La saga de los fotógrafos Vila, de las escuelas de La Habana a Monforte

felipe aira MONFORTE

A POBRA DO BROLLÓN

Arcadio (izquierda), Suso (en el centro) y Tino Vila (a la derecha), junto a su padre, Salustiano, y su abuelo Constantino (con sombrero)
Arcadio (izquierda), Suso (en el centro) y Tino Vila (a la derecha), junto a su padre, Salustiano, y su abuelo Constantino (con sombrero) FAMILIA VILA

La mujer del fundador del negocio fue pionera de la profesión en Galicia

25 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Salustiano y Enrique Vila Novoa, hijos de Constantino Vila Peña y su esposa Ángela Novoa, vecinos de la parroquia de Ferreiros, perteneciente al municipio de A Pobra do Brollón, y catalogados como «industriales fotógrafos» en algunas publicaciones de la época, fueron el germen de una saga monfortina de profesionales de la fotografía que en la actualidad va por la tercera generación. Una familia de gran estima en Monforte que logró triunfar a base de esfuerzo, trabajo y talento, y trascendió el ámbito local para conseguir un reconocimiento a nivel gallego.

Enrique Vila Novoa, menos conocido que Salustiano, estaba casado con Remedios Rodríguez Casanova, maestra de la parroquia monfortina de Caneda. Regidor síndico a mediados del siglo pasado en el ayuntamiento de A Pobra do Brollón, en 1967 aparece junto a su sobrino Constantino Vila Díaz entre los fotógrafos autorizados por el gobernador civil para ejercer esta actividad de forma ambulante. Su hermano Salustiano emigra a Cuba siendo muy joven y será allí donde aprenda el oficio que ya nunca abandonó.

Nos comenta uno de sus nietos, Jesús Vila, que según relataba su padre —el recordado comisario de policía Jesús Vila Díaz— Salustiano tenía solo 14 años al llegar a Cuba. «Comenzó a trabajar cortando caña de azúcar. De regreso contaba que llovía por ellos y que dormían al raso. Decía que cuando miraba al horizonte todo cuánto veía pertenecía a un solo dueño, un americano», detalla este descendiente. Por la información que conserva su familia sabemos que su siguiente trabajo fue de barman y que su afición por la fotografía surgió cuando alguien que no podía pagarle una deuda le entregó una cámara para saldarla.

De parte de Arcadio

Por aquel entonces se llevaba en Cuba el ofrecerse como fotógrafo por los colegios. Uno de los periódicos más influyentes de La Habana tenía un director de nombre Arcadio. Salustiano, para introducirse en su nueva profesión, decía que iba de «parte de Arcadio». Hasta que en uno de los centros escolares la directora, que era amiga del responsable del diario, descubrió el manejo. Salustiano fue a pedir disculpas al director y, después de reconocer su argucia, acabó entrando a trabajar como fotógrafo para ese periódico.

Hemos localizado noticias de su labor fotográfica en La Habana gracias a las hemerotecas. El Diario de la Marina, periódico oficial del apostadero de La Habana, lo cita en una reseña de octubre de 1927. Al tratar sobre los acuerdos tomados por la Junta de Educación de La Habana, se hace eco de una autorización «al fotógrafo Salustiano Vila para tomar fotografías en las escuelas, sin que esta autorización pueda significar intervención alguna de la junta en la venta de fotografías, ni obligación de los maestros y alumnos para adquirirlas».

De regreso a Galicia, siempre recordaba con cariño al director que le dio trabajo en prensa y por ello a su primer hijo le llamó Arcadio, el apreciado Arcadio Vila Díaz. A comienzos de los años treinta, Salustiano VIla se instala con su establecimiento de fotografía situado en su casa de la actual calle Calvo Sotelo. Las fotos las realizaba al aire libre, en la parte posterior del inmueble, acondicionando con el tiempo una habitación como estudio.

Salustiano se casa con María Emilia Díaz. Nos cuentan que era habitual verla los días de feria a la altura de la esquina del Cardenal, donde estuvo entre otros negocios el Palacio del Mueble, frente al edificio del Banco Pastor. Con su máquina de fotografía al minuto, el trípode y demás artilugios de un profesional de la época, retrató allí a un relevante número de monfortinos y monfortinas. Como destacan sus familiares, fue una de las primeras mujeres fotógrafas de Galicia.

Nos apunta Jesús Vila que cuando tenía 12 años, pocos días antes de fallecer su abuela María Emilia con la que estaba muy unido, recibió de ella como regalo su cámara Minolta, que guarda como un tesoro en su casa. Salustiano, en su motocicleta, recorría las aldeas desarrollando su trabajo, como también harían sus hijos. En 1934 fue multado por hacerlo «careciendo de patente y sin autorización especial alguna para ello». Salustiano y María Emilia compran en 1950 el estudio de fotógrafo a César Pacheco —sobrino del fotógrafo portugués José Pacheco Guedes— instalado en la calle del Comercio, propiedad del que fuera alcalde Agustín Fernández Vázquez.

La tercera generación continúa al frente del estudio que abrió en 1950

Al frente del negocio que sigue en activo en esa misma ubicación de la calle del Comercio pone a sus hijos Arcadio, el mayor, y Constantino Vila Díaz. El pequeño, Jesús, un notable dibujante y también fotógrafo, tomó sin embargo otros caminos profesionales. Ingresó en la Policía Nacional y llegó a ser comisario en Monforte. Merece una mención aparte uno de los trabajadores más populares que tuvo el negocio, Felipe Castro, Chalán, fotógrafo, pintor y artista que perdió una mano precisamente cuando manipulaba el depósito de magnesio que se empleaba en las fotos con flash.

Pasados los años el negocio se traslada, como Fotografía Arcadio, desde la calle del Comercio al número 3 de la calle Cardenal, en las proximidades de la plaza de España. Tino se dedica preferentemente a los reportajes y Arcadio se centra mayormente en el trabajo en estudio. Como había pasado con su padre Salustiano, Arcadio encuentra un enorme apoyo profesional en su esposa, Fina Blanco. Me contaban mis padres que cuando se casaron, siendo mi madre de figura delgada, Fina se metió dentro del traje de boda para crear cuerpo y conseguir así que fuese una figura más estética para los moldes de la época. Por lo que nos comentan, era algo habitual cuando se realizaban las fotos de estudio y ella consideraba que procedía «retocar» a la modelo en tiempos en los que aún no existía el Photoshop.

Importantes distinciones

Arcadio Vila consiguió a lo largo de su dilatada carrera profesional un buen número de distinciones que sería muy largo enumerar. Por destacar alguna, en el año 1967 obtuvo con la imagen A feira el premio del Primer Concurso Nacional de Fotografía Artística Bellezas de Lugo. A finales de la pasada década de los 80 solicita licencia para el derribo del inmueble de la calle del Comercio donde posteriormente levanta el actual edificio e instala el negocio que se mantiene hasta la actualidad. Arcadio consiguió, por otro lado, reunir la mejor colección de cámaras fotográficas que se conserva en Galicia. En el 2004 es homenajeado por sus más de cincuenta años de profesión en la Feria Atlantimag, de Silleda.

Hoy, el negocio sigue abierto al público con la tercera generación de la familia Vila. Al frente del mismo, Juan Vila, uno de los tres hijos de Arcadio, y su cuñado, Luis Pérez.