Ellos dejaron de fumar: «Iba a cajetilla por día, y no fumaba más porque no tenía más tiempo»

VIDA SALUDABLE

En el Día Mundial sin Tabaco, cinco exfumadores relatan cómo están dejando, o han puesto fin hace años, a este hábito. Además, los expertos dan las claves para conseguirlo
31 may 2025 . Actualizado a las 10:20 h.España registra el mínimo histórico de consumo de tabaco en los últimos treinta años. Según la Encuesta Sobre Alcohol y otras Drogas en España (Edades) del 2024, un 25,8 % de los españoles son fumadores diarios, descendiendo considerablemente en comparación con los datos del 2022 (33,1 %). Una cifra más baja, pero que sigue siendo importante por todas las consecuencias que el hábito acarrea.
Paqui, Mónica, Iván, Beatriz y Marta han dejado de formar parte de ese porcentaje. Justo esta última recurre a un nombre ficticio porque prefiere que sus padres no descubran que, hace diez años, volvió al hábito después de conseguir dejarlo. La buena noticia es que lo está intentando de nuevo y, según sus palabras, con mucho más éxito. Lleva un mes y medio sin tocar un cigarrillo y tampoco tiene ganas de hacerlo. De hecho, en el momento en el que se produce esta conversación se encuentra al lado de una persona que está fumando «y no me está apeteciendo». Tiene 54 años y empezó a los 19, después de aprobar una oposición. «Engordé quince kilos y con la poca información que había en ese momento, pensé que me ayudaría a adelgazar», confiesa. No sucedió. «Pero tampoco cogí más peso», añade.
A los 34, a raíz de sufrir un problema con una muela, estuvo unos días sin fumar. Eso sí, «no perdí las ganas de hacerlo». Estuvo libre de humo durante diez años, pero volvió. «Ahora lo he dejado con las pastillas, y tomándolas no cuesta nada». Se refiere a Recigarum, un fármaco bajo receta médica que se toma en forma de 100 comprimidos durante 25 días. Sanidad solo lo financia en pacientes con un consumo mínimo de diez cigarrillos diarios y una alta dependencia. Marta cumplía los criterios: «Iba a cajetilla por día porque no compraba otra. No fumaba más porque no tenía más tiempo».
Por su parte, Paqui Solana empezó con el hábito muy joven, a los 13 años. «Nunca fui de consumir muchos cigarros», dice, pero sí los relacionaba con momentos del día concretos. «El que me más me gustaba era el de irme a dormir». Y ese, también el que más le costó dejar hace ahora cuatro años. «Siempre crees que no es el momento». Pero llegó. Tomó la decisión durante la pandemia del covid, con su positivo en el test. Las complicaciones que podían darse al llevar tantos años fumando le asustaron y le dieron el empujón a querer romper con el hábito. En su caso, lo consiguió sin tratamiento. «Creo que todo estaba en mi cabeza», asegura. «El primer mes lo pasé muy mal, porque esos pocos cigarros que fumaba me apetecían; pero lo conseguí». Mejoró su sentido del olfato y «esa sensación de ahogamiento que tenía, desapareció». A sus 50 años, lo tiene claro: «No voy a volver a ponerme un cigarro en la boca nunca».
La muerte de un familiar
Mónica Pico tenía 16 años cuando encendió su primer pitillo, «por la tontería». Pero a este le siguió «otro y otro, hasta que te enganchas». Le preocupaba estar «tan atada» al hábito y lo intentó una primera vez, sin éxito. Al año, volvió. Pero la muerte de un familiar cercano por cáncer dio pie a un punto final en su adicción. «Mi tío, con 39 años, murió por un tumor en el pulmón. Eso me marcó bastante». Fue así como, con 26 años, se compró el libro superventas Es fácil dejar de fumar si sabes cómo. Primero se lo leyó el que ahora es su marido y a los dos días, ella. «Él también quería dejarlo y eso ayudó, claro». A pesar de su preocupación al ser joven y poder recaer en alguna fiesta, no sucedió. De hecho, ambos acudieron a una boda al mes de tomar la decisión «y hasta nos daba pereza pensar en salir para fumar». Lleva 22 años sin tocar un cigarro. «Y estoy muy feliz por haberlo dejado».
El fallecimiento de un ser querido también fue el detonante de la ruptura entre Iván López y el tabaco. «En la pandemia le detectaron un cáncer en la garganta, pero era metástasis de otro. Y él fumaba mucho», cuenta. Aunque lo había intentado en varias ocasiones, «por muchos métodos que usase, al final lo que realmente me convenció fue ver cómo se pagan las consecuencias de unos malos hábitos, sobre todo, fumar». Su forma de afrontarlo esta vez también cambió: «Ya no pensaba, ‘‘voy a dejarlo sí o sí'', sino: ‘‘voy a ver hasta cuándo aguanto''». Pasaron los días, las semanas y los meses. Iván lleva cinco años sin tocar un cigarro.
Beatriz Muñoz confiesa que fumaba dos cajetillas diarias. Así, durante treinta años de su vida. Esos que dice haber ganado desde que lo dejó. «Lo notas en la piel, en que vuelves a tener olfato, porque se atrofia. Y sobre todo, no sientes esa fatiga que te quita fuerza hasta para subir unas escaleras». Se propuso meter en una hucha el dinero que estaba gastando todos los días en cigarros. «Aunque entonces no era tan caro como ahora, me pagué unas vacaciones», exclama.
