Una bióloga perdida en la Galicia profunda para estudiar su alimentación: «Tomábamos caldo mañana, mediodía y noche»

Lois Balado Tomé
Lois Balado LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Pilar, la tercera por la izquierda, recoge los testimonios de varias vecinas reunidas en una marquesina, lugar de reunión habitual en Galicia.
Pilar, la tercera por la izquierda, recoge los testimonios de varias vecinas reunidas en una marquesina, lugar de reunión habitual en Galicia. L. B.

Pilar Castellanos prepara una tesis antropológica sobre el estilo de vida y la alimentación del concello de Aranga, de menos de 2.000 habitantes

24 ago 2025 . Actualizado a las 17:27 h.

Debe de ser la tercera o cuarta vez que un coche blanco aparca en el campo da festa de Orosa, una aldea de unas cincuenta casas —en pie, porque solo la mitad, aproximadamente, están habitadas durante todo el año— dentro del concello de Aranga, un municipio al que tampoco es que le sobren vecinos; menos de 2.000 según los últimos conteos censales. Y bajando. Desde las cancelas, todavía hay ladridos cuando aparece Pilar. No es conocida y en sus visitas anteriores se acercó más a las casas de lo que a un perro le suele gustar que lo haga un extraño. La gente, en cambio, se empieza a acostumbrar a sus paseos sin rumbo fijo, a su deambular de vendedora de enciclopedias a puerta fría. Ahora sí, porque en anteriores ocasiones fue invitada a marcharse por donde había venido. «Non quero comprar nada» o «non teño tempo de andar enredando». Puede ser difícil tejer confianza en el interior de Galicia.

Es cierto que Pilar Castellanos, bióloga, investigadora y profesora —ya jubilada—, puede «enredar» un rato, pero no busca vender nada. «Lo que quiero es aprender», reconoce. Ha llegado desde Ciudad Real hasta aquí para realizar una investigación para una tesis antropológica con especial hincapié en la salud de esta población y no parece que las negativas que aún recibe vayan a doblegar su insistente optimismo. Asegura haber superado ya los cincuenta testimonios recabados por todo el ayuntamiento.

Pero qué puede querer una profesora de biología en un lugar así, en la tal Orosa, tan lejana a las esferas académicas; a donde, por no llegar, ni tan siquiera ha llegado la fibra que lleva internet al resto de gallegos.

Todo se explica —al menos en parte— cuando cuenta que su alma mater es la UDC , que una de sus hijas ejerce como enfermera en A Coruña y que conoció el ayuntamiento en el año 1984, a raíz de la boda de una amiga. Y Aranga plantó en ella su semilla.

Cuarenta años más tarde está de vuelta: «Estoy realizando una tesis de antropología de la alimentación para tratar de ver si hay una relación entre el estilo de vida, las comidas compartidas y las relaciones vecinales con la percepción de salud», adelanta. «No se trata de un estudio epidemiológico. No busco saber los niveles de depresión o la prevalencia de un problema de tiroides, sino cómo la gente se nota de salud».

De la pipeta al sacho

Pilar, mientras atraviesa las servidumbres de paso, explica que su trayectoria ha sido siempre entre pipetas, con bata, y no enfundada en un vestido veraniego y calzado poco apropiado para evitar ortigas y silvas. Parece darle igual y se sirve unas moras silvestres, lustrosas a estas alturas de agosto. De cuando en cuando saca el móvil. Tira un par de fotos o abre la grabadora, a la que dicta su cuaderno de bitácora. Pasear con una bióloga es didáctico y entretenido. Se detiene ante un tronco muerto que conforma el cierre de una finca y se muestra soprendida por la presencia de un liquen. «Es Usnea Barbata, se le conoce como ‘barba de viejo' y suele emplearse como un bioindicador de la calidad del aire. No se ve en entornos más contaminados y mira, aquí crece en un trozo de madera sin vida», comenta.

 

PIlar se detiene frente a un tronco donde crece «Usnea Barbata», conocido por ser un marcador de la buena calidad del aire.
PIlar se detiene frente a un tronco donde crece «Usnea Barbata», conocido por ser un marcador de la buena calidad del aire. L. B.

