Monterroso renovó la tradición y disfrutó de una concurrida Feira de Santos

J. A. PEREIRO MONTERROSO

LUGO

PRADERO

La lluvia y el frío no impidieron que miles de personas asistieran al mercado, donde no hubo ganado vacuno Miles de personas se acercaron ayer a Monterroso para comprar y disfrutar de la feria de Santos con mayor tradición en la provincia. La villa registró abarrote total de puestos y de visitantes en sus calles, que aprovecharon las primeras horas de la mañana para tratar el precio del ganado ovino, caballar y porcino. También la huelga que mantienen los tratantes se dejó sentir en la feria, donde no se registraron transacciones de vacuno. No faltaron cereales, quesos, pan y maquinaria agrícola.

01 nov 2000 . Actualizado a las 06:00 h.

La feira das mulleres estuvo muy concurrida a partir de las diez de la mañana por compradores de productos como los quesos, que se vendieron entre 500 y 600 pesetas el kilo, mientras el precio de los curados se incrementaba en unas doscientas pesetas. No faltó quien se llevó el mejor par de pollos camperos por 4.000 pesetas, ni las ristras de ajos extremeños (de 12 unidades) por 300, y de cebollas, por 500. Un año más, la Feira de Santos ratificó su poder de convocatoria y el sabor tradicional de las ventas en la plaza de Santa Lucía, donde entre todos los vendedores de castañas, habas y nueces sumaban 70.000 kilos de producto. Las castañas se vendieron entre 60 y 125 pesetas el kilo; las nueces, entre 250 y 400, y las habas, dependiendo de la variedad. Las más caras, a 350 pesetas, las de fabada; a 250 el kilo las blancas redondas, y a 60, las del caldo. No faltaron puestos con pan de Cea, de Carballo, de Monterroso, con empanadas y roscones, ni tampoco verdura, como coles, a 500 pesetas el cento y nabizas, mientras los cereales se vendieron a 45 pesetas el kilo. El tráfico fue intenso y estuvo controlado por la Guardia Civil, la Policía Local de Chantada y Lugo, y Protección Civil. Los visitantes usaron los aparcamientos atendidos por alumnos del instituto, que también vendieron castañas, para financiar el viaje anual a París.