En Lugo, ahora que llega San Froilán y la lluvia se lleva la pesadilla de los incendios, el sindicato de Pablo Iglesias le declara la guerra al partido de Pablo Iglesias y se baten en el campo de batalla municipal, que es tanto como decir que la UGT de Eliseo Rivas se lanza contra el gobierno que preside López Orozco. Mientras Besteiro se encarama al trono del PSdeG entre mensajes de paz y amor, vuelan en Lugo las navajas entre dos socialismos, que solo ejercen el socialismo a ratos y según venga al caso. Abren en medio de la refriega las casetas en el Parque y se activa el gran agujero negro en el que cada año desaparecen toneladas y toneladas de pulpo. Y el día que abren, que es la inauguración no oficial del San Froilán, llueve. La lluvia borra el recuerdo de los incendios, pero aún no se lleva la huella de los patinazos del grupo municipal del PP. Todavía tiene que llover a cántaros en el lodazal creciente de la política lucense, pero, como avisó el cantor, «(...) hay señales / que anuncian / que la siesta se acaba». O quizá no.
Las peleas entre los afines suelen acabar pasándole factura a terceros. De los desencuentros de Rábade y y Darío Diéguez con Orozco vienen las guerras de hoy entre la UGT de Eliseo Rivas y el alcalde socialista. Y los dardos que no se atreven a lanzar directamente a la diana de Orozco los apuntan al blanco fácil de la jefa de personal y coordinadora de las áreas que gestiona el alcalde. Los días en los que Rábade fue concejal de Protección da Comunidade fueron días duros para Orozco, porque CSIF, Comisiones y uno de los sindicatos independientes lo trajeron por la amarga calle de los juzgados. Ahora, aún metido en esa vía, se ve iniciando otra vez el mismo camino pero en esta ocasión gracias al sindicato hermano. Pablo Iglesias contra Pablo Iglesias; la cuadratura del círculo político-sindical. Mientras, Gómez Besteiro llega a la secretaría general del PSdeG dispuesto a servir a la mayoría social, que es tanto como decir a la izquierda tibia, al gran banco de votos del centro y a la derecha a la que le da repelús el modelo Ana Botella. Quizá le conviene a Besteiro repasar las hemerotecas; comprobará que la UCD ya existió, tuvo una vida agitada y murió víctima de sí misma. Y el PSOE se hizo entonces con un inmenso poder. Un Partido Socialista ocupado en ser el centro absoluto deja libre el flanco izquierdo para una organización política que esté dispuesta a mojarse en serio en la defensa de los servicios públicos, de la sanidad para todos, de la educación verdaderamente gratuita, y así. A Izquierda Unida, en Galicia bajo la fórmula AGE, se le abren perspectivas como nunca soñó. Sí, es así, aunque visto desde Lugo sea difícil creerlo. A eso, a hacer creíble esa opción, tiene que aplicarse la dirección de IU en Lugo. Y si no sabe cómo, quizá le convenga pedir consejo a Carlos Dafonte.
Consejo tal vez debe de pedir también el grupo municipal del PP. Parece conveniente que el consejero sea experto en el arte de deshacer hechizos y liberar del mal de ojo. O a lo mejor se arregla solo con poner un poco de atención en el trabajo. Jaime Castiñeira patinó en el asunto del IBI; Raquel Castiñeira perdió pie en el impuesto de vehículos. Y no quedó allá muy bien calificar de «boa nova» que los más destacados miembros del gobierno local puedan acabar imputados por el caso Garañón. Es poco probable que Castiñeira quiera llegar a la alcaldía de Lugo por el procedimiento de anular a sus principales rivales por la vía judicial. Pero si no pone cuidado al aplicar lo de «boa nova», parecerá que eso es lo que quiere.
Sí, ahora que la lluvia impide los incendios, hay quien se empeña en incendiar la política. Incluso en el estreno de las fiesta más hermosa del otoño se retan en política casi como retaban los rapaces de A Ponte a los de Recatelo: «Vide acó se tedes tal,/ vide acó si tedes coal.../ veñades ou non veñades / habedes de ir ó hospital».