Aunque sabe de líquenes, explica que su tesis doctoral como bióloga giró en torno a «la raíz bioquímica de la salud. Estrés oxidativo y demás». Estudio la calidad espermática de los ciervos castellanomanchegos y observó cómo este estrés oxidativo variaba en función de los lugares donde pastasen. «Ahí me di cuenta de que la alimentación era algo importantísimo». Tras doctorarse, complementaría su formación con un máster en naturopatía en la facultad de medicina de Santiago y otros tres años de psiconeuroinmunología en Madrid.

La cohorte de la marquesina

Pilar, está de suerte. Por Orosa no pasa ninguna línea regular de autobús, pero sí hay una marquesina. Y en Galicia, donde hay marquesinas, hay ambiente, al menos una docena de paisanos. Un grupo nutrido por personas que nacieron aquí, pero que la vida les llevó a otras partes de España, pasan unos días de vacaciones. Una ocasión perfecta para ampliar la muestra. «Y qué comían», pregunta. «Todo de la huerta, todo sano», responden.

«En cuanto les pregunto cómo andan de salud, noto que, efectivamente, hay mucho problema de tiroides, de colesterol, de diabetes o de dolores articulares. Pero cuando establezco los contactos, nunca es un tema principal. No te dicen ‘‘como lo que puedo, porque tal cosa u otra no me la de dejan comer,'' que es algo típico con lo que te encuentras en otros ambientes. Tienen su estilo de vida y te sueltan: ‘‘Imos indo''. Luego les preguntas cuántas pastillas toman y te dicen que diez», remarca. En plena fase de recopilación de datos, luego tocará dotar a toda esta información de un contexto teórico que ayude a explicar —si es que lo hay— el fenómeno que ocurre —o no— en Aranga.

Caldo de lunes a domingo

Ascensión, en la que es ya la tercera visita de Pilar a su casa, le tiene preparada una tortilla de once huevos. Todos de sus gallinas. A la tercera, la ciudadrealeña ha logrado entrar hasta la cocina —la primera, no fue atendida; la segunda, se quedó en la puerta—. La anfitriona tira de recuerdos sobre su alimentación. «Cando eu era pequena, non se compraba nada de nada. Había caldo, pan que facíamos nós, e a verdura, o que houbese no tempo. Se había nabiza, nabiza; se había repolo, repolo», dice. A su familia, en la zona se la conoce como «os da Casa do Grelo», lo cual ya da bastantes pistas.

Ascensión, con una tortilla preparada con once huevos recogidos de sus gallinas.
Ascensión, con una tortilla preparada con once huevos recogidos de sus gallinas. L. B.

«Algunha xente comía caldo ao mediodía e tamén pola mañá. Cear, podía ser unha tortilla ou un chourizo. Para o desayuno, tomábamos leite das vacas con pan, pero tamén moita xente tamén tomaba caldo. Se comprabas, comprabas un polo. Era o único», explica. «Matábase un cerdo ao ano e se comía salado, porque tampouco había congelador nin nada. Todo salado». Si algún día tocaba algo de «touciño», era la excepción. «¿Y yogur?», pregunta la autora de la tesis. «Iogur non se facía, pero deixábamos o leite para facer o que se chamaba leite callado. Tomábamolo con azúcar e ese era o noso iogur. Antes, como non había nevera, ese leite gardábase. E aguantaba perfectamente. Hoxe xa non, se non a tomas e a deixas, queda todo picado. Aínda que muxas unha vaca, se o deixas, xa non vale», comenta también sobre los cambios que ha apreciado con los años en las vacas, algo que Pilar achaca a vuelapluma a la microbiota actual presente en el ganado, derivada de una alimentación en la que los piensos han ganado terreno a la hierba.

Sorprende la ausencia de prácticamente cualquier tipo de carne. Verdura, verdura y más verdura. Caldo de lunes a domingo, alguna sopa de ajo y diferentes elaboraciones a base de patata, un gran comodín. En esta pequeña población el plato de Harvard no fue una elección saludable. Era, simplemente, lo que había. Hoy, pese a su poblada receta médica, «van indo». ¿Cultural?, puede ser; ¿que ese tipo de alimentación influye?, todo parece tan obvio, tan de cajón, que merece la pena su estudio.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.