No hay mayor motivación para cualquier jugador o entrenador que saber que, ganando un encuentro, el curso se dará por aprobado. En el partido de esta tarde, por el amor de Dios, que no nos venga una pájara como la de la semana pasada. Ya es mala suerte que el segundo punto que consiguen los defenestrados del Gestesa sea a costa de nuestros intereses y esperanzas. Esta tarde empujamos todos, los que juegan, los que miran y, sobre todo, los que rezan. Teniendo en cuenta que pocas alegrías nos da la vida (77 euros me ha costado llenar el depósito de gasoil recientemente), tan sólo nos queda hoy irnos a la cama con una desilusión menos. Alguien ha dicho durante la semana, a raíz de la guerra en el PSOE andaluz, que se asemejaba a una batalla de dinosaurios bajo a un lluvia de meteoritos. Ese mismo efecto deben sufrir en sus carnes los amigos de Castellón. Tienen que salir del pabellón sanos y caminando, pero con la moral por los suelos. Eso significará que el equipo capitalino ha convertido la enseña de la ciudad, la muralla, en su santo y seña en la portería que defiende el bueno de Mendiola. Estamos llegando a final de curso, de momento con un cuatro muy justo. Necesitamos el punto que nos falta, acabar y pensar en una temporada nueva, porque la que se va se ha convertido en un auténtico vía crucis para los lucenses.