El acusado de matar a su hermano en Rábade se ofreció a ser esposado: «Estaba tranquilo, tenía la mirada perdida y ausente»

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

LUGO

José Luis Alonso Díaz, de 42 años de edad, acusado de estrangular a su hermano mayor, en la Audiencia de Lugo.
José Luis Alonso Díaz, de 42 años de edad, acusado de estrangular a su hermano mayor, en la Audiencia de Lugo. Óscar Cela

El detenido se negó a declarar durante la primera sesión del juicio. Sí lo hicieron hasta 10 guardias civiles, que ratificaron el informe en el que se señala al acusado como autor de la muerte por asfixia de la víctima

17 nov 2021 . Actualizado a las 14:36 h.

El juicio contra el hombre acusado de acabar con la vida de su hermano en su casa de Rábade en noviembre del 2019 comenzó este miércoles en la Audiencia Provincial de Lugo. Se celebró ante un jurado popular, que será el encargado de decidir si el acusado, para quien la Fiscalía pide 10 años de cárcel, es considerado culpable de un delito de homicidio o no. El sospechoso, desde el principio, se negó a responder a las preguntas de la fiscal y de su propio abogado, manteniendo el silencio que lleva ejerciendo desde el día de los hechos.

La primera jornada del juicio, que continuará este jueves, fue, por lo tanto, una sucesión de declaraciones de agentes de la Guardia Civil que investigaron la muerte de Juan Carlos Alonso Díaz el 23 de noviembre del 2019, hace casi dos años

La vista arrancó tras la constitución del jurado popular, un tribunal especial para unos delitos concretos, entre los que se encuentra el homicidio. Se constituye por orden del juez encargado del caso, y sus miembros serán los encargados de decidir el veredicto tras haber escuchado las versiones de ambas partes y de los testigos del proceso. 

Al ejercer el acusado su derecho a no declarar, el juicio arrancó con las declaraciones de 10 de los agentes de la Guardia Civil que investigaron el suceso. Estos formaban parte, el día de los hechos, de diversas unidades, entre las que figuran el puesto de la Guardia Civil de Rábade, la Unidad de Policía Judicial, o la Unidad de Criminalística. 

Los 10 agentes ratificaron la versión inicial del suceso, explicada en los informes periciales. Todos coincidieron en que el origen de la investigación fue la llamada de un hombre al puesto de la Guardia Civil de Rábade, en la que afirmaba que «se había producido un asesinato en el número 65 de la Avenida de A Coruña». El propio acusado reconoció tras el suceso que había sido él mismo quien alertó a la Benemérita.

El agente que se encontraba en aquel momento en el puesto de atención al ciudadano, que recibió la llamada, afirmó en el juicio que el hombre cortó la conexión inmediatamente después de informar del suceso. «Fue entonces cuando notifiqué al sargento», explicó. 

Entonces, cuatro agentes se desplazaron hasta el lugar. Todos ellos afirman que, una vez llegaron a la vivienda, el acusado les hizo gestos para que parasen allí. «En cuanto bajamos y nos acercamos a él, nos puso las manos de frente, como pidiendo que lo esposásemos», explicó uno de ellos durante el juicio, algo que ratificaron sus compañeros.

Una vez engrilletado, defienden los agentes, el hombre les indicó que «el cadáver se encontraba en la primera planta, en la cocina». Así fue, y el sargento al mando fue quien localizó el cuerpo, ya sin vida.

Tras el primer momento, el hombre fue retenido en el garaje de la vivienda, a través de donde los agentes pudieron acceder a la casa. Luego, fue trasladado al ambulatorio de Rábade para ser explorado por los sanitarios, ya que tenía unas erosiones en las manos, además de «restos de sangre que parecían recientes», según explicó uno de los guardias civiles.

Todos coinciden en que el detenido «colaboró en todo momento, sin oponer resistencia». Además, afirman que el hombre «estaba tranquilo, y tenía la mirada perdida y distante».

También mostraba signos de violencia el cuerpo de la víctima. En la vista, se expusieron unas imágenes tomadas por los agentes de la Unidad de Criminalística, en las que se podían observar moratones en el cuello del hombre, además de restos de sangre en su rostro. El sargento de la Guardia Civil, además, explicó que «había signos de lucha» en la cocina, ya que había una silla tirada y un gancho de cocina de leña en el suelo, al lado del hermano del acusado. 

El acusado ha estado en prisión provisional desde el 25 de noviembre del 2019, dos días después de los hechos, hasta ahora. En total, casi dos años de los 10 que pide la Fiscalía para él. 

Este jueves se retomará la vista del juicio, con más declaraciones periciales. Si fuese posible, además, se concluiría el proceso con la deliberación del jurado popular. De lo contrario, la Sala Segunda de la Audiencia está también reservada para la mañana del viernes.