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La bajada del nivel del Miño en el embalse de Belesar deja el descubierto los antiguos bancales
30 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.La tradición dice que las mejores viñas eran las más próximas al río. Aquellas en las que se oía «cantar al pez». En lo más hondo de la ladera, las vides estaban a salvo de las heladas tardías y apuraban la maduración del fruto al llegar la vendimia. Entonces no se hablaba de calentamiento global y convenía que la uva entrase en la bodega lo antes posible. Cuando la lluvia llegaba en septiembre, solía ser para quedarse y pudrir los racimos. Los tiempos han cambiado y también el paisaje del Miño. Más de mil hectáreas de viñedo quedaron sepultadas por la presa de Belesar en las riberas de Chantada, O Saviñao, Taboada y Portomarín. La bajada del embalse permite ver estos días los viejos bancales.
El embalse de Belesar, con capacidad para 655 hectómetros cúbicos, está en estos momentos al 25%, un nivel extremadamente bajo que podría explicarse por la casi total ausencia de lluvias desde la pasada primavera. Por estas mismas fechas, en el 2015 estaba al 36% de capacidad. Si tomamos como referencia la media de la última década, los datos de este año no parecen tan anómalos. Según estimaciones del portal embalses.net, el nivel medio por estas fechas desde el 2006 sería del 26,9%.
La operación de llenado de Belesar se completó en el año 1963. Pese al tiempo transcurrido desde entonces, las terrazas de las viejas viñas que ahora emergen se conservan en buen estado. También se mantienen en pie las paredes de los lagares donde se guardaban los aperos e incluso el vino antes de trasladarlo en odres a las bodegas. El embalse anegó del orden de 2.000 hectáreas de terrenos, en su mayor parte destinadas a viñedo.