
Investigadores demuestran la continua ocupación del territorio que hizo Roma
27 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.El discurso clásico de la llegada de los romanos a Galicia señalaba que se habían asentado en grandes campamentos desde los cuales acometían sus acciones militares y controlaban las principales vías de comunicación. Desde hace años ha cambiado este relato y buena culpa de ello lo tienen los investigadores del grupo Romanarmy, que con el uso de nuevas tecnologías y el trabajo de campo han puesto en el mapa (y aún quedan más por descubrir) los campamentos móviles que fueron instalando los romanos en su llegada a Galicia y que demuestran que fueron capaces de domar las montañas lucenses, los pasos naturales para entrar desde la Meseta.

Los investigadores José Manuel Costa (USC), Andrés Menéndez (Universidad de Oviedo), David González (CSIC) y Julio Vidal Encinas (Junta de Castilla y León) acaban de publicar en la revista Anales de Arqueología Cordobesa los primeros resultados de sus estudios sobre los campamentos entre el Bierzo y los Ancares lucenses, en el que se incluye el de A Cortiña dos Mouros, justo en el límite actual de León y Lugo, a dos kilómetros del alto do Portelo.

Este asentamiento, a 1.294 metros, se levantó en una zona para controlar y dominar el paisaje montañoso de hasta unos tres kilómetros a la redonda. En la actualidad solo se conserva una pequeña parte del perímetro, ya que la zona perteneciente al municipio de Cervantes «se ha visto afectada por una agresiva repoblación forestal», señalan los investigadores. La superficie de este campamento era de 4,5 hectáreas y pudo acoger a un contingente de entre 2.000 y 2.600 soldados.
Los autores del estudio indican que al igual que sucede con los campamentos cercanos de A Serra da Casiña (Balboa) y As Penas de Perturexe (Villafranca, casi en el límite con Cervantes), al estar ubicados en zona muy altas de Os Ancares «refuerzan la hipótesis de que fueron recinto de ocupación temporal o estacional». Indican que los altos que coronan la montaña lucense, como O Portelo, O Cumial, Pedrafita y O Cebreiro, «destacan por su uso recurrente para el trazado de vías a lo largo de la historia».

Por este motivo, aunque el uso de estos campamentos fuese temporal, no dejaron de ser primeros contactos de los romanos con unas montañas que tuvieron que moldear por diversas cuestiones. Por ejemplo, los autores del estudio señalan que los itinerarios de las vías romanas XIX y XX, de época augusta, «posiblemente seguirían rutas ya conocidas y usadas con anterioridad. De igual modo, la implicación de los militares en la construcción de vías en un momento inmediatamente posterior a las Guerras Ástur-Cántabras ha sido demostrada en otras zonas».
Otro factor fueron las explotaciones mineras. Ha quedado constatado en el Bierzo la instalación de campamentos para dar servicio militar y administrativo, como núcleos de centralización «de la labor gestora de las aristocracias locales». Pero también en las cuencas fluviales de Os Ancares se ha constatado los yacimientos auríferos. Un ejemplo son las explotaciones que fueron trabajadas por los habitantes del castro de Santa María, en Cervantes, ejemplo de poblado prerromano que fue asimilado.
«Se derriba el estatismo que definía a los estudios sobre el ejército romano»
Entre las conclusiones que llevan a cabo los investigadores del estudio señalan que el descubrimiento de los recintos se enmarca en un proceso generalizado de revisión de la presencia militar romana en el noroeste peninsular». Indican que han sido en las zonas montañosas y menos pobladas donde se han identificado con mayor nitidez estructuras arqueológicas como los campamentos temporales, lo cual demuestra que «su localización y dispersión por el territorio nos permite además entender mejor la movilidad de las tropas romanas a través de estos espacios y definir determinadas dinámicas recurrentes. Se derriba así el estatismo que definía a los estudios sobre el ejército romano algunas décadas atrás».
Eso sí, se lamentan de la falta de más investigaciones o de la mala conservación de los campamentos localizados. «Su estudio ayudaría a rastrear las posibles conexiones existentes entre los campamentos meseteños y los atlánticos. No debemos olvidar además que la fragilidad de sus restos los hace vulnerables ante cualquier tipo de alteración del terreno, amenaza latente en toda la zona que nos ocupa, por la intensidad de obras de urbanización, construcción de infraestructuras y desarrollo de actividades agrarias».
Los investigadores destacan la importancia de seguir estudiando estos yacimientos, dentro de un contexto arqueológico y paisajístico. «Independientemente de su función última, el tránsito de los soldados romanos por estas montañas se enmarca en un proceso de transformación de estos territorios derivado de su integración en el esquema administrativo imperial romano. Es preciso, por tanto, integrar en estas narrativas el papel activo que desempeñarían las comunidades castreñas, durante y tras la llegada de Roma», concluyen.