Trece años más tarde, Luis ha vuelto a Vilalba, donde pretende retirarse
26 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Espíritu combativo y lucha sin cuartel. Luis Vázquez se ha vaciado durante su carrera vistiendo las camisetas del Azkar, Barcel Euro y Mesón do Loyo. Y ahora, con 38 primaveras, ha regresado al punto en el que inició su aventura: Vilalba. «Me fui hace trece años, después de casarme. Aún quedan compañeros con los que coincidí en el Villamartín, como Peón y Alfonso», señala el de Cospeito. «Me retiraré aquí. ¡Qué mejor sitio para dejarlo que donde se empezó!», añade.
Tras militar durante varios cursos en la élite, a Luis no le importó descender varios escalones para seguir practicando el deporte que le apasiona. Está enganchado. «Cuando entrené al Azkar B, me pasé un año sin jugar ni hacer nada. De pequeño decía que cuando parase, no haría nada más. Después volví al Loyo y, cuando me vestí de corto, tenía un mono que me parecía que llevaba más de una década sin jugar», manifiesta.
Campañas en la máxima competición, éxitos en varias categorías y un sinfín de experiencias conforman el equipaje de Luis. Pero, ¿cuál es el instante que guarda como más especial? «Quizás, porque se traduce todo en un segundo, el mejor momento fue el ascenso con el Barcel Euro en Barcelona. Marqué el gol de oro en la prórroga y todo se acabó de repente. Venancio nos había entrenado los dos últimos meses y medio y trabajaba muy duro», explica.
Eso sí, también conserva en el recuerdo una vivencia con su actual equipo: «Cuando logramos el ascenso a Primera B, teníamos que ganar al filial del Rías Baixas en el último partido. Íbamos perdiendo por 3-1 cuando quedaban poco más de cinco minutos. Empatamos y, a falta de cuarenta segundos, recibí el balón y le pegué sin mirar. Allá fue, para adentro. Nos abrazamos todos y lo conseguimos. Encima, al día siguiente se casaba un compañero. Ya fuimos a la ceremonia sin dormir»
Tentación del Carnicer
Luis ha desarrollado toda su carrera en la provincia de Lugo. No obstante, reconoce que algunos clubes de fuera contactaron con él en su momento: «Cuando Miki era entrenador del Valencia, me expresó su interés por contar conmigo. Pero no llegaron a presentarme una oferta en firme. José Carnicer habló conmigo varias veces. Me preguntó cuánto cobraba en el Prone y yo le dije, tirando por lo alto, unas 300.000 pesetas más de lo que mi mujer y yo ganábamos entonces». Al final, continuó en el Azkar, equipo con el que tenía contrato en vigor.
Y sus palabras para los de O Ceao son positivas: «Cuando llegué al Prone, era de los mejor pagados de la plantilla. Tenía unos problemas en la espalda y se cansaron de llevarme a médicos. Jamás me reprocharon nada. Incluso, al año siguiente, me ofrecieron más dinero si, a cambio, dejaba de trabajar».
También valora los cambios que se producían en el rendimiento del equipo cuando Manolo Vázquez descendía a la arena: «Era como lo que pasa en las empresas. A un encargado puedes hacerle más o menos caso, pero cuando baja el jefe...».
La clave para seguir adelante, con 38 años, es la ilusión. «Mantenerla es difícil. A veces se baja de nivel y se piensa que no queda nada por aprender. Yo tengo el hándicap de que trabajo, pero las lesiones me respetan. Los partidos de los sábados me tardan tanto en llegar como cuando estaba en Honor», asegura.
LUIS VÁZQUEZ jugador de fútbol sala