Días difíciles para los que aman el «carguiño» en el PP y en el PSOE

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto PULSO LUCENSE

LUGO

17 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El cardenal Giulio Mazarino ((1602-1661) dejó escrito para instrucción de supervivientes: «Cuando un partido es numeroso y poderoso, aunque no sea el tuyo, no hables nunca mal de él». En el Lugo de 2018, Mazarino, uno de los grandes zorros plateados de la política que lucieron capelo cardenalicio, hubiera asistido pasmado al torpe, burdo y disparatado desempeño de quienes, quizá a causa de alguna avería astral, han coincidido en la dirección de los asuntos públicos. Pero no lo estaría menos de cómo proceden, de lo que dicen, en el PP y en el PSOE los que temen perder prebendas o sospechan que tampoco esta vez les tocarán.

«Aunque no sea el tuyo», aclara el cardenal, dando por hecho que, sobre el propio partido, se tiende a decir tantas barbaridades como sobre el de enfrente. En el PP, en horas bajas tras perder el Gobierno de España, se dispara la crítica interna. Es, como casi siempre en el PP de Lugo, critica de café, sobremesa y confidencia. Pero existe y abunda. Poco caso le hacen los populares de a pie a Mazarino. Y los otros, los de la moqueta, están tan ocupados tratando de leer en los posos del café a quién deben de agarrarse ahora que, si no hablan mal del propio partido, es por falta de tiempo. «Ya sabes como es la Casa», vienen a decir, resumiendo, cuando se les pregunta qué hay de lo suyo.

En el PSOE, partido cainita donde los haya, la llegada de Sánchez a la presidencia del Gobierno abrió expectativas también en Lugo y amordazó a muchos de los que siempre tienen una crítica a punto para el propio partido. En Lugo, como lo hará en Madrid, el socialismo gobierna de chiripa, en minoría y a salto de mata. Hasta ahora, el esperpento que es la Diputación y el gabinete de los Hermanos Marx que es el Concello daban mucha materia para la crítica y el descontento en las filas socialistas en Lugo. Ahora, tras la moción de censura, hay como un compás de espera por la pedrea de los cargos, las asesorías y así. Y en esa espera hay mucho socialista dispuesto a escuchar el consejo de Mazarino, aunque de él solo conozca la versión más popular: «Agora, caladiños». Es el mismo aviso que tantas veces se atribuyó a Guerra: «El que se mueva no sale en la foto». El cardenal lo decía así: «Simula, disimula y no te fíes de nadie». A él le fue bien.