«En una época las novedades del Círculo convulsionaron Lugo»

Benigno lázare LUGO / LA VOZ

LUGO

CARLOS CASTRO

Cada estación del año tiene sus celebraciones, pero desde hace mucho tiempo él está en todas

14 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Andrés Rubinos es al Círculo de las Artes lo que los hijos del cuerpo a la Guardia Civil. Cuando aún no había alcanzado la edad legal para entrar por derecho propio, se manejaba perfectamente por las estancias rimbombantes y por las que carecen de nombre propio. Sin que esté claro si fue por casualidad o intencionadamente, él y otros dos o tres quedaron enganchados con lo que hablaban diariamente en una esquina unos cuantos socios capitaneados por un insigne anciano, sumándose de vez en cuando como becarios (apelativo de moda dado a todo tipo de aprendices). El prócer era el centenario médico Pardo Valiña; los acompañantes, gente poco afecta al Caudillo, y los temas de conversación, variados pero en la línea de sus protagonistas.

Rubinos se hizo mayor y amplió su campo de batalla. Regresaba al nido a jugar al billar y a los guateques de la discoteca que montaban cuando se largaban los carrozas, pero también participaba en todo tipo de asociaciones y clubes. Con alma de abanderado, el cuarto de los seis herederos del estanquero Padre Pitillo hizo montañismo y fue jefe en los Boy Scouts, perteneció al equipo del programa Misión Rescate que localizó un sarcófago en el que bebían unas vacas; formó parte de las huestes del Padre Luciano, el que impulsó las casetas originarias del poblado de O Carqueixo; colaboró un tiempo con Auxilia; jugó con el equipo juvenil de balonmano que representó a la provincia, y le quedaba tiempo para descargar tabaco (legal y de camiones) porque para las correrías hacía falta cash.

Pasaron los años y Andrés Rubinos cambió de aficiones, pero no de actitud. En Semana Santa se viste de cofrade de La Borriquita, «de toda la vida»; en varias ediciones del Arde Lucus ejerció de César; llega San Froilán y echa una mano a los organizadores de la feria medieval; en Navidad es lo más parecido a uno de los Reyes Magos y durante los carnavales es como un ramista en plenas fiestas patronales. Para mayor gloria, el destino lo emparentó por vía política con el recordado Pepe Barreiro, de modo y manera que, cual Duque de Edimburgo, ejerce de activo consorte de la presidenta del entierro de la sardina.

Tiempo de novedades

«En una época las novedades que introdujo el Círculo convulsionaron Lugo y cambiaron a muchos jóvenes, entre los que me encontraba. Se abrió la primera discoteca, se recuperaron los carnavales y el entierro de la sardina. Además de pintura, Tino Prados comenzó a dar clases de guitarra y se introdujeron otras novedades». Rubinos recuerda también que había cola para jugar al villar y fueron muchos los jóvenes que aprendieron allí a jugar al mus y el arte del farol. «Todo eso fue con Mauro Varela de presidente y en la directiva estaban personas como Palmeiro, mi suegro, Ocaña, o Mouriz, toda gente muy activa».

Hace meses una biela comenzó a petar más de lo habitual y se le encendió una luz en el salpicadero que lo obligó a pasar por el taller para revisar los niveles. Ya está de nuevo en circulación pero, si hace caso de los manuales del buen conductor, deberá acelerar con más suavidad hasta poder alcanzar la velocidad de crucero.

Andrés Rubinos Fernández

55 años

Administrativo y animador social

En el Salón de Columnas del Círculo de las Artes