Los viticultores de Ribeira Sacra temen que lleguen ofertas a la baja por la uva en las viñas sin vendimiar
07 sep 2024 . Actualizado a las 09:21 h.«Moita uva sen vender, pouca consellería», se lee en uno de los carteles que portan los manifestantes. El horno no está para bollos en la Ribeira Sacra. En la movilización convocada por las organizaciones agrarias en Monforte se respira el malestar. Y los tiros no solo apuntan a la Xunta, cuyas medidas de apoyo se consideran insuficientes. También se escuchan puyas dirigidas a los responsables de la denominación de origen. «As grandes adegas plantaron viñas onde lles deu a gaña e agora todo rebentou», se queja frente a la sede del consejo regulador un veterano viticultor de O Saviñao.
Trabaja sus viñedos en la ribera del Miño, en la zona de San Vitorio, donde hay una reciente plantación de una gran bodega en lo alto del monte. «Nese outeiro nunca houbo unha cepa», confirma uno de los que le acompañan en la concentración de protesta. Los dos vendían la uva habitualmente a una bodega de Chantada que ese año ya les avisó de que pueden disponer libremente de la cosecha. Otro cosechero atento a la conversación no duda en meter baza: «Este ano non mas collen e teño as do ano pasado sen pagar», afirma.
Se ve a mucha gente de avanzada edad entre los manifestantes, un indicio de la gravedad del problema que justifica la movilización. Los tratamientos fitosanitarios son caros y cada vez más necesarios en el contexto del cambio climático. Para los que salvaron la uva del mildiu, el oídio o el pedrisco, ahora toca lidiar con los estragos del jabalí siempre presto a saciarse de uva madura. «Se queda a vendima na viña, xa non vou podala. Aos meus anos, tal como está isto, non paso traballo», asegura un cosechero que no quiere decir de qué zona es. Tampoco quiere saber nada de fotos por si se enfada su alcalde al verlo allí.
«Plantaron eles viñas e agora xa non nos necesitan para nada», comenta uno de los productores de Castro Caldelas que acudieron a Monforte a la protesta. Tiene viñas en Abeleda y hasta ahora le vendía la producción a Rectoral de Amandi, que dejará de recoger previsiblemente más de un millón de kilos en esta campaña. «Había que traer as uvas e estrarllas aí», se oye decir a un cosechero de esa subzona, sin cliente para la cosecha de este año, mientras señala a la puerta del consejo regulador.
Ni siquiera la que pasa por ser «zona vip» de la denominación se libra del zarpazo de los excedentes de vino tinto. «El problema no es tanto de las bodegas como de una bodega. Lo malo es que las otras van a venir detrás a comprar uva a precio de saldo», avisa un vecino de Sober.