Este madrileño se estrenó en el 2010 y desde entonces ni ha parado ni da muestras de querer hacerlo: «Lo vivo cada vez como si fuese la primera»
05 nov 2025 . Actualizado a las 13:49 h.Pocos como Álvaro Lazaga (Madrid, 1965) para opinar sobre el Camino de Santiago. Sobre el Camino de Santiago en general y sobre sus diferentes variantes en particular, porque este hombre ha llegado ya 61 veces a Santiago como peregrino. Y está en proceso la número 62. Ayer se encontraba en A Pobra do Brollón, a aproximadamente 120 kilómetros de distancia de la catedral. Es su segunda vez en el Camino de Invierno y la primera fue en el 2017, poco después de que el itinerario que pasa por la Ribeira Sacra fuese reconocido oficialmente como una más de las rutas jacobeas. Lazaga confirma que lo que está viendo en este 2025 es muy distinto a lo que vio hace ocho años.
«La diferencia es enorme, básicamente porque hace ocho años no había nada y ahora lo tiene todo», asegura. Álvaro Lazaga se refiere sobre todo a los albergues, el tipo de alojamiento específico para peregrinos que en el 2016, el año que el Camino de invierno se hizo oficial, y que apenas existía en todo el trayecto.
Ahora ya es otra cosa. Este caminante madrileño hizo noche el lunes en el albergue municipal de Quiroga, ayer en el albergue también municipal de A Pobra do Brollón y hoy dormirá en uno de los dos albergues privados de Monforte. Si todo sale según lo previsto, el jueves le tocará parar en el monumental albergue acondicionado por la Xunta en la antigua casa rectoral de Diomondi (O Saviñao), que en el 2022 se convirtió en el primer alojamiento público de este tipo en el Camino de Invierno.
Los peregrinos que en aquellos primeros años se aventuraban por el Camino de Invierno se quejaban de la falta de infraestructura adecuada, una carencia que dificultaba planificar bien la ruta. Él también lo notó y no guarda demasiado buen recuerdo de aquella caminata. «La otra vez -explica Álvaro Lazaga- hice etapas demasiado largas, ahora lo estoy disfrutando más y además me estoy encontrando con gente muy maja en los sitios por los que paso».
Este peregrino impenitente inició su camino número 62 el pasado 12 de octubre en Madrid. Solo cuatro días antes había cumplido 60 años. Tenía 44 cuando en el 2010 se echó a andar en dirección a Santiago por primera vez y nada hace pensar que vaya a dejar de hacerlo pronto. «Seguiré no tanto hasta que el cuerpo aguante —explica—, sino más bien hasta que me dure la ilusión, porque cada vez que me echo la mochila a la espalda vivo el Camino como su fuese la primera vez».
En cuanto a sus piernas, que nadie sufra por ellas. Suele caminar entre 160 y 180 días al año, así que le quedan «otros tantos para vivir y para descansar».También es posible que la edad acabe por retirarlo, pero él tiene ejemplos a los que agarrarse para retrasar ese momento: «Conozco gente con ochenta y muchos que sigue ‘caminando'».
Mientras tanto, y con sus 60 años recién cumplidos, él sigue caminando y al mismo tiempo planificando sus próximas salidas. Lo habitual es que haga tres recorridos al año y que el primero sea en invierno y por el Camino Francés, el más conocido y concurrido de todas las rutas jacobeas. Y en el 2026 así será también.
En cuanto a las otras dos, la de primavera probablemente sea una ruta internacional, pero el punto de partida no lo tiene claro. Quizá será Le Puy-en-Velay, en Francia, o puede que Faro, en el sur de Portugal; o a lo mejor la mismísima Roma. En cuanto al tercer viaje del 2026, ya se verá.
Este último del 2025 lo va a recordar, porque cuando pasaba por Segovia hizo 50.000 kilómetros a pie por los caminos a Santiago.
El recorrido del Camino de Invierno
Del Sil al monte Faro
El más joven de los caminos de Santiago oficiales se separa en Ponferrada de la ruta francesa para seguir adelante a través del valle del Sil. Los que van por ella entran en Galicia por Valdeorras, y ya en la Ribeira Sacra, continúan por las comarcas de Quiroga, Lemos y Chantada. Allí, ya encarado el rumbo norte, pasan a la comarca de O Deza por la cumbre del monte Faro y en Lalín enfilan hacia Santiago por una ruta compartida a partir de ahí con la vía de la plata