José Manuel Felices, radiólogo: «La ecografía es la prueba más accesible, más fácil, más rápida»

VIDA SALUDABLE

El conocido médico en redes sociales destaca que los hábitos de vida son importantes, incluso, a la hora de realizarse una ecografía
29 ago 2025 . Actualizado a las 11:50 h.Hay especialidades médicas tan importantes como desconocidas. Es el caso de la radiología, una área esencial y creciente de la salud, que a menudo queda diluida entre la labor que desempeña el personal de enfermería o el técnico de rayos. El doctor José Manuel Felices es el radiólogo más conocido de las redes. Eligió este camino porque fue el que vio en su padre: «Es una especialidad muy versátil, variada, estimulante, muy médica y con mucho que aportar. Es una mezcla de todo y gracias a haberlo podido vivir a través de los ojos de mi padre, sabía que me iba a gustar», cuenta en conversación con La Voz de la Salud.
—¿Qué hace, exactamente, un radiólogo?
—Mi especialidad es una de las grandes desconocidas por el público general. Somos médicos para muchas cosas, porque cuando los casos son complicados o hay dudas diagnósticas, se recurre a nosotros. Sin embargo, el paciente no suele ver al radiólogo o, si lo ve, no lo identifica como tal. Además, se divide en dos ramas. La diagnóstica, que es el que mira la imagen y dice qué es lo que le pasa al paciente; que diagnostica lo que se ve en la imagen y dice qué le pasa, qué enfermedad tiene el paciente. Y luego está la rama intervencionista, que gracias a lo mucho que sabemos de imagen, utilizamos ese conocimiento para guiarnos por el cuerpo utilizando la imagen sin necesidad de abrirlo. Por eso, cuando el cirujano tiene que abrirte y ver con sus ojos en directo para solucionar un problema, nosotros, en vez de abrirte, utilizamos la imagen para, por ejemplo, los cateterismos de ictus o drenar un absceso sin necesidad de abrir. Esto es posible porque pinchamos y llegamos con una aguja al foco de dolor, o incluso, algo más novedoso es que empezamos a tratar tumores sin necesidad de operar al paciente. Llegamos con una aguja dirigida, en todo momento, por la prueba de imagen, que lleva en su punta microondas con las que conseguimos quemar el tumor y que no quede ninguna célula viva.
—¿En qué enfermedades o problemas de salud intervienen?
—Para diagnóstico podemos diagnosticar en cualquier aparato. Se estima que el 90 % de las decisiones del hospital se basan en una prueba de imagen, es decir, tenemos una presencia prácticamente total. Incluso, otros médicos se apoyan en nosotros en cosas sencillas porque, por suerte, tanto la ecografía como la resonancia no generan ningún problema para el paciente, no irradian, no emiten ningún tipo de onda perjudicial. Así que siempre que haya una sospecha clínica, se pueden hacer sin tener ese cuidado que exige con el TAC o la radiografía. Es cierto que cada vez son menos perjudiciales gracias a los avances de la tecnología, pero hay que utilizarlos con cabeza y con justificación.
—¿En una infección también?
—Sí. Cuando el cuerpo tiene una infección, esta intenta hacerse su casa y encapsularse, hacer lo que llamamos una acumulación o absceso, que es donde vive el bicho y donde va a crecer. Cuando eso ocurre, el antibiótico puede no ser suficiente, y ahí estaríamos nosotros para guiarnos por el cuerpo sin necesidad de abrirlo y hacer un drenaje, colocar un catéter en el seno de la infección o del absceso para evacuarlo, para aspirarlo y que se lleve la infección. También podemos tratar todo tipo de dolores llegando al punto exacto donde el paciente tiene el problema, como sucede con los dolores asociados a las calcificaciones, que podemos romperlas sin necesidad de operar al paciente y aspirarlas. O si hay un sangrado, por ejemplo, después de un accidente y el paciente tiene una arteria rota por la cual se está desangrando, podemos embolizarla, que es llegar con el catéter al sitio donde se ubica y echar un pegamento para que deje de sangrar.
—Ustedes también dicen eso de que, en el ictus, el tiempo es vida.
