Un capitán enterrado en Pantón que sirvió al séptimo conde de Lemos

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

PANTÓN

La sepultura del capitán Rodrigo López de Quiroga se encuentra en la llamada capilla de la casa de Espasantes, en la iglesia de San Fiz de Cangas.
La sepultura del capitán Rodrigo López de Quiroga se encuentra en la llamada capilla de la casa de Espasantes, en la iglesia de San Fiz de Cangas. ROI FERNANDEZ

Manuela Sáez descubre un detalle inédito de la vida de Rodrigo López de Quiroga

24 ago 2021 . Actualizado a las 17:15 h.

La iglesia de San Fiz de Cangas, un elemento destacado de la ruta del románico de Pantón, alberga la tumba de un singular pero muy poco conocido personaje histórico. Se trata de Rodrigo López de Quiroga, un hidalgo que en el siglo XVII ocupó un importante papel en las campañas militares de los antiguos dominios españoles en Italia. Su sepulcro, con una estatua orante, se encuentra en una capilla de la iglesia conocida como de la casa de Espasantes. En la sepultura hay una lápida que -adaptada a la ortografía actual- reza: «Aquí yace el valeroso Rodrigo López de Quiroga, hijo de Juan López Mosquera y Violante Taboada, sargento mayor y maestro de campo del tercer sobresaliente de Lombardía, caballero del hábito de Santiago y comendador de Anguera. Murió en la ciudad de Lodi, año de 1632, reinante Felipe IV».

La biografía de Rodrigo López de Quiroga ha sido muy poco estudiada, aunque en diversas publicaciones aparecen algunos detalles sobre su vida. La historiadora monfortina Manuela Sáez descubrió recientemente un dato inédito sobre este personaje, y es que mantuvo una relación de confianza con el séptimo conde de Lemos, Pedro Fernández de Castro, que ocupó entre 1610 y 1616 el cargo de virrey de Nápoles. Sáez señala que entre los documentos de la casa condal de Lemos encontró uno en el que se menciona un encargo que hizo Pedro Fernández de Castro a Rodrigo López de Quiroga. «El conde se encontró con él en Génova cuando se disponía a volver a España después de su mandato como virrey», explica. «El encargo que le hizo consistió en comprar en Milán una lámpara para la capilla de San Carlos Borromeo, un santo de que el conde era muy devoto», añade.

Biografía en preparación

Manuela Sáez está preparando actualmente una extensa biografía del séptimo conde de Lemos y confía en hallar más adelante otros documentos sobre la relación entre este personaje y el militar sepultado en Pantón. «Para hacerle un encargo como el de la capilla de Milán, seguramente tenía bastante confianza con él, y espero descubrir más datos sobre esta relación», señala.

En sus investigaciones, dice por otra parte la historiadora, está descubriendo también que «la gran mayoría de los personajes destacados de ese período de la historia de Galicia y de España estuvieron relacionados de una u otra forma con la casa de Lemos, lo que prueba el gran peso que tuvieron los condes en la sociedad de su época».

Un personaje importante del que todavía se sabe muy poco

Entre los escasos trabajos que se han publicado sobre Rodrigo López de Quiroga figura un estudio que apareció hace años en la página web Memoria de los tercios, firmado por Juan L. Sánchez. Según este investigador, el hidalgo y militar participó en 1619 en la ocupación de la localidad de Sondrio -en el norte de Lombardía-, siendo capitán de los tercios. El mismo estudio dice que López de Quiroga alcanzó en 1622 el grado de sargento mayor del Tercio de Saboya y que en 1630 fue nombrado maestre de campo del mismo cuerpo militar.

Por otro lado, un artículo del historiador monfortino Dalmiro de la Válgoma que apareció en 1955 en la revista Hidalguía menciona un documento de la corte de Felipe IV en el que el monarca señaló a Rodrigo López de Quiroga que su nombramiento como maestre de campo se hizo efectivo «en atención a los muchos y particulares servicios que me habéis hecho por espacio de treinta años».

Aunque todo indica que este personaje tuvo una notable importancia en los antiguos dominios españoles de Italia, hasta ahora no es mucho más lo que se sabe sobre su vida. La inscripción grabada en su tumba indica el lugar y el año de su muerte, pero no se sabe si murió en una acción bélica o por otro motivo, y también se desconoce en qué circunstancias fue trasladado su cadáver desde Italia para recibir sepultura en la iglesia parroquial de San Fiz de Cangas.