San Mamed, abre el furancho del vinatero más premiado de la Ribeira Sacra

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

José Aira, en una imagen de archivo, en el local en el que se ubicará el furancho
José Aira, en una imagen de archivo, en el local en el que se ubicará el furancho ROI FERNANDEZ

Retirado como bodeguero, pone en marcha uno de esos locales en la parroquia monfortina de Rozavales

03 abr 2023 . Actualizado a las 19:21 h.

No es, lo que se dice, un personaje mediático en el mundo en el que se mueve. Y podría serlo perfectamente. Muy pocos pueden presumir de haber conseguido tantos acios de oro en la Cata dos Viños de Galicia como José Aira. Ya jubilado, vendió a otra bodega de Ribeira Sacra la mayor parte de las viñas de Vilachá de Salvadur de las que salía su laureado tinto San Mamed. Pero aún produce —sin contraetiqueta de la denominación de origen— algo más de mil litros de vino de cosecha propia que ahora no solo estarán al alcance de familiares y allegados.

Junto con su mujer, Rosa María Pumar, se dispone a abrir un furancho en el lugar de Salgueiros, en la franja del municipio de Monforte limítrofe con el Sil. El suyo será el segundo de la Ribeira Sacra. El primero se inauguró la pasada primavera en la aldea de Trasmonte, próxima al conjunto etnográfico de las bodegas de Vilachá de Salvadur, en A Pobra do Brollón, único concello por ahora en toda la zona que dispone de una ordenanza propia sobre este tipo de locales.

La aldea de Salgueiros está casi a la entrada de Vilachá, pero pertenece a la parroquia monfortina de Rozavales. «Monforte acaba xusto en Salgueiros, aínda que a nosa igrexa é a e Vilachá», dice Rosa María. La idea era que el furancho de Salgueiros, bautizado como San Mamed, funcionase la pasada primavera coincidiendo con la apertura del de O Currio, en Trasmonte. En su caso, sin embargo, el visto bueno municipal se demoró hasta ahora.

Superados los escollos administrativos, el furancho de San Mamed funcionará los meses de abril, mayo y junio para vender los excedentes del vino de la casa. El picoteo incluirá cinco tapas elegidas de entre las que recoge la normativa de la Xunta que regula la actividad de este tipo de establecimientos. «Empanada feita na casa, tortilla, queixo e embutidos e orella aliñada con aceite e pimentón», avanza la cocinera. Con vistas a la apertura del local, este invierno cebaron un cerdo más de lo habitual.

Indicador del estacionamiento del furancho de San Mamed, el segundo de la Ribeira Sacra
Indicador del estacionamiento del furancho de San Mamed, el segundo de la Ribeira Sacra

El furancho abrirá este sábado en una bodega anexa a la vivienda de esta familia. Ya hay un cartel al pie de la carretera de Vilachá que indica del lugar en el que se puede aparcar. Un terreno rodeado de grandes robles cuya hoja da sombra en verano desde hace muchas décadas a los viejos lagares de piedra con techo de pizarra que se conservan allí. Hay once casas en el pueblo de Salgueiros, de las que solo cuatro están habitadas durante todo el año. «Co furancho —señala Rosa María— a xente cando menos saberá que existe a aldea».

Bares a quince kilómetros

En Vilachá hace tiempo que cerró el último bar. Hoy no existe ninguno en un radio de quince kilómetros. Fuera del furancho de Trasmonte y del que va a abrir en Salgueiros, para encontrar algún negocio de hostelería hay que desplazarse a Monforte o a la capitalidad de A Pobra do Brollón. «O domingo fomos ao santuario do Corpiño e de volta vimos aberta a típica cantina que tamén é tenda. Habería doce coches fóra. Un negocio dálle vida a unha aldea», apunta José Aira.

Viene de echar un vistazo a las cepas ahora recién brotadas en la parcela con la que se quedó tras vender las viñas a un bodeguero de Abeleda. Están en la ribera del Val do Frade, en el paraje de O Inchadoiro, apenas a trescientos metros de la excavación arqueológica de Os Conventos, escenario de la primera datación con carbono 14 de los bancales del Sil. En O Inchadoiro se cargaban en carros las pipas del vino cuando la fermentación se hacía en los lagares que salpican las viñas. «Era moito máis práctico sacar o viño xa feito que levar as uvas», explica Aira.

Pepe do Bato, como se le conoce popularmente, reivindica si le dan pie los vinos de Val dos Frades y Eivedo, dos de las riberas de Vilachá. «Son viños —apunta— aos que non hai nada que poñerlle, chega con limpeza e coidado». Si le piden un perfil de cata, se remite a la tradición oral que los diferenciaba porque un trago incita a beber otro. «Se un viño non cho pide, malo», sentencia el bodeguero.