Futuro incierto para un proyecto incierto

La Voz

LUGO

21 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Roberto Casas abanderó desde el principio la necesidad de unificar las cooperativas gallegas en un único proyecto lácteo que no descartaba llegar a algún tipo de acuerdo con Feiraco. Su postura la hizo pública siempre que tuvo ocasión y en diferentes foros. Supondría volver a los orígenes cuando las cooperativas gallegas prepararon en el año 2009 una oferta conjunta para hacerse con las instalaciones de Pascual en Outeiro de Rei, que llevaban varios meses cerradas. La abanderaba Feiraco. En un golpe de mano por sorpresa, el grupo burgalés y cinco cooperativas que habían abandonado el proyecto inicial, capitaneadas por Eugenio Montero, llegaron a un preacuerdo con la industria. La oferta que obtuvo el favor de Pascual, según trascendió en su día era un calco de la de Feiraco, que se quedó fuera y detrás de la que había 23 cooperativas. El alquiler con opción de compra de la planta de Outeiro de Rei abrió una brecha en el movimiento cooperativa gallego muy difícil de cerrar.

Apoyo de la Xunta. Las cooperativas que se disgregaron del proyecto inicial de Feiraco obtuvieron el apoyo de la Xunta de Galicia desde el principio. Aunque Casas reiteró en repetidas ocasiones que lo único que había recibido el proyecto era un aval del Igape, el comentario generalizado cuando Pascual optó por la oferta encabezada por la Arzuana era que contaba con el beneplácito del conselleiro de Medio Rural, que había apostado por esta opción y que se cansó después de hacer llamamientos a los productores para que se sumaran al proyecto de Alimentos Lácteos.

Reunificación fallida. La familia de Alimentos Lácteos creció, pero se estancó ya desde el principio y los llamamientos del conselleiro apenas tuvieron eco. No lo tuvieron por la grieta abierta en el movimiento cooperativo, pero tampoco se hicieron esfuerzos en ese sentido desde el consejo de administración de Alimentos Lácteos, sino más bien todo lo contrario.

Desde diferentes foros y ante la situación actual se empezó a comentar la necesidad de que las cooperativas volvieran a unirse en un momento tan crítico para el sector. Hubo tímidos contactos entre las partes, en los que se barajaba la posibilidad de asumir la planta de Clesa de Pontevedra, perteneciente a la familia Ruíz Mateos y que se encuentra en una difícil situación. No llegaron a cuajar.

El objetivo de tratar de fortalecer el movimiento cooperativo gallego, muy difícil de conseguir entonces por los resquemores que se mantienen de la etapa del golpe de mano de las cinco cooperativas, capitaneadas por Eugenio Montero, se presenta ahora más difícil. En algunos sectores se llegó a comentar que mientras Montero, socio mayoritario, no saliera de Alimentos Lácteos no iba a ser posible un acuerdo entre todas las cooperativas lácteas. La salida de Casas de la planta de Outeiro de Rei, salvo que hubiera algún movimiento en contra, encierra en el baúl de los recuerdos esta posibilidad. También, según algunas fuentes consultadas, pone en entredicho el futuro de la planta de Outeiro de Rei.

Incierto futuro. Las expectativas están ahora puestas en quien sustituirá a Casas al frente de Alimentos Lácteos y en saber si la apuesta será por la venta de leche en cisternas sin envasar al mejor postor o si por el contrario tratan de potenciar las marcas que tienen en el mercado. También hay que esperar a comprobar si existe alguna reacción por parte del resto de los socios ante la decisión tomada por los presidente de La Arzuana y de Gancobre de cesar al director. Algunas cooperativas ya hicieron tímidas manifestaciones respecto de otras decisiones unilaterales del consejo de administración.