Alona y Valentina, de Járkov a Galicia: «Tuvimos que celebrar el cumpleaños de los niños escondidos en el refugio»

Carlos Cortés
Carlos Cortés QUIROGA / LA VOZ

LEMOS

Valentina (primera por la izquierda) y Alona Postolnik con sus hijos, en la travesía principal de Quiroga
Valentina (primera por la izquierda) y Alona Postolnik con sus hijos, en la travesía principal de Quiroga CARLOS CORTÉS

Estas dos mujeres ucranianas refugiadas en Quiroga esperan volver cuanto antes a su país. Una de ellas tuvo que dejar allí en el último momento a sus dos hijos mayores

05 abr 2022 . Actualizado a las 16:38 h.

Alona y Valentina Postolnik dejaron sus casas en el este de Ucrania el 27 de marzo. Aguantaron durante semanas desde que empezó la guerra con la esperanza de que la situación se calmase, pero tienen hijos pequeños y todo se ponía cada vez más peligroso, así que acabaron dándose por vencidas. Menos de dos semanas después, tratan de acostumbrarse a su nueva vida en Quiroga, a más de 4.000 kilómetros de distancia de casa y de los familiares que dejan allí.

Estas dos mujeres ucranianas llegaron a Quiroga el 30 de abril acompañadas del hijo pequeño de Alona y de los dos hijos de Valentina. Las dos son de Járkov, la segunda ciudad más grande tras Kiev y una de las más castigadas por la guerra en Ucrania. Está a pocos kilómetros de la frontera, así que las tropas rusas llegaron a sus alrededores en los primeros días de la invasión y desde entonces los bombardeos ya no han dado tregua. No vinieron juntas porque se conociesen de casualidad en la huida, sino porque son cuñadas. El marido de Alona es hermano de Valentina. Ellas son además amigas desde pequeñas y estudiaron en el mismo colegio.

Sentadas en la terraza de un bar de Quiroga para esta entrevista, recuerdan que también pasaron juntas buena parte de la guerra, porque Valentina se mudó al piso de Alona después de que el ejército ruso tomase la ciudad situada en las afueras de Járkov en la que vivían ella, su marido y sus dos hijos. Sus dos hijos pequeños cumplieron años el 20 y el 21 de marzo. «Celebramos los cumpleaños de los niños en la bodega que nos servía de refugio para escondernos durante los bombardeos», cuenta Alona. No vivían en el refugio, pero tenían que correr a él cada vez que sonaban las alarmas antiaéreas. Y sucedía constantemente.

Las dos tuvieron que dejar atrás a sus maridos, porque en principio los hombres no pueden salir del país. Y Alona además solo se vino con el más pequeño de sus tres hijos. Los otros dos, un chico de 17 y una chica de 15, también se iban a venir, pero en el último momento no quisieron. «Se pusieron a llorar porque no querían dejar a su padre solo allí, así que se quedaron cuando ya estábamos subiendo al coche para salir», recuerda Alina aguantando las lágrimas a duras penas.

Alona, Valentina y sus tres hijos acabaron en Quiroga gracias a la mediación de un vecino de este municipio, voluntario de una de las oenegés que trabajan junto a las fronteras de Ucrania con los refugiados que escapan de la guerra. Después de que este hombre se pusiese en contacto con el Ayuntamiento, el alcalde, Julio Álvarez, decidió inscribir a Quiroga en el listado que acababa de abrir el Ministerio de Seguridad Social y Migraciones de municipios dispuestos a acoger a familias refugiadas de la guerra en Ucrania. El Ayuntamiento se está haciendo cargo del alquiler del piso en el que viven ellas dos con sus hijos y también costea la manutención de los cinco.

Los servicios sociales municipales median además para que puedan ir a clase en el colegio de Quiroga los dos hijos de Valentina, Artion, de 10 años, y Miroslav, de 5. El hijo pequeño de Alona, Vladislav, tiene solo 2 años, así que por ahora es demasiado pequeño para ir al colegio. Habrá que matricularlo si su estancia como refugiados en Quiroga se prolonga. No es lo que ellas querrían. Cuando se les pregunta si esperan volver pronto a su país, miran como si la respuesta fuese obvia. «Queremos volver cuanto antes, lo que no sabemos es si podremos», asegura Alona. Valentina intentó contestar antes que ella, pero se puso a llorar antes de poder articular palabra.

El segundo grupo que se instala en la comarca de Quiroga

El que forman Alona y Valentina y sus hijos es el segundo grupo de refugiados que llega a la comarca de Quiroga desde el inicio de la guerra. El primero también estaba formado por cinco personas, una madre con dos hijos, una mujer adulta y una menor que venía a establecerse con unos parientes que viven aquí. Aquellos cinco llegaron el 11 de marzo gracias a una caravana de vehículos formada de forma espontánea por un grupo de vecinos que se organizaron a través del wasap y que no tenían vínculos con ninguna organización de ayuda humanitaria internacional. Cuatro de ellos están viviendo en una casa en San Clodio y reciben ayuda del Ayuntamiento de Ribas de Sil. La menor que venía sola vive con sus familiares en Quiroga.