«Era bo veciño», dice el único vecino de Labajjo, aunque «un desastre con sus animales»

LUGO

ALBERTO LÓPEZ / I. G.

Jesús Díaz, único vecino con el que tenía trato el pintor, cuenta que llevaba casi un año sin verlo. Aunque «enredaba» en sus visitas, «non se metía con ninguén». Eso sí, era descuidado con sus animales: «un desastre total»

08 oct 2019 . Actualizado a las 18:00 h.

Jesús Díaz es el único vecino con el que tenía trato el pintor Labajjo, y el único que reside en la aldea a tiempo completo. Explica que el artista «era bo veciño, non se metía con ninguén», pero «non se relacionaba moito»; de hecho, llevaba casi un año sin verlo.

Díaz narra con exactitud cómo era su único vecino, porque de las cuatro casas del pequelo lugar de Fondemera, las únicas habitadas eran las suyas. Además una de sus fincas, lindaba con la propiedad del fallecido. «Vivía á súa maneira e houbo un tempo no que sí que se relacionaba moito coa xente da parroquia -Villafiz, en Friol-», señala. De hecho, habla de una comida parroquial en concreto y de una anécdota que recuerda a la perfección. «Era bo e non molestaba nunca, pero como bebía, despois dunha comida, saíndo dela, recordo que marchou co coche contra un balado», afirma este hombre.

Ese pudo ser uno de los motivos que le llevó a dejar de conducir, así como los problemas de movilidad que arrastraba por su avanzada edad, y que también ha relatado a La Voz su taxista de confianza, José Luis Burgos. «Tiña a cadera rota, a rodilla mal... por iso me deu as chaves para que o axudara cando viña a recollelo». Eso refuerza la hipótesis de que le pasase lo que le pasase, no habría podido moverse y dar la voz de alarma para ser auxiliado.

«Como non tiña nada que facer -estaba jubilado y dedicado a sus cuadros-, cando viña por aquí non deixaba traballar e te enredaba moito, non che contan a vida deles nin nada e eu hoxe é a primeira noticia que teño -en referencia a la de su muerte-», se expresa este ganadero con sus vacas de fondo.

Dado que el cuerpo del pintor Labajjo Grandío, acabó en parte comido por sus animales, y preguntado sobre cómo los trataba, Díaz habla de «desastre total». «Nunha época colleu dous cerdos e pediume axuda para coidalos e cando os vin tíñaos alí que daba pena, aquilo era un desastre», comenta a la cámara del reportero de La Voz, Alberto López.