—Sí, el tiempo es cerebro. En el ictus estamos muy coordinados con el Servicio de Urgencias, que avisa a Neurología de que hay un paciente con una sospecha de ictus, Neurología activa el código ictus y nos llaman a nosotros, a los radiólogos, y ahí tenemos implicación tanto diagnóstica como intervencionista. La parte diagnóstica es que hacemos un TAC de tres modos, de forma que vemos si hay un sangrado o si es un infarto isquémico. Si se debe a una falta de llegada de sangre al cerebro, detectamos dónde puede haber un trombo, y vamos a la parte intervencionista, en la cual pinchamos la arteria femoral, una arteria de la pierna, y subimos por toda la aorta hasta la cabeza con un catéter, llegamos al sitio donde está el trombo y lo chupamos. Todo eso, claro, guiado por la imagen para que no haga falta abrir al paciente. Entramos al cuerpo con un pinchazo, solo con una aguja.
—¿En qué se diferencia una prueba de otra?
—La radiografía es la foto clásica de toda la vida, es tomar la foto en una proyección, solo en un plano. La mamografía, por cierto, es una radiografía. Luego está el TAC, que es la evolución de la radiografía, porque no solo hace una foto, sino que hace muchas y en vez de una sola proyección frontal o lateral, es helicoidal. Eso nos permite no solo tomar muchas radiografías y poder tener más imágenes, sino reconstruir en los tres planos del espacio. Con un TAC puedo ver la imagen de la persona tanto de arriba abajo, como de adelante atrás, como de lado a lado, y eso me da muchísima información porque puedo reconstruir incluso en tres dimensiones. Ambas utilizan radiación. La ecografía es la prueba más accesible, más fácil, más rápida. Por eso tiene tanta utilidad. Quizá no es la más sensible ni la más específica, pero es tan accesible y tan disponible que tiene una utilidad enorme para hacer despistaje en urgencias. En niños o en embarazadas tiene mucho valor. También es muy importante en patología osteomuscular, sobre todo de músculos, de tendones; para tiroides, mama o testículos. Después, está la resonancia, que es nuestro sumum —el grado más alto de algo—. Nunca diría que hay una prueba mejor que otra, sino que hay pruebas más o menos indicadas. Nos permite tener muchísima información, porque no solo es una foto, sino que gracias a que funciona por estimulación de protones y por campos magnéticos, nos permite obtener información anatómica, bioquímica, molecular y fisiológica. Incluso se habla del campo de la radiogenómica, que básicamente es que, gracias a la información que obtenemos en una resonancia, podemos saber los genes que tiene un tumor. Sabiendo estos genes, se puede dar un tratamiento de quimioterapia o inmunoterapia, dirigido al tumor con nombre y apellidos, para que el abordaje sea lo más efectivo posible, con los menos efectos secundarios.
—¿Hay algo que debamos saber como pacientes antes de pruebas como estas?
—Lo primero es estar tranquilo, porque ninguna es peligrosa ni entraña un riesgo para el paciente, ya que se piden con justificación y buscando darle una respuesta a una duda sobre un problema que tiene. Esto también se aplica a la radiación, que utilizada con cabeza, su beneficio es muchísimo más alto que el riesgo. En cuanto a la preparación, habría que seguir las pautas que nos diga el médico que requiere la prueba, pero por hacer algo así general, si es una ecografía de abdomen, lo ideal es ir sin haber orinado justo antes, con la vejiga llena para poder verla bien. También se recomienda ayuno, aunque no es obligatorio. El ayuno sería útil si necesitamos ver la vesícula biliar. De todas maneras, siempre es recomendable comer de manera más frugal, no tanto un ayuno, para evitar que con los nervios nos puedan dar náuseas, vómitos, si nos ponen contrastes, también podría generar un poquito de náuseas si hemos comido mucho. Así que, en resumen, yo aconsejaría comer poquito y beber agua antes de la prueba, no solo por la vejiga, sino porque si nos ponen contrastes, será más fácil eliminarlos. Si hay dudas, hay documentos para pacientes tanto en la web de la Sociedad Española de Radiología Médica, como de la SEPR, que es la Sociedad Española de Protección Radiológica.
—¿Existen elementos externos que puedan dificultar su trabajo como, por ejemplo, unas prótesis mamarias?
