Cumple un siglo de vida José López Fernández, nacido en O Saviñao, vecino de Monforte y antiguo emigrante en Brasil
22 feb 2025 . Actualizado a las 17:43 h.José López Fernández apuraba este sábado la sobremesa en el restaurante del hotel Cardenal, en Monforte. Comía fuera de casa y acompañado por su familia porque estaba de cumpleaños. La ocasión lo merecía, porque además no era un cumpleaños cualquiera. Hacía nada menos que 100 años. Parecía muy contento pero eso probablemente no era solo por la fecha y por la compañía, porque a él es mucho más fácil verlo sonriendo que enfadado.
A José lo conoce, aunque solo sea de vista, cualquiera que frecuente el centro de Monforte a diario. Su rutina diaria desde que se jubiló pasa por salir de casa a media mañana para tomarse un café en algún bar mientras repasa la prensa.
«Leo tres periódicos al día -asegura-, y sin gafas». En esa tarea de disfrutar las mañanas con calma y un café lo acompaña siempre Diane Lynn, una mujer nacida en Canadá que es su pareja desde hace cinco años, cuando él tenía 95.
José López nació el 12 de febrero de 1924 en Escairón, la localidad 15 kilómetros al norte de Monforte en la que está la capitalidad del municipio de O Saviñao. Allí vivió hasta que a mediados de los años 50 decidió emigrar. En 1956 se marchó a Brasil y en la ciudad de Bahia encontró trabajo en los grandes almacenes A Norma. Allí vivió entre los 32 y los 42 años, cuando decidió volver.«Hice un poco de dinero -explica- y me vine para aquí otra vez».
Trabajó en el Ayuntamiento de O Saviñao y como vendedor de seguros y lleva 60 años viviendo en Monforte y 25 jubilado. Viudo desde que en el 2013 murió su mujer, Esther Mariño Martínez, con ella tuvo un hijo y una hija. A su cumpleaños número 100 acudieron este sábado sus dos hijos, sus dos nietas y una decena de familiares más, además de su pareja.
El lunes, cuando haya descansado de la fiesta de su 100 cumpleaños, José volverá a su rutina diaria acompañado por Diane. Antes caminaba más que ahora, pero últimamente la edad ya no le deja andar tanto. En todo caso, tampoco es que eso lo haga sufrir demasiado: «Soy más de cafeterías que de pasear». Sobre todo si se trata de cafeterías en las que tengan periódicos.
Y siempre vestido elegante, como mínimo con americana y normalmente también con corbata. «Y no porque se lo diga yo -tercia su pareja-, él viste así porque le gusta y porque quiere, es muy pillo».