entre los 20 y los 30 años presenta daños en las células del oído que transmiten el sonido causadas por estos dispositivos», precisaba a la par que recordaba que no hay que demonizarlos, sino saber utilizarlos.
«El problema es la exposición constante o el volumen muy elevado. A partir de 85 decibelios es cuando el sonido empieza a ser peligroso y los auriculares permiten hasta 110 decibelios», explicaba.
Sabiendo esto, el experto anima a utilizarlos de una manera correcta para que no causen un daño siguiendo las recomendaciones de la Seorl CCC: «Los puedes utilizar, pero con el volumen puesto a la mitad y un punto más. Hay que ser consciente del tiempo de uso. Utilízalos cuando estés entrenando o si vas a molestar a alguien. Si estás solo en casa, puedes ahorrarlos, no los utilices», decía.
Por último, aconsejaba comprar unos que tengan cancelación de ruido, porque eso facilitará que cuando la persona esté en un entorno ruidoso, no tenga la necesidad de subirle el nivel de ruido hasta límites que podrían dañar el oído.
El décalogo de los expertos
La pérdida de audición no tiene vuelta atrás, pero la prevención es posible y tiene un papel fundamental. Por ello, la comisión de Audiología de la Seorl-CCC elaboró un decálogo sobre los cuidados del oído que recoge una serie de recomendaciones: Usa protectores auditivos en caso de exposición continua al ruido, especialmente en los entornos laborales que exponen a los trabajadores a intensidades muy altas; evita los sonidos muy intensos, aléjate de las fuentes de ruido y disminuye el tiempo de exposición ante los de alta intensidad, como por ejemplo, los petardos, los disparos, o pasar la noche en la discoteca.
La comisión también aconseja acudir a tu médico en caso de inflamación, dolor, taponamiento, zumbidos, secreción de oídos e incluso, la primera vez que se perciba la falta de audición, así como realizar revisiones periódicas con más de 50 años.
De igual forma, recuerda que no se deben introducir sustancias extrañas en los oídos, ni utilizar medicamentos a la ligera: «Emplea elementos aptos tras la recomendación de un especialista. Evita, por lo tanto, el uso de aceites, soluciones salinas, gotas, agua oxigenada, bastoncillos u otro tipo de objetos, «ya que pueden empujar la cera hacia adentro y dañar el tímpano», señala la entidad.
Recomienda una buena higiene antes y después del daño en el mar o piscinas públicas, evitar los golpes en la zona del oído y, por último, vigilar la otitis de los más pequeños.