«Es imposible, la lotería no puede tocar dos veces»

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

roi fernández

Así siguieron el sorteo de ayer en el bar de San Clodio que vendió el gordo del año pasado

07 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A un minuto de que la televisión empezase a retransmitir el sorteo de la Lotería del Niño, en el bar Centro de San Clodio parecía ayer una mañana cualquiera de enero. Más tranquila todavía que cualquier otra mañana de enero, porque muchos parroquianos habituales aprovecharon el festivo para no salir de casa. Como si hace exactamente un año allí no se hubiesen repartido trece millones de euros del primer premio de aquel sorteo.

Poco más de media docena de parroquianos andan a sus cosas, aparentemente distraídos. Hasta que dan las doce y empieza el sorteo. Entonces se hace el silencio, todos dejan lo que estaban haciendo y se ponen a mirar hacia la esquina del televisor. «Esta vez vai tocar en Folgoso», dice un hombre entre risas. ¿Por qué? Pues porque si ya tocó en Monforte y en Ribas de Sil lo normal, argumenta él, es que la línea de la suerte se prolongue en esa dirección. Este aficionado a la geometría aplicada al azar se llama José Antonio Touzón y, claro, es de Folgoso do Courel. Es un habitual del Central, pero el año pasado no le tocó. Sus conocidos vieron por televisión a sus dos hijos en la fiesta que se montó en San Clodio y pensaron que sí. Pero fue que no. Este año juega siete números.

Igual que pasó en Monforte después del gordo del Niño del 2014, en San Clodio y en todo el municipio de Ribas de Sil se compró este año mucha lotería. Y donde más en el bar Central. Sus responsables todavía no saben exactamente cuánta, pero sí tienen claros algunos datos que permiten echar cuentas. «Aquí se vendieron esta vez 330 décimos del número que estaba reservado», dice Isabel Maseda, que echa una mano tras la barra a su hija Cristina Casasempere. Hace doce meses fueron 65, cinco veces menos.

Todo vendido en nueve días

Este año hubo que estar muy atento para hacerse con lotería del bar Central. La del sorteo extraordinario de Navidad la pusieron a la venta en julio y solo les duró unas semanas. La del Niño la colocaron todavía más rápido, entre el 14 y el 23 de noviembre. No son una administración de lotería, sino uno de los denominados locales mixtos de apuestas del Estado, así que venden siempre por máquina, nunca décimos en papel duro.

En el Central, suelen abonarse simbólicamente a un número. Para elegirlo procuran buscar uno que no esté muy reservado por las administraciones de lotería y se lo comunican a sus clientes, así que siempre es el que más venden. Pero se niegan a repetir, y ni siquiera esta vez han querido hacer una excepción. «Es imposible, la lotería no puede tocar dos veces en el mismo número, si jugásemos siempre al mismo número y hubiese tocado, lo habría cambiado igual», dice Cristina Casasempere.

«Si me toca, ‘págotelo’»

A pesar del cariño que le tienen al 22654, el gordo del año pasado, este año eligieron el 28069. Como todos los demás que están en el bar, la asturiana María Fuello lo tiene y le lanza una advertencia burlona a Cristina sobre el café que se está tomando: «Si me toca págotelo, y si no, no». El del año pasado no le tocó a ella, pero sí a su madre.

El sorteo del Niño es mucho más breve que el de Navidad, pero con todos en el bar pendiente de la tele da la sensación de ir lento. Primero sacan las catorce terminaciones de tres números premiadas con cien euros por décimo. Después las cinco de dos cifras que valen cuarenta y se monta cierta algarabía, porque parece que una de esas terminaciones las tiene el décimo que vendía otro bar de San Clodio.

Uno de los más atentos a la pantalla es Gerardo González, un jubilado de la construcción, que el año pasado ganó 200.000 euros con un décimo del gordo. Invirtió en arreglar su casa y el resto todavía lo está ahorrando. Este año juega tres décimos. Los mismos que Raúl González, que está a su lado y también trabajó en la construcción cuando estaba en activo. A él no le tocó nada el año pasado, pero a su yerno y a su nieta sí. «Veulles moi ben, que el quedara no paro e tiveran que deixar o seu piso e vir vivir con nós», recuerda.

Premio de maquina

El sorteo avanza y empiezan los premios grandes. El tercero se va a Almería. Alicante y Albacete. «El año que viene me voy de vacaciones allí y compro lotería», grita María Fuello. Llega el segundo y las expresiones de sorpresa cuando por la tele dicen que algún décimo cayó en Monforte. Pero en Monforte y en una docena de sitios más. «Será de máquina», advierte Cristina.

Y por fin el primero, a Valencia. Para el 28069 no hay ni reintegro. Esta vez no ha habido suerte. «Todos os anos non vai ser, que hai outros que tamén o necesitan», dice alguien resignado antes de darle la espalda al televisor.