Si compramos un queso, tenemos en Galicia muchas variedades para elegir, y en cada una de ellas, diferentes tamaños. Sin embargo, lo importante, cuando ya tenemos el queso en casa, es asegurar unas buenas condiciones de conservación para poder comerlo durante días o semanas sin que pierda su sabor. Es habitual, por ejemplo, ponerlo en recipientes con tapa de cristal, e incluso hay quienes lo envuelven en papel de aluminio. Otra opción es envolverlo en un paño; y si es de lino, mucho mejor.
Incluso se untan algunos quesos en aceite, pero eso resulta conveniente para elaboraciones fuertes, no las habituales en Galicia.
Al margen de la forma en que lo envolvamos, es importante la temperatura. Unos tres o cuatro grados propician unas condiciones idóneas de conservación: unos guardan el queso en la parte inferior de la nevera, y otros, en lugares frescos y secos. Las dos posibilidades son correctas, pero hay que tener presente que la humedad es perjudicial para el queso. Llegado el momento de comerlo, conviene sacar el queso unos minutos antes, pues así se adapta a la temperatura ambiente, y guardarlo justo después de cortar las piezas.