—Realmente el estudio para el cáncer que se hace en una mujer con prótesis respecto a una mujer sin prótesis es el mismo. Se utiliza mamografía, se utiliza ecografía y se utilizará resonancia en caso de que así sea necesario. Pero en la mamografía, como pueden quedar ocultas algunas zonas, se hace una proyección adicional, en la que se coloca a la mujer de una determinada manera para que la prótesis sea parte de la imagen. Entonces, la única diferencia que habría entre una mujer que tiene prótesis respecto a una mujer que no es que se haría una mamografía adicional para poder ver esa zona que la prótesis puede tapar un poquito. Así que lo tenemos controlado.
—En la divulgación que hace en redes sociales sobre salud, pone el foco en los hábitos de vida. En su especialidad, ¿llega a ver las consecuencias de no tener hábitos saludables?
—Sí, sí se ven. Una de las partes que más me gusta de la radiología es la osteomuscular, todo lo que es el músculo, el hueso. En prácticamente todas las imágenes de dolor crónico, sea de donde sea la imagen, es frecuente, tanto que me atrevería a decir que por encima de un 95 %, que el paciente tenga y se vea en la imagen un exceso de grasa. Y no es lo mismo ver una imagen de una persona con mucho músculo y una lámina de grasa, que alguien con poco músculo y mucho panículo adiposo. Así que se ve tanto en músculos esqueléticos. Por ejemplo, en las ecografías de abdomen, el hígado se ve con mucha acumulación grasa y de un color blanco con respecto al riñón. Esto es un marcador de inflamación. Los hábitos cantan. Y luego, una cosa muy importante, el gran enemigo de la ecografía es la grasa. Tener sobrepeso puede hacer que no seamos capaces de diagnosticarte con la ecografía y que tengamos que hacerte un TAC.
—¿Observa más lesiones de rodilla por el hábito del running o por sedentarismo?
—El tema es que una persona que se lesiona y tiene en una prueba de imagen un hallazgo, normalmente solo es uno. Es decir, solo hay una cosa: la rotura de tal, o el desgaste de cual, o la hernia de aquí. ¿Cuál es el problema de las lesiones que se ven asociadas al sofá? Que no son una cosa, sino que empezamos por la rotura de uno, la degeneración de esto. Por ejemplo, en una rodilla veríamos la rotura del menisco, la condromalacia femoropatelar, el quiste de Baker, el derrame articular... Ya empezamos a sumar cosas que tiene esta persona y rehabilitar todo eso es mucho más difícil. De hecho, podemos plantearnos, incluso, qué hay que rehabilitar; si antes no estaba habilitado. Por eso, a mí el concepto que me gusta es el de prehabilitación. Si tú estás previamente habilitado, rehabilitarte va a ser mucho más fácil. Una lesión deportiva va a responder y se va a rehabilitar mucho mejor que una lesión asociada al sedentarismo.
—¿Qué consejo daría en materia de alimentación y cuál en materia de movimiento?
—Asociado a la dieta me gustaría lanzar un mensaje de calma, de serenidad. Creo que muchas veces buscamos la perfección y hacer todo impecable, y cuando esto no se cumple, lo acabamos dejando. Pienso que es mucho mejor adherirse a algo que sea posible para ti y hacértelo fácil. Si las verduras congeladas es lo que te va para comer verduras y no puedes comerlas frescas, pues siempre será mejor comer verduras congeladas que recurrir a comidas preparadas de sobre, de fideos instantáneos y cosas así. Y respecto al ejercicio, creo que hay que animar a concienciarse de que hay que estar habilitado antes de una lesión. De una u otra manera, todos vamos a acabar teniendo dolores, achaques de la edad. Por eso, cuanto mejor preparados estemos, mejor predisposición para superarlo. Incluso en el cáncer se sabe que tener una buena base de masa muscular hace que soportemos mucho mejor un tratamiento de quimioterapia. Si tenemos una buena densidad mineral ósea la probabilidad de una fractura por un tumor será mucho menor. Así que tenemos que hacernos conscientes de ello para entrenar fuerza y movernos todos los días. Entrenar fuerza dos o tres veces a la semana y movernos todos los días.