Las claves de los expertos
Carlos Rábade, neumólogo del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), y Noa Rey, secretaria del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) y de la Sociedad Española de Expertos en Tabaquismo (Sedet), proporcionan varias claves a tener en cuenta para dejar el hábito tabáquico.
1. Establecer un plan de acción y plantearse objetivos realistas
Rábade recalca que «el tabaquismo es una adicción y, en muchos casos, se requiere tratamiento para esa dependencia; si bien, hasta un 20 % lo consigue sin tener que recurrir a este». En sus palabras, es importante establecer un plan de acción: «Proponerse un día para dejarlo y si tiene una pareja que también fuma, pactar con ella que no lo haga delante o que lo abandone con nosotros. Y plantearse objetivos realistas: ''Hoy voy a aguantar todo el día sin fumar''. Mañana, lo mismo. También cambiar rutinas que se asocien con el hábito».
2. Se puede recurrir a tratamiento farmacológico si es necesario
Rey, que también es farmacéutica, explica que a día de hoy se encuentran disponibles en el mercado varios fármacos que ayudan a dejar de fumar. «Sobre todo, mejoran el síntoma de abstinencia (esa unión de reacciones físicas y corporales que se dan cuando una persona deja de consumir tabaco u otro tipo de sustancia). Por un lado contamos con la terapia sustitutiva de nicotina, como chicles, comprimidos e incluso sprays bucales. Por otro, la citisiniclina y la vareniclina». Estos últimos, son fármacos financiados por la Seguridad Social. «Ahora mismo, un intento al año por cada paciente; aunque desde la Sedet como el CNPT consideramos que no debería de existir esta barrera de prescripción».
Con la vareniclina como principio activo se dispensa Champix, que se encuentra de nuevo en el mercado después de haber sido retirado en el 2021. Había sido retirado por contener impurezas de nitrosaminas (cancerígenos) en niveles superiores al límite establecido, pero se han presentado nuevos estudios avalando su eficacia y seguridad. «Se toma durante doce semanas», confirma Rey.
En el caso de Recigarum, este contiene citisiniclina. «El tratamiento dura 25 días y también se financia un intento al año. Es un alcaloide vegetal que se lleva utilizando desde la Segunda Guerra Mundial. Llevaba años comercializándose en otros países europeos y cuando fue el desabastecimiento de vareniclina (Champix), se empezó a comercializar en España», expresa la farmacéutica.
Tanto Champix como Recigarum disminuyen el síndrome de abstinencia, «es decir, que no eches de menos el tabaco», amplía Rey. «Y en general, son fármacos muy aceptados por los pacientes».
3. Los beneficios inmediatos
«Los profesionales médicos podemos objetivar desde el primer día una reducción de determinados tóxicos en sangre. A las pocas horas de dejarlo, se normalizan la presión arterial y frecuencia cardíaca. Existirá mejora del olfato y el gusto. A la semana, habrá una mejora en la piel y la tos, que tanto limita la calidad de vida. Mejorará ese cansancio y debilidad generalizada que sienten los fumadores y, sobre todo, su autoestima, al haberlo conseguido. Asimismo, se reduce el riesgo de muchas patologías», explica el neumólogo.
4. Recaer es normal
Sí, la recaída es un proceso normal del abandono del hábito. Pero lo importante es volver a intentarlo. «La clave para dejar de fumar es la perseverancia y contar con herramientas que ayuden. La abstinencia suele estar presente durante los tres primeros meses. Hay que identificar cuál ha sido la causa de la recaída y trabajar en ella la próxima vez. Como digo, Sanidad financia varios fármacos para dejar de fumar que pueden ayudar a conseguirlo en estos casos», sostiene Rábade. Una visión con la que concuerda Rey: «No hay que verla como una derrota, sino como un aprendizaje, una fase más de la que podemos aprender. Se puede sacar algo positivo de esas recaídas»
5. Vista puesta en el futuro
A medio plazo disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y de tres a cuatro veces el riesgo de sufrir un infarto o un ictus. También se reducen las probabilidades de padecer un proceso neoplásico o pulmonar. «Hay que tener en cuenta que más del 60 % de las patologías respiratorias y cardiovasculares, y del 60 al 70 % de todos los cánceres se producen por el tabaquismo. Con lo cual, las posibilidades de evitar todas esas enfermedades van a ser enormes», remarca el neumólogo.
6. La problemática de los dispositivos de vapeo
Según la Separ, el consumo de cigarrillos electrónicos y tabaco calentado continúa creciendo entre las franjas de edad más jóvenes con una prevalencia que ronda entre el 25 % y el 31 %. «Sabemos que son productos tóxicos que contienen carcinógenos», alerta Rey. Por eso, reclaman que se aplique una regulación idéntica para los nuevos productos de tabaco y nicotina que a la que se aplica al tabaco.
Además, no existe evidencia de la utilidad del tabaco calentado, cigarrillos electrónicos, pipas de agua o bolsas de nicotina para dejar de fumar y todos ellos contienen compuestos adictivos y tóxicos, con efectos perjudiciales tanto para los consumidores como para su entorno. «Sabemos que son puerta de entrada para el tabaco y también acaban reteniendo a aquellos que quieren dejar el hábito», concluye Rey.